El Reino Olvidado

Capitulo 6

Adán

Esos días fueron tranquilos, sus heridas se estaban curando y los Kapnós desaparecían con el filo de su espada cada día, todas las noches dormía tranquilo sabiendo que en la cueva no entraba mal que lo dañara, estaba engordando ya, o eran los músculos más definidos de las peleas constantes, se sentía más ligero, más rápido o solo serían los efectos de la agua y las frutas, le daban una tremenda resistencia, mucha energía y la adrenalina corría por su cuerpo en cada pelea.

No estaba seguro si era hora de volver y entregar el progreso de su reporte, no sabía si el rey estaría contento con eso, pero algo en él le decía que debía hacerlo, tenía que saber cómo estaba todo por allá cosa que lejos o en el bosque no podía saber. Tenía que saber quién era el líder de los traidores. El único problema sería que de camino al reino atraería a los demonios sombra, si enviaba un mensaje antes avisándoles, la verdad no era mala idea y como ya estaba casi curado su energía se repondría pronto. No perdió tiempo y envió un mensaje en código, marcho sin respuesta, ya había explicado todo en la nota y era seguro que el rey la leyera.

Anocheciendo sintió a los demonios cerca, debía ser más rápido si quería llegar a salvo. Media hora corriendo, y otras veces caminando llego a las afueras, todavía le quedaba dos o tres días de camino, no estaba seguro donde se encontraba, debía borrar las huellas y esconderse cuanto antes. Actuó por instinto y consiguió una cueva entre dos árboles torcidos, lanzo un hechizo de espejo y se recostó en una roca que sobresalía de la tierra, el colmillo que tenía como collar palpito calentándose, si no lograba dormir sucumbiría al cansancio, y el no necesitaba eso.

Había dormido demás y el sol alto en el cielo le estaba quemando el rostro, le dolió el cuello por dormir en mala posición, comida ya no tenia y su ropa estaba toda hecha un lio, abierta en el pecho y la espalda, pantalones sucios y desgastados, lo que mejor se encontraba era su capa y sin embargo le faltaba un pedazo, podía ver que un dedo sobresalía de su zapato derecho, tantos días fuera de su hogar lo volvió un poco salvaje.

Se sentó estirándose, viendo todo con una extraña tranquilidad, los pájaros alegres volando de nido en nido, una ardilla a lo lejos trepando un árbol, el lugar perfecto si existía, eso era lo que a él le gustaba, la naturaleza era su mejor amiga. Debía seguir caminando si no quería tardar más en llegar, la bolsa en su cintura estaba vacía al igual que no tenía nada que beber, la prueba apenas comenzaba, los años de práctica no debían ser en vano.

Los siguientes tres días se fuero tan rápido que enfrente estaba la montaña, cruzandola estaba un pueblo, su pueblo, sentía ansias de ver a su abuela, la única familia que le quedaba, la guerra le había arrebatado muchas cosas, incluyendo su juventud, pero las cosas podían ser peor, eso lo sabía, él no era el único que sufría con lo ocurrido.

En media hora se imaginó sentarse en una silla, comer en un plato con cubiertos, bañarse y cambiarse de ropa, la gloria. Pero eso era lo único, imaginaciones, primero el deber después las necesidades. No se quejaba, había sido así para el por años. Algunos días tenía miedo de no regresar, de no poder cumplir con el deber, en esos momentos difíciles es cuando más se obligaba a continuar.

Media hora para llegar, ya cuando estuviera rodeado de conocidos se sentiría más a salvo, en el lugar donde pertenece. Aunque puede que después de todo eso, si un día terminaba, estaría en el castillo trabajando, o en las calles de pueblo en pueblo.

Un viejo conocido lo saludo desde su puesto de armas, una amiga de su madre lo abrazo al verlo y algunos niños se acercaban a que él les contara historias, sus aventuras, sus luchas, tema delicado. Entro a su casa y busco a su abuela que se encontraba en la parte trasera dando de comer a las palomas en su silla desgastaba y agrietada, pedía auxilio desde hace meses, pero no habían podido conseguir otra que a su abuela le gustara.

- Buen día mi bebito, he pasado muchas noches en vela preocupada por ti.

- Pero aquí estoy abuela, tan vivo como antes de marchar - a medias, pensó.

- La chica de la esquina me hizo compañía, muy buena persona si me preguntas-le dijo con picardía.

El la ignoro y camino a su pequeña habitación para cambiarse recordando una porción de su pasado, después que su madre murió paso días deprimido, no quería ni anhelaba nada más, al ver a su pobre abuela intentando consolarlo de todas las maneras que se le ocurrían decidió hacer algo por ella, por él, por quien necesitara su ayuda. Cada fin de semana de descanso su abuela le presentaba algunas de las chicas del pueblo con la esperanza de que se enamorara de alguna de ellas, nunca ocurría nada, cuando estaba niño vio a una niña, fue la primera y última vez que la vio, después de eso no encontró a nadie más bella que ella, nunca supo más de ella, pero basto para hechizarlo de por vida.

Y ahora su abuela quería que se acercara aquella chica a la que no tenía ningún interés, y ni porque quisiera tendría algo con ella, ese no era su destino. Se bañó con prisa y cuando se estaba vistiendo escucho a su abuela hablar con alguien. Salió y se dirigió a la cocina para comer algo antes de marcharse.

- ¿Te vas?- escucho a su abuela detrás de él, triste.

- Tengo que, abuela - La vio agachar la cabeza - Vamos, no te pongas así, sabes que…- Una chica apareció en la puerta de la cocina - volveré.

Se enderezo serio y miro a su abuela, que sonrío cuando lo miro.

- Hijo, ella es Diana.

- Un placer - dijo este mirando a todos lados para al final mirarla a los ojos, era una chica muy linda de rostro dulce, morena con cabello ondulado, de todo ojos verde aceituno que embellecía aún más sus facciones.

Retiro la mirada y siguió buscando.

- Abuela, tengo que ir al castillo, si pudiera quedarme contigo lo haría, vendré antes de marchar, te lo prometo – Metió comida en el bolso que llevaba amarrado en la cintura, mientras ellas solo lo miraban - Te extrañare – dijo dándole un beso en la frente y caminando a su habitación – No hagas mucho esfuerzo, dile al señor Pool que te ayude si necesitar cargar algo pesado.




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