El renacer de las tinieblas - parte uno (elemental School 4)

Capítulo 11: ¡Penumbras!

En toda Enemeia había caído un aguacero desde aquella noche, las afueras de la Ee estaban llenas de charcos y la tierra vuelta fango, las ventanas tenían aún gotas de agua sobre sí mismas e hizo un aire fresquito en todo momento, pero desde el día anterior parecía aminorar el clima, y en la noche todos se fueron a dormir con poco más que una brisa que relajaba a los alumnos con sus golpes al cristal de las ventanas y las paredes de las habitaciones.

 

Eran las cinco de la mañana, había dejado de llover por fin, y el aire gélido había infectado las sábanas brindándoles una comodidad que Sebástian hubiera descrito como estar en una piscina, pero no podía seguir tumbado en la cama aunque quisiera.

 

Se estiró, frotó sus ojos y se levantó con todo el pesar de abandonar aquel cómodo colchón rezongando por la ducha fría que lo esperaba como todas las mañanas.

 

Luego de unos minutos, regresó al dormitorio tiritando y empapado, poniéndose a duras penas el tibio uniforme de educación física para luego ir a desayunar junto a sus amigos.

 

Desde la semana pasada, la relación de Sebástian y Cha fué hecha a un lado por los curiosos para enfocarse en el moretón que Agda tenía en la mejilla izquierda y gasas de tela en uno de sus costados. La explicación que esta daba a los que la interrogaban por ello era que se había golpeado con el borde de su cama una vez que se resbaló por la humedad del suelo, y que unos tornillos de la misma la habían cortado mientras caía. 

 

Aquella mañana ya no eran tan notorias las señas del golpe propiciado hacia la chica, y la tela que una vez le había envuelto las heridas de aquellas uñas había sido retirada, dejando unas costras en su lugar.

 

Al entrar en el salón de clases, los estudiantes observaron que tanto la profesora Jade como el director Lenard los estaban esperando, y este último se encaminó hacia ellos.

 

—Buen día, jóvenes, ¿Saben dónde está la joven Agda? —preguntó el director, a lo que la chica levantó la mano para anunciarle su presencia— Ellingsen, me había llegado un aviso la semana pasada sobre que necesitas a alguien para practicar extracción de sangre.

 

Los ojos de Agda se abrieron y se dirigieron a Sebástian, quien también la veía con una sonrisa y levantando el pulgar, pero ante la vista de Sebástian, ella parecía temerosa, asustada o nerviosa por aquello.

 

—Judas… —le susurró esta al mexicano, aunque no la pudo oír por la distancia entre ellos.

 

—Toda la semana había estado lloviendo, y la ayuda que pude conseguirle no podía asistirle por ese motivo, ¡Pero hoy por fin ha cesado esa tormenta! Y la señora Prishka ha aceptado venir a asistirla con gusto sobre el tema. Profesora Jade, le pido me preste a la joven Ellingsen, ya me encargaré de que realice alguna prueba similar a la que iba a ser partícipe el día de hoy.

 

—No se preocupe, director —sonrió aquella mujer—, y al resto de la clase les pido que caminemos al salón de cuarto año. Creo que saben que está a la derecha siguiendo el orden del número de cursos.

 

Tercer año acató las órdenes de Jade, y con preguntas que la profesora no respondió por el momento, caminaron hasta una puerta con el número cuatro inscrito en ella, y al abrirla, vieron a todos los estudiantes de cuarto año también vestidos con el traje de educación física, y el profesor Brandon se levantó de su asiento para explicarles a los dos cursos lo que ocurría.

 

—Buen día, jóvenes de tercero, el motivo por el que los trajimos aquí y le pedimos a ustedes, cuarto año, que se pusieran uniforme de educación física el día de hoy, es porque van a tener una clase compartida con la profesora Jade.

 

—Siempre buscamos que tercer y cuarto año tengan una relación de hermanos —continuaba la profesora—, ¿Y qué mejor forma de convivir que con clases compartidas? Ustedes, cuarto, ya tuvieron su momento de ser los hermanitos el año pasado, hoy les toca cuidar de sus hermanos menores y enseñarles cosas desde la sana convivencia.

 

Ante aquellas palabras, Luna miró hacia donde estaba una chica alta, rubia y de tez morena que le sonreía emocionada; Wyatt miraba a Aaren, intercambiando un apretón de manos una vez se pusieron frente al otro, y Sun-shin pasaba tan siquiera de ver al chico de pelo liso con flequillo al costado, observando en su lugar a Wyatt conversando tan ameno con Aaren.

 

—Bien, iremos al valle Elementya para realizar las pruebas del día de hoy. Por lo general les pediría hacer una fila para salir, pero creo que por hoy les permitiré ir en desorden para que aprovechen su convivencia.

 

—¿Y Agda? —preguntó un chico de rasgos asiáticos al ver que su ex compañera no estaba entre los de tercer año, llevándose un pícaro «uuuuuh» por parte de sus conocidos.

 

—Está en tutoría con el director y una enfermera de la cual no recuerdo su nombre, no podrá asistir.

 

En el desorden que había sido permitido, las dos clases caminaron a las afueras de la Ee haciendo un bullicio entre ellos, desde aquellos que ya se conocían como los que parecían interesarse en conversar con alguien nuevo. El suelo, antes firme y verde, se había vuelto lodo y barro por las lluvias, y los estudiantes ralentizaron sus pasos ante las amenazas de resbalar, caer al fango y ser la burla momentánea del resto.

 

Cuando el lodo les había llenado la suela de sus zapatos, llegaron al bosque sombrío, y a través de un camino de tierra que habían hecho hace quién sabe cuánto, se hallaban atravesándolo. Los árboles estaban secos, algunos de ellos tenían restos de hojas color grisáceo en sus puntas, y una neblina cubría los alrededores atravesando los espacios entre la arboleda que hacían también sonar silbidos aterradores con el viento que soplaba. A pesar de haber pasado varias veces por aquel sitio, a Sebástian aún se le ponía la piel de gallina estar ahí, y su corazón aún daba vuelcos al escuchar el tenebroso graznar de los cuervos que se posaban en las pútridas ramas alrededor del sendero.



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En el texto hay: elementos, juvenil, ficcion

Editado: 07.07.2023

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