La última batalla estaba sobre ellos, una marea oscura que se cernía sobre las costas de Nordhaven. El aire, cargado de electricidad, palpitaba con la tensión de lo inevitable. El viento helado soplaba con fuerza, arrastrando consigo el rugido de las olas que golpeaban las rocas cercanas. En la línea de defensa del reino, los guardianes y los líderes de Nordhaven estaban listos, sus corazones palpitando al unísono con el destino de su hogar. La calma antes de la tormenta, esa que marcaba el momento crucial entre la luz y la oscuridad.
Elara, con sus tres guardianes a su lado, se encontraba al frente, uniendo su alma con la del reino. Había entrenado para este momento, pero ahora, al enfrentarse a la oscuridad real que se cernía sobre ellos, el peso del futuro se hacía palpable. Junto a ella, Kael, Sylas y Lysandra se alineaban, con la mirada fija en el horizonte, donde las sombras del mar comenzaban a emerger.
La última llamada se hizo escuchar a través de los cuernos de guerra. El sonido vibró en el aire como una advertencia. En lo alto, El Vidente y los Sombras del Mar se acercaban, su presencia oscura cubriendo el cielo como un manto de desesperanza. La tormenta comenzó a desatarse, no solo en el clima, sino también en los corazones de todos los presentes. Las nubes se arremolinaban, haciendo que el horizonte pareciera una línea de fuego y oscuridad.
El Rey Leif, el Consejero Real, y otros líderes de Nordhaven, estaban al mando de las fuerzas terrestres, organizando las defensas con estrategia. Freydis, la curandera, estaba lista para apoyar con sus hechizos y sanaciones, mientras que Halvar, el capitán de la guardia real, se encontraba junto a los soldados, con su espada en mano y el fuego de la lealtad ardiendo en su pecho. Eirik, el bromista pescador, no podía evitar sonreír ante lo absurdo de la situación, pero sus ojos brillaban con una determinación inquebrantable. Cada uno de ellos, con sus características y fortalezas únicas, representaba una faceta de la resistencia.
Elara dio un paso adelante, su respiración profunda pero controlada. —Hoy, no solo luchamos por nuestro hogar, sino por todo lo que hemos amado y perdido. Hoy, el destino no nos dominará. Somos los guardianes de Nordhaven, y juntos, enfrentaremos las sombras. —su voz resonó por el campo, clara y llena de poder.
Kael levantó su espada de fuego al cielo, el brillo rojo encendido como una llama viva. —No hay sombra que apague esta luz. Lucharé por todos, por ti, Elara.
Sylas, con su sonrisa audaz, empuñó su hacha y miró al horizonte. —Sea lo que sea que venga, les mostraré que las sombras no pueden tocar el alma de un hombre libre. Hoy, seremos invencibles.
Lysandra, en su usual calma, extendió las manos hacia el suelo, invocando la magia de la tierra y el aire. —La naturaleza es más vieja que cualquier sombra. Hoy, el viento nos guiará.
En ese momento, El Vidente y su ejército de Sombras del Mar aparecieron, como figuras sombrías que emergían de las profundidades del océano. El líder de los Sombras, su rostro encapuchado, alzó los brazos hacia el cielo mientras las olas de oscuridad se desbordaban a su alrededor.
—El fin de Nordhaven está cerca, Elara. Tu luz no podrá detener lo que hemos desatado. —su voz resonó como un eco frío.
Elara dio un paso al frente, su fuego interno ardiendo con más fuerza que nunca. —Las sombras solo tienen poder si dejamos que lo tengan. —respondió, su voz llena de determinación.
El primer ataque fue un rugido de magia oscura, que se desató en una ola de energía hacia las líneas de defensa. Halvar y sus hombres resistieron como pudieron, formando barreras con sus escudos, mientras Freydis canalizaba su poder curativo para protegerlos. Sin embargo, las fuerzas oscuras parecían interminables, y cada ola de sombras que caía sobre ellos los dejaba más agotados.
Sylas se adelantó, desatando un tornado de viento y agua que deshizo una parte del ejército enemigo, abriendo un camino hacia El Vidente. —¡Vamos! ¡Elara, este es tu momento! —gritó.
Kael, con su furia de fuego, se lanzó hacia el enemigo, cortando las sombras con su espada ardiente. Cada golpe hacía que la oscuridad se disipara, pero las criaturas del mar parecían multiplicarse. —¡Por Nordhaven! —gritó mientras su espada cortaba a través de las criaturas enemigas.
Lysandra, invocando la luz del sol, levantó sus manos al cielo, canalizando la magia de la naturaleza. La luz que emergió de sus manos iluminó el campo de batalla, haciendo retroceder a las sombras y a los enemigos que se acercaban. —Las sombras no pueden resistir la luz de la verdad.
Pero mientras la batalla se intensificaba, Elara se dirigió hacia El Vidente, su corazón latiendo con fuerza. En su mente, las palabras de Ingrid resonaban, como un faro en la oscuridad: "Cuando enfrentes tu destino, no lo hagas sola. No hay luz sin sombras, ni sombras sin luz. La clave es la unidad."
El Vidente la observó, su rostro sombrío. —Creíste que podrías cambiar el destino de Nordhaven, pero al final, todo se reduce a la misma verdad. Las sombras siempre regresarán, siempre. Y tú no podrás enfrentarlas por mucho tiempo.
Elara se acercó con paso firme. —Las sombras no son lo opuesto a la luz. Son parte de ella. Y yo soy la luz que ahora integra la oscuridad. —dijo, alzando sus manos hacia él. El poder que había cultivado a lo largo de su entrenamiento con sus guardianes se desató, formando una explosión de fuego y sombras que envolvió a El Vidente.