El relicario

Capitulo 7: Ángel guardián

Casi anochecía, salí a pasear por el jardín y aún no me había cambiado el vestido, la fiesta había acabado demasiado tarde. Mis padres se fueron por negocios urgentes y Pol se quedó a cuidarme renegando. 

—¿Tan mala es mi compañía Pol?— le pregunté interrumpiendo su décimo suspiro. 

Su semblante seguía endurecido y sus ojos aún no podía verlos. Se sacó su saco y me envolvió tiernamente, me hacía acordar a alguien, pero... no lo recuerdo. Seguí mi camino y me encontré unos girasoles, eran pequeños, demasido pequeños, Pol se sorprendió al verme enloquecer por ellos, fue lo mejor que había encontrado.

—Pensé que odiabas las plantas.— me dijo cruzando sus brazos.

—Pues al parecer el disparo hizo efecto en mi.—sonreí, él también lo hizo. —Sabes... lo que  le dije a Mirna no fue cierto, lo de rodar tu cabeza.

—Es mi trabajo cuidarte Ariana.

—Bueno, siento apego por ti, me protegería yo para protegerte.—le dije observando el girasol. Él se movió sorprendido en el lugar. —Como las plantas, se necesitan unas a otras para crecer, así seremos nosotros.

—¿Por qué te fuiste Ariana?— me preguntó sacandose sus lentes buscando desesperado mi mirada.

—Tienen los ojos color avellana más lindos que haya visto.— sonreí nerviosa por sus penetrantes ojos.

—¿No me contestarás?

—No recuerdo absolutamente nada Pol, ¿Quieres que te mienta?— le pregunté enojada.

—Solo espero que no huyas otra vez, le costó la vida a un compañero y me rompiste el corazón ese mismo día cuando te fuiste con Mazzuti ¡Que bajeza! Irte de esa forma con un estúpido extranjero que lo único que quería era deshacerse de Mirna y huir con millones. Yo te prometí paz, amor, seguridad y me fallaste. Me irrita pensar en que te hayas olvidado de todo Ariana, pero cuando despiertes de una vez no mirarás petulante ni desafiante a nadie de aquí.—me dijo arremangando las mangas de su camisa nervioso.

—Te pido perdón por eso, ni siquiera lo recuerdo, pero si me ayudas con Hector no volveré acercame a ti, pediré que te remuevan o haré lo que pidas.—le supliqué. 

—Esta bien, puedo ayudarte con eso, solo debes pedirle a Hector que pase por ti, en tus condiciones solo dejarán que vayas con él si es un asunto mayor, debes tener cuidado, te contaré ciertos detalles después de que cenes hoy.— me explicó rápidamente viendo que mis padres llegaban en el auto.

—¿En mi habitación?—le pregunté mientras se colocaba los lentes y él solo asintió.

Me acerqué rápidamente a la puerta de entrada, los recibí con un abrazo, estaba volviendo a recordar esa calidez y ese amor, sobretodo con mi padre, me transmitía toda la seguridad del mundo.

—Hoy te tenemos una sorpresa hija.— me dijo mi madre agarrandome del brazo lentamente y guiándome hasta mi habitación. —Aquí tienes tu vestido, pruébatelo y nos vemos en el comedor en diez minutos.— me dió un tierno beso en la frente y se marchó pisando con sus tacos fuertemente el piso.

Decidí tomarme una ducha rápida, vi mi herida en mi cuerpo, la toqué intentando recordar algo de aquél día. Me maquillé un poco y me até los pelos en una media cola. Deseaba reconocer quién era, si realmente era tan mala como todos me lo hacían saber. El vestido que me trajo mi madre era negro escotado y con dos tajos en las piernas, habían unos zapatos brillantes en el fondo y una hermosa gargantilla, temí por un momento sacarme el relicario y que se perdiese, lo guardé en mi lugar secreto y salí velozmente de la habitación. En el camino me topé con Pol, su semblante se había endurecido y me agarró del brazo enojado metiendome en una habitación oscura.

—¿Qué demonios hace Luca aquí?— me preguntó soltandome el brazo y dando vueltas.

—¿De qué hablas?— le contesté intentando tranquilizarlo. 

—Luca, tu patético primo y tu mejor amigo, es una basura y le hace la vida imposible a todos aquí. Si logras que él se vaya de la casa antes de que se instale te ayudaré con tu problema.— me dijo mirandome a los ojos, estaba enojado, destruido.

Para ser sincera no tenía idea quien era Luca, mi cabeza me volvía a dar vueltas y me sentía débil, Pol advirtió que me comenzaba a sentir mal y me agarró rapidamente. Una imágen pasó por mi cabeza, era un chico del cual no sabía nada y no lo reconocía, era alguien familiar, me recordó mucho a Pol. 

—¿Ariana estas bien?—me preguntó Pol desesperado.

—Lo estoy, solo paso algo extraño y creo que recordé algo.— le dije mientras nos acercabamos cada vez más.

—¿Qué recordaste?— sus labios estaban cada vez más cerca de los míos.

—Creo que te recordé a tí.

Cerramos el espacio que había entre nosotros, nos besamos, pero era diferente, era un beso pasional, un beso de necesidad, era lo que esperaba  para esclarecer un poco mis ideas. Nos miramos tiernamente, cómplices de quizás un amor que no va a poder ser. Salimos de aquél cuarto completamente en silencio, yo adelante acomodando mi vestido  y el atrás como si nada hubiera pasado.

—¡Ariana, que cambiada estas!— exclamó un chico moreno con un traje plateado, al parecer era el famoso Luca. —¿Te acuerdas de mi? Soy Luca, vine aquí para ayudarte a recordar absolutamente todo.

—No necesito de ángeles guardianes Luca.— sonreí mientras rechazaba su abrazo. —Sé cuidarme sola.

—Que lo digas es contradictorio Ari, basándome en los hechos de que te dispararon y vas por la vida jugando al recordar.— me respondió petulante tomando un vaso de ron.

—¿Qué haces aquí?— le pregunté acercandome a él, intentando que mis padres no me escucharan de la otra sala.

—Digamos que me enteré que volviste a tus habilidades.— sonrió pícaro.

—¿Quién te lo dijo? 

—Ariana, volviste al ruedo de los casinos y eres la mejor en eso, cuando la reina vuelve los reyes se llenan los bolsillos. — susurró dandome una vuelta mirando mi vestido.

—¿Y tú eres el rey?— agarré la botella de ron y me serví.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.