El reloj

EL RELOJ

Volver a la ciudad donde nací no era como lo imaginaba tras abandonarla con quince años. Pensaba que mi regreso sería apoteósico, siendo una mujer exitosa y, poder así, a mi yo adolescente, darle el gusto de lucir orgullosa ante mis excompañeros que había dejado en el barrio, que la vida me había sonreído a pesar de sus burlas. Pero nada más lejos de la realidad. Seis años después piso de nuevo la casa de mis padres porque mamá ha decidido que este año la reunión anual familiar debe ser aquí. Pude ser convincente para irme a estudiar lo que me quedaba de instituto y empezar la carrera de biología en Luxemburgo, pero en esta ocasión no había cabida a discusión.

Las calles por las que arrastro la maleta siguen teniendo chicles pegados en el suelo, jardines sin arreglar y las aceras en mal estado por la falta de mantenimiento. Mi memoria fotográfica vuelve a recordar cuáles eran las baldosas sueltas que intentaba evitar los días de intensas lluvias para no mojarme las botas. Y ya llevo contadas al menos una decena más de ellas que se han sumado a la lista del pendiente de arreglar.

Una sonrisa aparece cuando diviso a menos de 100 metros la verja azul de mi hogar. Es curioso cómo crees que se paraliza el mundo cuando dejas atrás el sitio que te vio crecer, sin embargo, la nostalgia hace presencia cuando la encina que nos protegía del intenso calor del verano del parque de enfrente ha desaparecido.

- ¡Nata, cariño, por fin llegas! – los brazos de Ángela, mi madre, me achuchan desde atrás con la fuerza que siempre le ha caracterizado. Me he quedado mirando el hueco que ha dejado la encina y no la he escuchado llegar.

- ¡Hola, mi teniente! – grito con efusividad.

- ¿Podrías hacer el favor de dejar de llamarme así? Hace ya un tiempo que dejé de trabajar como oficial, ¡ya sabes que ahora me dedico a otros menesteres!

Y, a pesar de esa regañina susurrada, me giro para abrazarla con el cariño que siempre nos hemos tenido. Por su profesión, siempre ha sido una líder nata, con un carácter potente educándome con una rigidez envidiada por cualquier cargo del ejército. Gracias a su buena elección, siempre tuve a papá para suavizar el impacto. Llevan más de dos décadas juntos y es el mejor tándem que jamás he visto.

- Está bien, querida madre, aunque siempre serás mi teniente, en esta ocasión te daré el gusto, ¿está papá dentro de casa? ¡Me muero por una de sus chocolatinas!

- Jamás entenderé qué le veis a ese dulce, es como masticar azúcar con colorante. – me dice mientras frunce el ceño.

- No hay que entenderlo mamá, solo disfrutarlo con gusto y tu mirada me indica que algo me espera en la cocina, ¡subo a casa! – le digo con un rastro de humor que sé que en el fondo le hace gracia, porque le brillan los ojos cuando me ve tan feliz.

Tirando de nuevo con mi maleta, corro hasta el salón dónde encuentro a papá sentado en su sillón mostaza tapizado leyendo el periódico del día. Cuando escucha el traqueteo de las ruedas, aparta su mirada de la noticia y sus ojos azules se dirigen a mí.

- ¡Pero qué bonita está mi Natalia! Ven a darle un abrazo a tu padre, ¡cómo te he echado de menos, rubia!

Y así, con ese apodo, ya sé que vuelvo a estar en casa. Tras los saludos y dejar el equipaje en el cuarto, me reúno en el salón dónde se ultiman los preparativos. Como cada cumpleaños de papá, mamá se esmera en celebrar una fiesta con toda la familia al completo. Es la reunión por excelencia en los Rodríguez-Díez superando con creces la de Navidad e incluso hasta alguna boda.

- Mamá, ¿dónde está la decoración este año? ¿No vamos a poner?

- Este año hemos decidido que el cumpleaños va a ser más austero, solo queremos contar con la presencia de tus tíos y tus primos y disfrutar del ambiente cercano. – Me dice mientras dobla con esmero los paños de cocina que dejó de planchar tras perder la votación que claramente ganamos papá y yo por mayoría.

- ¿Y ese cambio este año? ¿Ha pasado algo? Pensaba que te iba bien en las formaciones en las empresas, ¿tenemos problemas económicos?

- No Nata, me va bien, no dejo de tener trabajo e incluso estoy pensando en subir los precios, es simplemente que en esta ocasión queremos que sea especial. Ya sabes además que este año nos reuniremos un día antes.

- Sí, lo recuerdo, aunque sigo sin entender las razones…

El día pasa entre conversaciones y confidencias. Mis notas este año se han mantenido estables, pero el uso de un idioma extranjero en asignaturas tan específicas me está complicando de más los estudios. Papá me cuenta que ha dejado de entrenar al equipo de niñas del barrio, y se ha tomado unas vacaciones en la clínica de fisioterapia. Tras dar algún paseo y cenar regreso a mi cuarto a dormir, aún sigue con algunos de mis cantantes favoritos pegados en las paredes como buen dormitorio adolescente.

Al día siguiente, comenzamos desde bien temprano a preparar la comida mientras esperamos la llegada de los invitados. Papá ha decidido quedarse con nosotras en la cocina y mirarnos trastear con la manga pastelera. Hacer postres siempre fue uno de mis pasatiempos favoritos, me hacía pasar tiempo con mamá y el abuelo, ¡y siempre tenía postre disponible después de la comida!

A media mañana, los ladridos del perro de mis tíos resuenan como coros al timbre que se escucha por toda la casa. Cuando abro la puerta, Manchas, una mezcla entre pastor alemán y golden retriever, se lanza a mis brazos olisqueando las manos manchadas de nata. Mi tía intenta sujetarlo, pero la comida puede más que ella. Cuando conseguimos tranquilizarlo llenándolo de caricias y abrazos saludo a mis tíos. Estoy contenta de volver a reunirme con ellos, sin embargo, algo en el cruce de miradas de mi tía y mi padre me produce escalofríos. Jamás los había visto tan callados, pareciera que se comunican con el silencio y de repente, como en una película de cine, se acercan y se abrazan, con una intensidad que me deja sin respiración, como si no fuesen a volver a verse. Cuando voy a preguntar qué me he perdido, mi primo Álvaro derrapa por la puerta sin darme opción a reaccionar gritando:



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En el texto hay: misterio, familia, tiempo

Editado: 02.06.2025

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