El Reino Sagrado de las Conspiraciones

Capitulo Uno – Parte Uno.

Arco: “Las Bestias Divinas del Reino Sagrado”

 

Effulgent Blinding Diamondheart.

La Domadora de Bestias.

El asedio de las Bestias Divinas hacia la capital una heroína genera.

Con un refulgente cabello celeste y cegadores ojos blancos su figura ni se altera.

Bendecida por los cielos, los dioses le otorgaron su ostento.

Portando su “Anhelada Providencia”, en la batalla no muestra clemencia.

Fundadora de la Orden de Paladines ¡Tú mantienes a las Bestias en los confines!

¡Oh venerada Effulgent! ¡Nuestra Resplandeciente Reina evocadora de paz y serenidad! 

 

 

El lugar estaba hecho de una madera de roble bien pulida, esto podía notarse principalmente en las partes del suelo no alfombrado y el techo; las paredes estaban recubiertas por una capa de pintura color crema.  En el centro de la pared opuesta a la puerta se encontraba una cama con techo, a un costado pequeñas mesas de luz y cuadros de hermosos paisajes verdes.

     Un suave rechinar acompañado del movimiento de la puerta hacia adentro fue la primera señal, el sonido de unos pies en las alfombras y luego en las tablas de madera del suelo fue la segunda señal.

     Las orejas puntiagudas del Elfo Ancestral se movieron al captar estas señales, pero el cuerpo de DreamMurr no hizo nada en respuesta. Él prefirió intentar seguir durmiendo en las sábanas impregnadas con su calor corporal, aunque ese no pudo ser el caso.

     La cantidad de pasos más la información previa del jugador le dieron a entender que se trataba de tres personas, dos de las cuales se dirigieron a los costados de la cama para correr las ventanas y abrir las persianas de la habitación. –Lamentamos molestarlo en su siesta nuestro Rey Soberano de las Armas, pero usted mismo fue quien nos pidió hacer esto –habló la voz de la tercera persona desde la puerta.

     Cuando la fuerte luz del sol ingresó e impactó con el cuerpo del elfo este reaccionó estirando sus músculos, seguido se frotó los ojos para despertarse. Las personas que entraron en la habitación eran Ninfas con trajes de sirvienta y cuyo cabello era una catarata de agua, había tres, aunque el total deberían ser cinco y esta diferencia lo preocupó. –¿Dónde están las otras dos? –quiso saber con una voz somnolienta.

     La sirvienta Ninfa que lo acompañó desde el Noveno Nivel inclinó su cabeza. –Mis compañeras se encuentran en la cocina, preparando su desayuno mi Rey Soberano.

     –Ya veo. –Saber eso permitió que la tranquilidad regresara a su cuerpo. Luego de haber tenido aquel enfrentamiento contra ese grupo en la Ciudad Perdida, él junto a sus amigos quedaron bastante alerta ante cualquier mínimo detalle, aunque tampoco era como para encerrarse en el castillo y no salir nunca más por el miedo.

      Las otras dos hermosas mujeres se dirigieron a un gran armario en la pared a un costado, cada una abrió una puerta y del interior sacaron ropa. Específicamente se trataba de la ropa que DreamMurr siempre suele usar, sus botas negras y traje militar.

     Al percatarse de esto el Alto Elfo procedió a correr las sábanas a un costado y levantarse, lo único que tenía puesto era unos ajustados bóxer de tela que remarcaban un gran bulto entre sus piernas. Los músculos de su cuerpo eran igual de prominentes e hinchados, en realidad aquel cuerpo de su avatar no era tan diferente al que tenía en su mundo ahogado.

     De hecho, si él nunca hubiera llegado a este otro mundo, por la constancia con la que hacía ejercicio habría llegado a obtener un cuerpo bastante similar en musculatura. Por lo tanto, el cuerpo que tenía actualmente era como una versión más adulta del original, sin contar obviamente los sentidos mejorados, orejas puntiagudas y corto cabello blanco.

     Las tres Ninfas presentes se ruborizaron ante esta situación, si su Rey Soberano las llamara a su cuarto de noche ellas aceptarían sin dudarlo. Aunque quizás tendrían un poco de miedo de la reacción que esto provocaría en Astros, de todas formas, actualmente ellas borraron esos pensamientos de su mente para centrarse y dedicarse en el trabajo para el que fueron creadas.

     Dejando las ropas sobre la cama el jugador se las puso y tres pequeños cristales rojos empezaron a flotar en sus hombros, las sirvientas se quedaron de pie en la entrada de la habitación. Por un segundo verlas paradas como estatuas generó una situación incómoda para el miembro de Diwedd. –Bajaré a desayunar–dijo alargando las palabras.

     Las tres se hicieron a un costado para dejarlo pasar, inclinaron las cabezas y esperaron a que su líder saliera de la habitación. –Nosotras ordenaremos la habitación señor.

     –¿No bajaran a desayunar también?

     –Eso sería una falta de respeto imperdonable, nosotras comeremos luego de usted.

     –Hmmm, está bien. –Sin estar muy contento con esa respuesta él la aceptó para empezar a caminar por el pasillo. Se trataba de una zona rectangular con paredes de madera y algunos cuadros en las paredes, lámparas de gas colgaban de la parte superior y había muchas más puertas.

     Lo que más destacaba de todo el lugar eran las entidades que lo acompañaron para protegerlo, desde los pies hasta el cuello tenían la apariencia de humanos portando armaduras azul oscuro con el logo del clan Diwedd; pero sus cabezas eran las de leones y tenían dos pares de alas saliendo de sus espaldas. Estos NPCs pertenecían a la raza de los ángeles, específicamente siendo Tronos, esto podía notarse por sus dos pares de alas.




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