El Reino Mágico de Nordhaven

El despertar de los Sombras del Mar

La noche que se cernía sobre Nordhaven era inquietante. El cielo, usualmente claro y lleno de estrellas, estaba cubierto por una capa de nubes densas que parecían consumir la luz misma. La tormenta que se avecinaba no era solo una tormenta de viento y lluvia; era una tormenta de magia oscura, tejida con hilos invisibles de maldad que se deslizaban hacia el reino sin ser detectados. Los guardianes, reunidos en el campamento del norte, sentían la presión creciente en el aire.

Kael, que había estado observando las nubes en silencio, frunció el ceño. Su vínculo con la naturaleza le permitía sentir el cambio en el ambiente, y lo que sentía ahora no era un simple cambio meteorológico. Era una energía oscura, algo profundamente maligno que se estaba despertando en las tierras del Este.

—Algo se fuerte, —dijo con voz grave, mirando a Lysandra y Sylas. El guerrero marcado por el pasado, que siempre había sido un muro de calma, miraba fijamente al horizonte. Sabía que la calma antes de la tormenta era peligrosa.

—Esos vientos no son naturales, —observó Sylas, la mano descansando sobre la empuñadura de su espada. Su mirada era feroz, como si el viento mismo desafiara su voluntad.

Lysandra no necesitaba palabras para entender. Había sentido el poder de las sombras que acechaban el reino, una fuerza que se elevaba desde las profundidades del mar. Los ecos de la oscuridad comenzaban a invadir su mente, sus pensamientos nublándose por un instante. Con un suspiro, la hechicera se concentró en el fuego que ardía en el centro del campamento, dejando que su magia lo envolviera y lo purificara.

—El Vidente ha comenzado su ritual, —dijo Lysandra con una expresión grave. Su voz era suave, pero cargada con un tono de urgencia. —La oscuridad que intenta liberar se está extendiendo, y no será fácil detenerla.

Ingrid, que había estado observando el comportamiento de los guardianes, sintió la presión creciente en sus huesos. Sus años de sabiduría no la hacían inmune a las sombras que comenzaban a infiltrarse en su mente. Aunque su corazón era fuerte, la incertidumbre sobre el destino de Elara la pesaba más que nunca. Sin embargo, en su rostro no había miedo, sino determinación.

—Debemos apresurarnos, —dijo Ingrid, su voz firme. —El Vidente y los Sombras del Mar tienen el poder de alterar el equilibrio, pero nosotros tenemos lo que ellos no pueden tener: unidad, sacrificio, y la luz.

El viento soplaba más fuerte, y la tormenta parecía acercarse a su fin. Leif, el consejero real, llegó a paso apresurado. Su rostro estaba tenso, sus ojos mirando al horizonte, donde la tormenta parecía avanzar con una velocidad aterradora.

—Los pueblos del sur ya sienten los efectos de la tormenta, —dijo. —El mar está agitado, y los cielos están cubiertos por nubes rojas. No hay duda: los Sombras del Mar han desatado su ritual.

Kael no dudó. Era el sanador, pero también un hombre de acción.

—Debemos llegar a Elara antes de que la oscuridad la alcance. Si el Vidente toca su alma, será demasiado tarde.

La decisión fue rápida. Sylas, Lysandra y Kael se prepararon para partir, y Ingrid los miró, su rostro reflejando el peso de la misión que tenían ante ellos. Sabía que la profecía había sido escrita, pero no estaba segura de qué camino tomaría. Sabía que la niña tenía un destino increíble, pero ese destino estaba más allá de lo que cualquier ser humano podría comprender.

Mientras se dirigían hacia el sur, la tormenta que azotaba las costas de Nordhaven crecía en intensidad, y el sol se oscureció por completo. No solo el viento y la lluvia estaban en su contra, sino también las criaturas de las profundidades, liberadas por el ritual de los Sombras del Mar, que ahora comenzaban a invadir las costas.

El viaje se volvió cada vez más peligroso. En su camino, Lysandra utilizaba su magia para conjurar luces protectoras, disipando las sombras que intentaban rodearlos. Sylas, con su espada lista, estaba al frente, enfrentando a las criaturas que salían de las aguas. Su fuerza era impresionante, pero su mirada reflejaba algo más: un dolor profundo, como si enfrentarse a las criaturas fuera solo una forma de redención por las batallas que había librado.

Kael, por su parte, curaba rápidamente las heridas que se infligían a los miembros del grupo, invocando la energía de la naturaleza para sanar tanto el cuerpo como el espíritu de sus compañeros. Sin embargo, a medida que se acercaban a la capital, sentían que las fuerzas oscuras aumentaban, como si un velo de desesperación cubriera todo.

Mientras tanto, en el templo de los Sombras del Mar, el Vidente sonrió. Su ritual había alcanzado su punto máximo, y la tormenta, que parecía un reflejo de su poder, era solo el comienzo. En la cámara oscura, la magia arremolinaba como una tormenta interna, y el aire estaba cargado con la esencia misma de la desesperación.

—Ahora, no podrán escapar de su destino, —murmuró el Vidente mientras las sombras parecían susurrar a su alrededor. —El equilibrio está a punto de romperse, y con él, la última oportunidad de Nordhaven



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En el texto hay: fuerza, unidad, amistad amigos familia

Editado: 06.04.2025

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