La niña de la profecía ya no era solo un susurro en los vientos de Nordhaven, sino una realidad palpable, s una joven. Con ella, las fuerzas oscuras que se cernían sobre el reino. Los guardianes, unidos por un destino que los superaba, se preparaban para enfrentar lo que les aguardaba, aunque aún no sabían hasta dónde llegarían las sombras que acechaban su futuro. El grupo de Freydis, Halvar, Eirik y Sigrid trayeron hace años los guardianes en Nordhaven
Kael se había reunido con Ingrid, Sylas, Lysandra y Leif, formando una poderosa línea de defensa para Elara y para todo lo que representaba. Pero, como siempre sucedía en las grandes profecías, nada estaba escrito en piedra.
—Estamos preparados, pero eso no significa que todo será fácil—dijo Lysandra, mirando al grupo reunido en la sala de la vieja torre de Nordhaven. Su rostro, marcado por las sombras y la luz que coexistían en su interior, reflejaba la gravedad de la situación. —Elara debe tomar decisiones que desafiarán todo lo que sabemos. La magia que lleva en su interior es más poderosa de lo que cualquiera de nosotros puede comprender por completo.
Sylas, sentado cerca de la ventana, observaba el horizonte. El viento soplaba con fuerza, llevando consigo un presagio de tormenta.
—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó Kael, su mirada fija en la hechicera. —¿Acaso está destinada a ser algo más que una guerrera?
Lysandra asintió lentamente, como si las palabras que estaba a punto de decir fueran un peso que llevaba mucho tiempo guardado.
—Si, Elara es más que una guerrera. Ella es el equilibrio entre luz y oscuridad, pero no de la manera que imaginamos. Las sombras que trae consigo no son solo externas, sino también internas. Habrá momentos en que se verá tentada a seguir caminos oscuros, incluso aquellos de los que siempre ha huido. Pero solo ella podrá decidir si cede o no.
Ingrid, de pie junto al fuego, miraba con preocupación a la hechicera. Sabía que las decisiones que tomara la niña no solo definirían su destino, sino también el de todo el reino.
—Eso nos pone en una posición aún más peligrosa, —dijo Ingrid con una voz tranquila pero grave. —Si Elara tiene la capacidad de ceder a la oscuridad, entonces necesitamos prepararla no solo para los enemigos que vendrán, sino también para su propia lucha interna.
Halvar, que había permanecido en silencio hasta ese momento, se levantó, su armadura resonando con cada movimiento.
—Elara no luchará sola. Como guardianes, estaremos con ella. No importa lo que deba enfrentar. Si el camino está lleno de sombras, enfrentaremos la oscuridad con nuestra luz.
El grupo se miró en silencio. Sabían que no podían predecir lo que les esperaba, pero el destino estaba escrito en sus corazones. La tormenta estaba por desatarse, y solo la unidad podría enfrentarse a lo que se avecinaba