El renacer de las tinieblas - parte uno (elemental School 4)

Capítulo 8: La nueva orden de Letallis

El sol salió un día más, su luz pasó a iluminar las habitaciones que hacía minutos estaban envueltas en la oscuridad, y el cantar de las aves resonaba a través de las ventanas de las habitaciones, que se hallaban casi todas vacías al haber actividad escolar como todas las semanas. 

 

En la cafetería del colegio, el cuarteto se hallaba desayunando un tazón de lo que parecía una pasta de color morado debajo de varias frutas cortadas junto al ameno sonido de los alumnos que entablaban sus propias conversaciones o vida personal, pero en el sitio donde la cuarteta estaba, reinaba un silencio extraño y una heladez en el ambiente.

 

Wyatt y Luna observaban a la pareja que tenían enfrente: Sebástian estaba con una actitud neutra mientras comía, aunque lo que a ambos les parecía raro esa vez era que éste no le había dirigido (o tan siquiera vuelto a ver) a Cha, quien estaba con la vista clavada en él desde que llegaron.

 

—¿Buenos días? —dijo la coreana, haciendo que Sebástian finalmente se volteara. 

 

—Buenos días —respondió con algo de indiferencia para luego seguir comiendo.

 

Aquel acto hizo que los otros tres abrieran un poco los ojos.

 

—¿Cómo dormiste hoy? —continuó Cha.

 

—Bien —se limitó a decir.

 

—Sebástian… ¿te ocurre algo?

 

—Nada, ¿por qué la pregunta?

 

—Es que siempre me deseas los buenos días al verme, y en ocasiones eras el que ponía temas de conversación aquí en la mesa. ¿Te ocurre algo? —repitió.

 

—No siempre debo poner temas, y sobre lo otro, se me olvidó hacerlo hoy —se excusó—, pero si tanto insistes y te molesta: ¿Cómo amaneció hoy mi amada, querida y siempre leal pareja? —dijo fingiendo una vocecita áspera para volver a comer lo que quedaba en su plato.

 

Wyatt y Luna se quedaron asombrados por aquella actitud de Sebástian, ya que él siempre era alguien a quien conocían meloso y de pronto parecía buscar algún tipo de pelea con Cha, quien solo lo vió a los ojos sin perder la dulzura en ellos.

 

—Si tienes problemas, puedes decirmelos y haré lo que pueda para ayudarte, pero no te pongas así. ¿Te ocurre algo? 

 

—Dije que no me pasa nada. Te pones muy irritable a veces, te lo juro.

 

—¿Irritable? —repitió la coreana mientras los otros dos ya empezaban a murmurar entre ellos— ¡Sólo te pregunté qué te ocurre! ¿Por qué me hablas así?

 

—Ya lo sabes —respondió para luego pararse de la mesa e ir a dejar su bowl y caminar hasta el salón de clases, desapareciendo por el umbral.

 

Algunos de los que estaban en las otras mesas voltearon a ver la escena, pero tras un tiempo volvieron a lo suyo. El trío que había quedado se vieron los unos a los otros luego de la pequeña murmulla entre Wyatt y Luna.

 

—Creo que le ocurre algo —dijo Wyatt.

 

—Gracias, Sherlock, si no nos dices no nos damos cuenta —respondió Luna.

 

—Pero, ¿qué le ocurrirá? —inquirió Sun-Shin más para sí misma que otra cosa— Anteayer lo ví raro, pero no se había comportado así. Es decir, fué algo distante conmigo, pero no a este punto.

 

—¿Desde el sábado está así contigo? —repitió Luna extrañada.

 

—Debe ser por las clases BETA y lo que le dijeron esos otros dos descerebrados —teorizó Wyatt mientras apuntaba con la boca a Agda y a Ryan, quien estaban desayunando en mesas apartes y diferentes entre sí—. Debiste haberlos oído, no les partí la boca porque…

 

—Porque estabas desmayado y después recuperándote —lo terminó Luna—, aunque admito que la teoría es buena. Ayer no lo viste raro, Cha?

 

—Ayer no lo ví en lo absoluto —respondió ella terminando de comer—, incluso sospechaba que no salió ni para comer, aunque no parecía hambriento en el desayuno, lo cual me tranquiliza y me hace creer que sólo se escabulló por ahí para que no lo veamos.

 

—Pero no entiendo qué tiene que ver eso con que tú sabías específicamente el por qué estaba… —continuó Wyatt, pero de pronto un sonido vino de una mochila con estampados de una astrífera noche, la cual estaba a la par suya.

 

Abrió el zipper del bolso más pequeño de la mochila, y además de lápices, lapiceros y demás útiles de escritura, había un teléfono cuya funda era la imagen de una tormenta eléctrica y la pantalla tenía la notificación de una llamada entrante de una tal “Ashley”, cuyo nombre les resultó bastante familiar o conocido de algún lado a Cha y a Luna.

 

—¿Qué querrá ahora esta zarrapastrosa? —se preguntó a sí mismo y atendió— Habla ahora o calla para siempre, y que sea rápido, ya casi comienzan las clases.

 

Del teléfono que Wyatt no se despegaba de la oreja derecha, se podía escuchar una voz de una chica bastante joven, aunque no se entendía lo que hablaba por el volumen del celular. Mientras Luna y Sun-Shin hacían memorias de dónde habían escuchado ese nombre, notaron como la cara de Wyatt empezaba a denotar preocupación y miedo.

 

—¿Pero va a estar bien? —cuestionó Wyatt con un tono inquieto y se quedó callado mientras parecía recibir una respuesta— De acuerdo, dile que lo saludo y que no le va a pasar nada —dijo, y tras una risita por algo que recibió en respuesta, colgó, pero aún conservaba un rostro algo afligido.

 

—¿Estás bien, Wyatt? —preguntó Luna al verlo.

 

—Mi hermana me llamó —contó—, dice que mi abuelo tenía molestias en el pecho desde hacía unos días y ella junto con mi abuela fueron al hospital a checarlo, lo mandaron con un cardiologo y le diagnosticaron micardiopa-no-se-qué, y que está algo delicado pero ya se está medicando. También me contó que el muy chistoso le dijo a ella que sea como el cardiólogo y se fije más en un buen corazón que en el físico.



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En el texto hay: elementos, juvenil, ficcion

Editado: 07.07.2023

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