Con los primeros albores, los estudiantes de tercer año se hallaban en el gimnasio de la escuela, acatando la orientación de la profesora Jade, quien los mandó a trotar diez minutos alrededor de la cancha como calentamiento. Como había sido desde las clases BETA, aquellos que habían participado en la materia de Sebástian tenían más fácil realizar los ejercicios, destacando entre los que ya estaban con las piernas adoloridas y con menor velocidad en el trote.
Cuando el tiempo había terminado, la mayoría se sentaron en el suelo jadeando con fuerza, mientras que unos otros tomaban un poco de aire sin rastros de cansancio excesivo.
Sebástian se hallaba más enérgico, y notablemente más descansado que hace unos días, y la relación entre él y Cha había mejorado notablemente. Por ahí había escuchado comentarios como que ambos eran de los que terminaban un día y a la semana regresaban, pero aquello le hizo más gracia que otra cosa.
Volvieron a realizar ejercicios tras un minuto de descanso, y aquellos que sentían un hormigueo en las piernas bufaron. No había tanta diferencia entre la clase de educación física con la clase BETA, tal vez inconscientemente Sebástian se basó en dicha materia para sus enseñanzas, pero con cuatro horas de duración en lugar de los cuarenta minutos del tiempo que tenían con la profesora Jade ese día. Durante las lagartijas, sentadillas y carreras de velocidad, Sebástian notó que Ryan parecía más concentrado de lo normal, seguido de Wyatt, quien ya le había escuchado que intentaba aún transformarse. ¿Podría ser que Ryan también lo estaba intentando y veía educación física como una oportunidad para sentir que explotaría? De ser así, la tendría más fácil que el inglés, pues Ryan fué de los que sentían el fenómeno de la botella llena, aunque esta afirmación por parte del castaño le había parecido un tanto extraño en su momento, pero no pensó demasiado en ello.
Mientras se limpiaba el sudor de la frente con el dorso de su mano al final de la clase, alguien le tocó el hombro, y cuando volteó a ver de quién se trataba, vió un par de ojos pintados con sombras oscuras que lo miraban junto con una sonrisa infantil y una bufanda de color amarillo en el cuello de la chica, la cual parecía demasiado incómoda por el sudor que empapaba la tela pero indispuesta a quitársela.
—Sebástian, ¿Me podrías ayudar en algo?
—Emm… claro, ¿Por qué no? ¿Qué necesitas, Agda?
—Verás… ¿Qué quieres estudiar cuando salgas de la Ee?
Aquella pregunta le había tomado algo desprevenido a Sebástian tomando en cuenta que Agda se la formulaba, pero a fin de cuentas no era algo que debía mantener en secreto o fuera vergonzoso responder.
—¿Yo? Psicología, ¿Tú?
—Enfermería —respondió ella—, y durante las vacaciones tomé un curso, y me gustó bastante, pero sólo vimos la parte teórica de la venopunción mientras que practicabamos todo lo demás. ¿Me permitirias practicarlo contigo?
—¿Veno-qué-cosa? —frunció el entrecejo.
—Venopunción —repitió ella—, básicamente es extraer sangre para analizarla en un laboratorio. Entonces, ¿Me ayudas? Le pedí a Sun-shin el favor, pero no quiso —le contó de repente sin dejarlo de ver a los ojos.
—Es que ella le tiene miedo a las agujas —se rió.
—¿A-ah, si? —tartamudeó Agda— bueno, ¿Me ayudas o no? —insistió—, hazlo por los buenos tiempos juntos.
—¿Pedradas e insultos lo llamas "buenos tiempos"? —pensó Sebástian, y analizando la petición, Agda parecía en verdad esperanzada de practicar aquello con alguien, y con la forma de ser de la chica, tenía conocimiento que nadie querría ayudarla por temor a que algo les pasara, así que no podría encontrar a otro que tuviera la más mínima de aceptar, y Sebástian decidió arriesgarse— De acuerdo, iré a tu habitación después de clases… ¡Confío en que no me vas a hacer nada malo!
Sebástian notó que Agda se emocionó, y parecía ocultar querer dar brinquitos de celebración.
—¡De acuerdo! —dijo ella— mi habitación es la número quince del pasillo ocho.
Y entonces Agda volteó y regresó por dónde había venido, dejando a Sebástian sólo y preguntándose si aquello fue una buena idea.
En alguna otra parte del gimnasio, Cha estaba al lado de la puerta esperando a sus amigos para irse al recreo, notando cómo Sebástian hablaba con Agda y Wyatt con Luna, luego volteó a ver a Ryan, quien aún seguía haciendo ejercicio sin descanso.
—Hola, Cha —le dijo una voz desde la puerta.
Sun-shin volteó hacia el que la había llamado, y la figura alta, pálida y delgada de Alexandre estaba apoyado en el marco de la puerta, mirándola a los ojos con una sonrisa.
—Hola, Alexandre —le respondió ella sin ganas, recordando aquella conversación con Sebástian dónde supo que el sujeto de ojos azules estaba interesado en ella.
—Veo que ya terminaste tus clases, tenía ganas de ir al patio y sentarme con alguien, ¿Vienes?
—Ahí está Aaren, ¿No puede o…? —le respondió dándose cuenta que a sabiendas de que tenía una relación intentaba crear intimidad con ella. Alexandre sonrió por aquel comentario.
—Veo que no estás de humor hoy, y de acuerdo, lo respeto, ven a verme cuando estés mejor.
—No, Alexandre, no voy a buscarte —le afirmó ella, dejando la puerta y yendo hacia Sebástian, el cual estaba tan inmerso en lo que le había dicho a Agda que no se había ni enterado de lo que ocurría.
Cuando el cielo estaba de color naranja y la jornada de clases había terminado, Sebástian se hallaba en el pasillo ocho, caminando hacia la habitación quince. Durante el almuerzo, le había comentado a sus amigos su ofrecimiento para Agda, cosa que les generó algo de extrañes por ambas partes pero que tras pensarlo un poco, Agda también merecía que la ayudasen con lo que decía era su sueño.