Tal vez fuera porque ya habían estado tres años en la Ee, o que algunos alumnos sentían el tiempo pasar más rápido esperando los sábados y seguir con las clases BETA a las que tanto empeño le ponían, pero los estudiantes sintieron que el primer trimestre pasó volando, y en cuestión de lo que sintieron como un parpadeo, ya estaban con sus primeros exámenes del curso.
El calor del mes de julio llenaba los pasillos y salones de la academia. A algunos les parecía agradable el cálido ambiente, a otros les hubiera gustado estar en la cama con alguna ventilación o algo que los ayudara a enfriarse.
—Y todavía faltan dos meses… —se quejaba Wyatt recostando su cabeza sobre la mesa del comedor donde estaban— y aparte esos meses son todo el otro bimestre…
—A mí sí me gusta el calor —comentaba Luna comiendo su salmorejo—, se siente bien.
—¡Claro, como tú puedes hidratarte cuando quieras! —le reprochó Wyatt.
—Enojándote no va a mejorar el clima, Wyatt —intervino Cha—. Mejor piensa en lo que vas a poner para el examen de la profesora Hannah y si estás preparado ya para hacerlo.
—Esta vez sí están difíciles los temas —comentó Sebástian luego de acabarse su salmorejo—, ¿De qué me va a servir a mí la geometría analítica en la vida si quiero estudiar psicología?
—¿Para calcular qué tan desviados están de la cabeza tus pacientes?
Todos en la mesa se rieron mientras terminaban de comer, teniendo en la mente el pedazo de papel que iban a responder dentro de unos cuantos minutos. Cuando se acabaron la pasta de color rojizo, llevaron los tazones de regreso al mostrador y se encaminaron al salón junto al resto de la clase, los cuales se hallaban repasando con sus cuadernos a mano los temas del examen.
Sebástian hacía memorias de lo que había estudiado la noche anterior mientras veía a su alrededor: No solo la clase de tercer año estaba nerviosa, habían algunos de cuarto año que intercambiaban información rápidamente o planificaban formas de copiarse; los de primer año se veían varias veces pero, pues era su primer examen en el mundo elemental, por lo que hojeaban desesperadamente sus cuadernos para que no se les olvidase nada. Sebástian recordaba cómo reprobaba cada una de las materias y suspendía los exámenes del primer trimestre de primer año, echándole algo de culpa a que a que no tenía un elemento, pero pensándolo bien en ese momento, lo que había salido en dichas pruebas era más teórico, aunque también ser el único que no tenía poderes en ese lugar no te daban ganas ni de intentar tomar un cuaderno.
Más temprano que tarde, se hallaba ya frente a la puerta de su salón, y al pasar por el umbral, sentarse en su silla y desearle buena suerte a todos los que pasaban a su lado, llegó la profesora Hannah con una sonrisa que más que aliviar, provocó más miedo a los allí presentes.
—Bien, seré rápida —dijo—. Pasen la hoja a los de atrás tomando una y comiencen, a quien encuentre copiando lo repruebo y será castigado, y tienen una hora. Suerte.
El sonido del grafito en fricción con el papel fué lo único que se escuchó durante ese tiempo. A la media hora, Sebástian levantó la mirada y vió que Luna había terminado, y cinco minutos después Ryan hizo lo mismo volteando su hoja y durmiéndose un rato. El exámen no era tan difícil, lo que lo hacía peligroso eran preguntas de selección múltiple donde habían dos o más respuestas que sonaban como una respuesta correcta o incógnitas capciosas que, cuando te dieras cuenta, ya habrías desperdiciado buen tiempo resolviendo fórmulas erróneas y la respuesta estuviera a solo treinta segundos de despejes. Sebástian no pudo evitar recordar aquella vez en la que la profesora Hannah les puso varias hojas que en total eran cien ejercicios con hora y media para resolverlos, y no fué hasta que el tiempo había terminado y el máximo al que habían llegado era sesenta resueltos que alguien se percató que al inicio de la primera hoja decía «solucionar solo los cinco primeros problemas».
Sebástian, cuando terminó con el antepenúltimo ejercicio unos minutos después, volvió a ver a Sun-Shin. Estaba totalmente centrada en su hoja, apretando los pocos labios que tenía y escribiendo las respuestas que su calculadora le mostraba. Sebástian no pudo evitar esbozar una sonrisa y sentir como si los nervios del examen se esfumaran de su cuerpo para dar paso a una sensación de paz y alegría acompañado de sentir cómo su corazón latía con más fuerza.
Volvió a centrarse en su exámen, y resolvió los últimos dos ejercicios que le faltaban, ya sólo quedaba saber si estaban correctos, aunque aún si no lo estuvieran tenía la calificación suficiente para no reprobar. Sus ojos, tras voltear la hoja, se enfocaron en la figura de Wyatt, el cual parecía que le faltaban unos cuatro ejercicios por el sitio donde estaba escribiendo. Wyatt había adquirido un aspecto apolíneo durante el trimestre debido a las clases de Sebástian los sábados, además de haberle pedido al profesor Nathan que le hiciera unas pesas para entrenar con ellas en su habitación. Sebástian confiaba en que eso le habría ayudado mucho a Wyatt a llevar su cuerpo al límite, ya que ninguno de los demás parecían haberle puesto tanto esfuerzo o dedicación como él (aunque eso no significaba que se hubieran quedado atrás, pues todos habían mejorado con el pasar del tiempo).
Faltando cinco minutos para terminar el examen, Wyatt finalmente terminó y, tras un suspiro de alivio, volteó su hoja.
La profesora, al terminar el tiempo, tomó los exámenes de cada uno y se retiró del lugar, no sin antes volver a desearles suerte a todos.
Al siguiente día fué lo mismo con el profesor Brandon, aunque a decir verdad, la clase de biología era la más querida y apreciada por todos, así que pasar estudiando a niveles en los que incluso no dormirías no era una molestia para nadie de tercer año. Las teorías de la evolución tanto humana como del universo eran algo costosas para los allí presentes, aunque al igual que en clase de matemáticas, Luna volteó su hoja en media hora mientras los demás batallaban por establecer las diferencias entre las leyes de Darwin y Lamarck usando jirafas.