Capítulo 9: Las lágrimas del arcángel

En una butaca a las afueras de una casa de dos pisos hecha de ladrillos, un hombre se hallaba tomando el sol mientras veía la calle. Tenía ya su edad, su cabello era blanco, corto y cualquiera que lo viese diría que parecía algodón, su cara tenía tantas arrugas como una pasa, y daba la impresión de ser alguien bajo de estatura. 

Mientras los rayos del sol le daban en la cara, alguien se sentó a la par de él, y este joven que lo acompañaba destacaba por su peculiar rayo amarillo teñido en un partido de su pelo, era Wyatt. Los ojos de ambos se encontraron sin decirse ni una sola palabra, simplemente se sonrieron uno al otro hasta que todo se desvaneció, y en su cuarto de la Ee, el inglés abrió los ojos.

Volteó a ver a la ventana que tenía en su habitación, y la luna parecía tener la intención de esconderse tras la montaña Berserker a pasos de tortuga. Wyatt se levantó, se posó sobre el alféizar de la misma y con aires melancólicos recordaba a su abuelo, ahora enfermo y lejos, mientras observaba al astro blanquecino.

Los rayos del sol atravesaban los cristales de las ventanas, iluminando el comedor de la academia, donde además de estar comiendo, los alumnos murmuraban con su grupo de amigos en la misma mesa apuntando disimulados hacia dos sujetos que compartían espacio.

En una de las mesas, desayunando tostadas, jales y un vaso de leche, el cuarteto simplemente comía sin dirigirse la palabra por lo sucedido la noche anterior. Sebástian, quien parecía no haber pegado el ojo toda la noche, se limitaba a comer y Cha, que parecía aún enfadada, hacía lo mismo.

Para Wyatt, Luna y de hecho, todos los que los conocían, esto era algo nuevo, pues siempre aquella pareja se la pasaban juntos y ahora parecían odiarse.

Cha terminó su desayuno, y tras despedirse de Wyatt y Luna y dar una mirada con tonos airados a Sebástian, se retiró rumbo al salón de clases. Sebástian había notado cómo Cha lo había morado y se limitó a ver su plato, el cual desde hace unos minutos estaba ya vacío.

Ningún ruido se hizo intruso en aquel entonces, y tanto Wyatt como Luna sintieron el ambiente pesado, como si sus uniformes tuvieran plomo en la parte del cuello y el pecho mientras los demás disimulaban la atención hacia la pareja. Sebástian suspiró, y parecían llenarsele los ojos de lágrimas.

—¿Qué debo hacer? —preguntó el mexicano de pronto— Luna, dijiste que ustedes eran mis amigos y que debía contarles todo.

—Si, así es —afirmó la rubia comiendo sus tostadas mientras sentía que el plomo se volvía un tanto más ligero—, pero, ¿A qué te refieres con "qué debo hacer"? Porque si me preguntas a mí, deberías disculparte con Sun-shin y decirle por qué de pronto eres un grosero con ella.

—No… no lo haré, no se lo quiero explicar… 

—¿Y entonces cómo lo van a resolver, Sebástian? —intervino Wyatt luego de tragarse su pan— No piensas hablarle ni explicarle tus problemas, y así nunca van a mejorar las cosas.

—De hecho estuve pensando en eso toda la noche —se explicaba Sebástian con lágrimas empezando a salirle de los ojos— efectivamente nunca van a cambiar las cosas, al menos para mí. Voy a terminar con ella.

Tanto Wyatt como Luna abrieron los ojos ante esas palabras y las lágrimas de Sebástian, y no pasó nada de tiempo cuando Wyatt se sentó a la par de Sebástian y lo rodeó con su brazo.

—¿Terminar con ella? —repetía este incrédulo mientras le acariciaba el hombro— Sebástian, desconocemos lo que te está llevando a tomar esa decisión, pero sé que tiene que ser algo malo para que estés considerando eso.

—¿Seguro que no tiene nada que ver con las clases BETA? —insistía Luna— sé que nos has dicho que no es eso, pero es lo único que nos has dado para pensar.

—No —respondió este secándose las lágrimas que se asomaban de sus párpados inferiores, los cuales estaban de un color oscuro producto al poco sueño—, o bueno, solo lo son en parte. 

—¿Y entonces qué te ocurre?

—Que tengo miedo de que me engañen de nuevo, ¿Okey? —al notar el ceño fruncido de sus amigos, se explicó— desde inicios de año, un güey de cuarto año está detrás de Cha, y créanme que el tipo es perfecto a la vista, y cuando regresamos a la Ee el día del examen de las clases BETA, lo ví a él y a Cha conversando en los pasillos, y mi mente transformó ese momento en el recuerdo de Sofía besando a aquel otro sujeto, y desde entonces cada que veo a Cha… solo puedo ver a Sofía, y me duele —Varias lágrimas empezaron a pasar por su mejilla— Ella no sé merece estar conmigo, nunca antes habíamos peleado, y si tan buena pareja hiciéramos esto no estuviera ocurriendo y estaríamos bien, pero esto es una muestra que lo mejor es ser simplemente amigos, y me duele, porque a pesar de todas las cosas yo la quiero y estoy enamorado de ella, pero no puedo seguir con esto, ni seguirla mortificando… 

En el momento en que Sebástian terminó de hablar y sollozó débilmente, Wyatt y Luna se lanzaron a abrazarlo, y este apretó los brazos de ambos mientras se desahogaba.

—Díselo a Cha —le aconsejó Luna—, ella va a entender la situación y conociendola intentará hacerte sentir mejor, ya viste cuánto te insistió en que le digas qué te ocurre, pero no te enfoques en terminarla para acabar con tus problemas, busca hablarlos, porque te diré una cosa, Sebástian: la calidad de una relación no se mide en las pocas peleas o discusiones que tienen, sino en cómo se toman la molestia de arreglar sus asuntos y resolverlos.

—No existen parejas perfectas, Sebástian, todas tienen sus altibajos que deben resolver —añadió Wyatt con aires de estarse contagiando de los llantos de Sebástian—, así que en lugar de buscar la forma de romper con ella, enfócate en cómo hablar y llegar a una solución. Me duele que estén así, porque siendo sincero, yo estaba muy emocionado cuando supe que se gustaban el uno al otro el año pasado, y verlos ahora es tan… ¡Auch!