Era pleno día y había una gran aglomeración de personas, en una plaza, en el sector mejor establecido de la ciudad se construyó un mercado. Pequeños puestos de madera con telas estaban a los costados y se expandían a lo largo, todos estaban ocupados por personas, pero era el doble la gente que iba a comprar.
Muchos vendían los mismos productos, que iban entre carne, telas y frutas, aunque algunos otros menores vendían cosas diferentes. El Siervo de Dios, que ocupaba la apariencia de un niño que asesinó, se escapó otra vez de los deberes que le encargaba su progenitora. Él pasó al lado de varios negocios pequeños que vendían cosas como velas, vasijas de barro, y otro tipo de porcelanas decoradas y herramientas simples.
Cernido en sus pensamientos él caminaba por la calle mientras su cuerpo automáticamente evitaba chocarse con otras personas <Las historias de estos caballeros Planitis me resultan contradictorias, todos hacen referencia a unos Reyes Soberanos que intuyó son los mismos Salvadores de la Humanidad, pero no me he topado con ninguno de ellos todavía ¿será que es todo una farsa?>.
El niño se detuvo a un costado de la calle para ver a todos pasar <Esos caballeros que parecen humanos son los suficientemente fuertes como para haber derrotado a las fuerzas del Reino Carmesí. Ellos podrían ser los Advenedizos y los Eromenos los Enepeces, pero los primeros están fingiendo> mostrando inconscientemente una mueca el ser se mordió las uñas
<Si pudiera haber observado esa segunda batalla tendría una mejor idea, solo Saturno fue a enfrentarse al ejército ¿Eso quiere decir que ella solo puede enfrentarse a ese gigante coloso no muerto? Después de todo es nivel 100, pero todavía me cuesta creerlo, debería tener alguna carta de triunfo…> sus ojos se abrieron en grande cuando recordó algo crucial.
<¡Eso es! Obviamente ellos llegaron aquí porque deben poseer al menos un Tesoro de Otro Mundo, con uno de esos es totalmente lógico que pudiera derrotar a ese ejercito> aun así, todavía quedaba una tarea por cumplir. El Siervo de Dios levantó la vista para observar el castillo al fondo <Tendría que comprobarlo>.
Ya habían pasado varios días desde que se infiltró en la ciudad, no quería perder más tiempo y regresar con sus Ascendidos quienes ahora los gobernaban. El niño empezó a correr por las calles esquivando a todos los humanos con los que se cruzaba.
Después de salir del mercado continuó un poco más por el sector mejor acomodado de la ciudad, la presencia de edificios empezó a disminuir hasta que solo quedaron prados verdes con ríos artificiales y molinos de madera, ese era el sector agrícola de la ciudad y por detrás debía encontrarse el castillo.
Siguió caminando, acercándose cada vez más. Pero repentinamente sus instintos de alto nivel le avisaron de la presencia de un ataque, rápidamente él recordó que se estaba haciendo pasar por un niño y esquivar el ataque lo delataría; aunque si lo recibía de golpe también habría un problema ya que rebotaría en su piel, lo que delataría algo inusual.
Para su suerte el proyectil no iba dirigido a lastimarlo, sino que debía tratarse más de una advertencia porque impactó a un costado suyo. De todas formas, esto hizo que el Siervo de Dios se detuviera en seco, una figura se hizo presente ante sus ojos.
Una mujer de largo cabello blanco apareció, llevaba puesto una armadura con un símbolo que era ahora la nueva bandera de este país. Lo que más destacaba era la alta calidad de los materiales, a simple vista uno podría percatarse de que era imposible de que fuera hecha por los humanos que vivían aquí.
En una mano llevaba un arco de madera que fue lo que usó para disparar y le dedicó una mirada furiosa al niño. –¿Acaso te perdiste? ¿Qué haces en esta zona?
–Ehmm. –El niño impostor tenía que pensar rápidamente en una excusa.
–Solo quienes trabajan en los campos tienen derecho de estar aquí. Estas son tierras que ahora pertenecen a los Reyes Soberanos y abastecen a los tuyos, retírate inmediatamente.
<Maldita sea, causar problemas no sería favorable> –Lo…lo siento. –El niño impostor se dio media vuelta para marcharse, caminó unos pasos antes de voltearse, pero solo volvió a encontrarse con esa mujer esperando a que se fuera.
El Siervo de Dios rechinó sus dientes, furioso <Tendré que esperar a otro momento donde ella no se encuentre> caminando de regreso a la parte rica de la ciudad su oído percibió algo, voces. Se volteó para ver de qué se trataba y dos personas… no, dos seres parecían analizar algo en un campo de cultivos.
A simple vista parecía tratarse de un humano sin madurar, que vestía ropas de un rey y estaba inclinado analizando los cultivos <No puede ser, eso no es un humano. Es un Desollamentes, pero ellos solo habitan en el Monte Fuvus ¿Entonces que hace aquí? Tampoco tiene la forma de uno, sino la de un humano>.
El otro niño impostor tomó entre sus manos una verdura y la apretó suavemente, seguido observó a la otra persona que lo acompañaba. Un ser femenino que en realidad se trataba de una Hada, pero sus alas debían de estar ocultas detrás del cabello cenizo. –¿Te parece que la calidad de estas verduras es adecuada? No quiero que el banquete para festejar el regreso de la señorita Júpiter sea con comida de ingredientes mediocres.
–Me parece que estos ingredientes son adecuados para que trabaje, Maestro. Además, es lo mejor que tenemos mientras se repone el almacén del castillo.
<¿Le llamó Maestro? No puede ser, no había visto a esos seres antes. Este vestido como un rey y esa Hada se refirió como Maestro ¿Se tratará del Rey Soberano al que hacen referencia los Planitis? No, ellos hablan en plural ¿Saturno debería ser la otra?>.
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Editado: 27.06.2024