Capitulo 2

Adán

El chico estaba herido y le costaba correr y huir, tenía que esconderse pronto o no viviría por mucho tiempo y para él eso no debía permitirlo, cuando logro salir del Bosque Perdido lejos de las sombras, escondió su espada y agarro un tronco que había cerca para usarlo de soporte mientras intentaba correr buscando algo en donde poder desaparecer, la pérdida de sangre lo mantenía débil pero en sus pensamientos solo estaba aliviado de poderla ayudar, así ella no lo notara, no podía hacer más nada de a partir de eso, pero él encontraría una forma de hacerlo, una forma de seguir ayudándola.

A unos diez metros sus ojos de halcón lograron ver una cueva lo suficientemente segura para poder curarse y descansar, ahora solo tenía que ser cuidadoso y silencioso para no dejar rastros de su ubicación ni dejar que escucharan a donde se dirigiría. Con una herida en las costillas como la de él era difícil hasta respirar, pero al salir del bosque fue un alivio para él, ya no se sentía tan enfermo como cuando lo rodeaba.

Paro un minuto para verse la herida, apresurado se arranco un pedazo de su capa marron y le la puso alrededor de la cintura, tapándola y presionando para que dejara de sangrar. Trato con lo poco de su energía que le quedaba elevarse del suelo solo unos centímetros, no debía dejar huellas, no tenía que dejar ningún rastro, todo fuera por el bien de ella, daría su vida, solo si sabía que estaría a salvo sin él.

Tardo dos minutos en llegar a la entrada de la cueva y aun así siguió en el aire hasta estar tres metros dentro de esta, sus ojos no encontraron nada dentro que fuera peligroso para él, ningún demonio Kapnós. Vio plantas que rodeaban las paredes de piedra y tierra que servirían para su recuperación. Algunas clases de animales que vivían en cuevas refugiándose de los depredadores, despertaron cuando sintieron su presencia, vio temor en sus ojos de animal pero lanzo un aura particular que los calmo y ellos siguieron con lo suyo ignorando al recién llegado.

Mastico algunas raíces mientras se quitaba la venda improvisada, con parte de sus guantes hizo algo, lo más parecido a un cuenco donde podría hacerse un ungüento para su herida. Escupió lo que había masticado antes en el cuenco y en la pared de roca que goteaba cerca lo dejo para que entrara un poco de agua, mientras se quitó las botas de piel de animal y metió la mano, sacando un frasco cilíndrico de cristal verde, quito el tapón y un chorrito del liquito amarillento que emanaba un olor acido, parecido al limón, fruta medicinal muy escasa ya en todo el reino.

Mientras esperaba a que hiciera efecto camino agarrado de las paredes más hacia dentro de la cueva, su aguda audición lo hizo percatarse de una corriente de agua cercana, todo estaba más oscuro por el anochecer y su visión le fallaba un poco por la pérdida de sangre y el cansancio acumulado.

El insistía y seguía diciéndose “debo hacerlo, debo protegerla” y “soy su única esperanza y ella es la esperanza de todos”, cuando llego a donde corría el agua no aguanto la tentación y se sumergió quitándose la suciedad y la sangre que tenía, no solo su sangre sino la de una criatura que hasta muerta hacía daño. Solo se vistió de cintura para abajo, dejando lo demás al descubierto para cuando le tocara curarse no se le pegara la ropa a las heridas, la más preocupante esta fuera de contaminarse, el agua en la que se limpió resulto ser un agua cristalina muy pura y curativa cerrando gran parte de la herida.

Justo en el círculo que lo rodeaba donde antes había estado, entraba la luz de la luna iluminando de gris plata el interior facilitándole la tarea, dejando de forzar la vista, comprobó por una segunda vez que no había allí nada fuera de lo común, se sentó y recostó su espalda en la pared respirando con alivio. Tardo unos segundos en darse cuenta que en el techo de la cueva había incrustados gemas preciosas de distintos colores, se levantó de golpe sintiendo acelerar su pulso, trato de alcanzar una gema pero estaban muy altas así que se rindió y se encamino a su improvisado cuenco mezclando con los dedos y pasándolo por la herida que el agua no pudo cerrar completamente por su profundidad pero dejando solo abierto superficialmente, lo cual era perfecto ya que se cerraría con mas rapidez, apretó los labios y aguanto el ardor, tantas veces que se había lastimado en el pasado peor que como se encontraba y nunca se acostumbraba a esa sensación.

Se sostuvo poniendo una mano en la pared mientas sentía como lentamente se cerraba la herida. Como tenía los ojos cerrados no noto cuando la luz de la luna ilumino a una gema incolora y se volvía blanca, cuando esta estaba llena de luz un sonido por la entrada de la cueva lo espanto y abrió sus ojos, todo paso más rápido de lo que creía y no estuvo preparado.

La entrada se cerró de golpe y la primera gema lanzo su luz a las otras del techo iluminando todo el interior de muchos colores, El guerrero vio toda la escena perplejo y muy asombrado, cuando algo del pasado llego a su mente sus ojos se iluminaron, de pronto todo tenía sentido, la cueva, las gemas y las plantas. Lo que todos llamaban cuentos y mitos era cierto y el vivía en ese instante para ver aquella genialidad de pureza creada por antiguas princesas.

En principios del reinado del Rey Horo I una guerra con el mismo infierno se desato, muchas personas de los pueblos y millones de guerreros morían, dejando humo y ceniza a su paso, con tierra muerta donde era imposible plantar y tener una vida, el aire contaminado asfixiaba a los pocos que quedaban vivos.

Las nueve princesas, hijas del rey, aterradas y con el corazón en pedazos se reunieron en el subterráneo del castillo y crearon una cueva con el poder de proteger del mal que asechaba al reino a aquella persona de corazón puro y de buena intención, dando cobijo y las necesidades que aquella necesitara.

Viendo que su creación era tan perfecta salieron del reino vestidas de vagabundo para vagar por los bosques y montañas creando más de aquellas cuevas con su poder divino, pasaron años y el poder del rey fue creciendo evitando más catástrofes.