El Reino Olvidado

Capitulo 1

Sus ojos no podían ver más lejos por mucho que lo intentara, si forzaba un poco la vista empezaría a sentir un dolor leve de cabeza que a los minutos se volvería insoportable. Todo lo que había a su alrededor le causaba terror, fue notando como su pulso se aceleraba y le costaba respirar con normalidad, era el olor en el aire, se le metía por los pulmones haciendo marearla y sentir nauseas, olía como a carne quemada y algo más que no sabía que, el cielo no se veía nada, parecía que el humo que desprendía de la misma tierra negra subía al cielo volviéndolo gris, no había sol ni luna, las estrellas no existían aquí.

Estaba sentada en un tronco hueco que en cualquier momento se rompería y la dejaría tirada en la sucia tierra. A su alrededor también habían troncos huecos y quemados plantados en la tierra, la que una vez era fértil, el bosque que una vez tenia bellos arboles frondoso ya no existía, solo estaban esas cascaras sin vida, sus ramas le daban un aspecto fantasmal y terrorífico.

Todo se sentía mal en ese lugar, miro hacia abajo donde sus pies se hundían en el barro cuando noto como andaba vestida, para nada apropiado, descalza con un vestido largo blanco que le podía taparlos pies, solo que de las rodillas hasta sus pies estaba sucio de barro, enrollándolo y volviéndolo pesado, intentando levantarse del tronco y callo ensuciándose más.

Tratando de ponerse de pie escucho un ruido, tan a lo lejos que se podía decir que solo era producto de su imaginación, ignorándolo empezó a caminar y aun metros escucho el mismo ruido acompañado de otros más poniéndole la piel de gallina, escucho el sonido de la brisa correr como un grito agudo, cuando la alcanzo un frio espantoso la inundo dejándola paralizada, su corazón se aceleró aún más y sintió como la sangre subía a su cabeza, intenso dar otro paso pero no pudo, su cuerpo no se movía y se estaba desesperando, el dolor de cabeza atacaba con gran fuerza y lo peor de todo, sentía que una presencia se acercaba, una presencia que era todo lo malo que en mundo podía existir.

La neblina del bosque fue cambiando de color gris a negro y el humo que parecía salir de la tierra fue poniéndose más frio congelándole sus pies descalzos, la cosa estaba cerca, la podía sentir pero eso la enfermaba, la debilitaba y su cuerpo ya no sentía como suyo, no podía controlarlo.

Algo se arrastraba por el suelo, una sombra negra hecha del mismo humo que brotaba de allí, la sombra lo adsorbía y crecía, se arrastraba y a su paso la tierra se evaporaba y se hundía, como el vacío en el espacio, se tragaba todo a su paso, dejando solo muerte. Ya no resistía, quería correr, salir de ese lugar, sentía como la sombra la manejaba a su gusto, la izo sentarse en el barro con sus brazos a los lados sin poder moverlos por su cuenta, solo sus ojos estaban a su control y aun así no podía dejar de ver a la creatura arrastrándose hacia donde esta ella sentada.

A medio metro de distancia la cosa de humo se detuvo y se recogió formando una pelota gigante que emanaba un olor a podrido y plástico quemado, diez veces pero que el aire del bosque, no podía respirar como tanto quería hacerlo, su visión se fue nublando y lo poco que vio fue a la creatura alzarse y convertirse en una masa de dos metros de altura con dos orificios rojos que podrían ser sus ojos. Todo se quedó negro y sintió un gran peso sobre ella, luego se sintió flotar.

Despertó con el sonido te truenos en el cielo, tan fuerte que creía que se rompería, sentándose de golpe sus ojos vagaron por su habitación a oscuras con desesperación, viendo que nada estaba mal se recostó en la almohada agarrando aire, noto que estaba sudando tanto que su ropa estaba empapada y se le pegaba a la piel sintiéndose incomoda, se quitó la sabana de encima y cuando sus pies tocaron el suelo duro y frio callo de rodillas, su dolor de cabeza se disparó justo con la taquicardia, busco en la mesa de noche entre sus potes de pastilla aquella que la ayudaría.

Cuando se la llevo a la boca se dio cuenta que no tenía agua para pasar la pastilla por su garganta y le quedo de otra que dirigirse al baño y agarrar del chorro del lavamanos, tomando directamente su boca pegada a la llave, con el sonido de la lluvia de fondo.

Espero algunos minutos más mientras volvía en si para empezar con su rutina de todos los dias.

- La enfermedades de los huesos son comunes en adultos mayores y ancianos, en adultos menores se ven casos cuando la enfermedad es heredada por el padre o la madre.

Decía la profesora al mismo tiempo que anotaba aquellas que debían investigar y estudiar, mientras ella se frotaba las cienes tratando de calmar el dolor de cabeza para evitar tomar una pastilla más de las muchas que ya tomaba.

- Las siguientes enfermedades la tienen que estudiar ya que para la próxima semana tendremos algunas evaluaciones…

Le palpitaba la cabeza y le costaba concentrarse en lo que decía, sentía el cuerpo adolorido y cansado, tanto que sus ojos se irritaban y se ponían rojos y calientes, tenía que evitarlo si no quería tener que ir al médico, podría preguntarle a la profesora que es enfermera, pero no quería agobiar a alguien más con sus enfermedades y expediente médico.

- Amanda.- susurro su compañera de clases Erika con preocupación haciendo que otros alumnos voltearan a verla con curiosidad y retirando la mirada cuando ella los vio.- ¿te sientes mal?

Solo asintió y siguió masajeando las cienes, Erika se acercó más y le aliso el cabello moviendo sus dedos de la raíz a alas puntas tratando de ayudar. Erika era cinco centímetros más alta que ella, las dos tenían el mismo tono de cabello café dorado y piel blanca, aunque su compañera tenia curvas sutiles y bonitas mientras ella era más delgada y delicada, se podía decir que más débil también.

Mirándola de reojo mientras esta acariciaba su cabeza con la mano izquierda y escribía con la derecha, notaba que sus ojos eran del color de su cabello mientras los suyos eran verde aceituna y el izquierdo de un azul cielo, producto de una enfermedad ocular que le afectaba un poco la vista, las dos de nariz pequeña y rostro juvenil e inocente pero tan distintos a la vez, en cierto punto Erika se notaba más madura y sentía como si algo de su pasado todavía la atormentaba, a diferencia de ella que no sabía nada de su pasado o mejor dicho, no se acordaba.




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