Todo alrededor estaba oscuro nuevamente, las piernas de Wyatt se movían solas adentrándose más en las sombras por la ya costumbre de haberlo hecho desde hacía un mes, sentía que el aire le faltaba y una presión extraña en su pecho se hacía presente al recordar lo que sabía que iba a encontrarse en algún punto más adelante.
Sus piernas perdían fuerza con cada paso que daba, alguien hablaba, pero él no entendía lo que trataba de comunicar, era como un susurro continuo que lo molestaba. Sus pies tocaron algo sólido y suave al mismo tiempo, y al bajar la mirada divisó de nuevo el cuerpo sin vida de su abuelo, con el rostro imperturbable con el que siempre se le aparecía en aquellos sueños que siempre, por más que intentara, provocaban en él un estremecimiento que lo hacía despertar de inmediato.
Abrió los ojos, estaba en el salón de clases, y cayó en cuenta que aquel susurro molesto no era más que la voz del director Lenard dando su materia con la sonrisa imperturbable con la que siempre lo veían.
Wyatt bostezó mientras se frotaba los ojos y apretaba el puño que tenía libre sobre su pupitre. Desde hacía ya buen tiempo soñaba siempre con lo mismo, cada que iba a la cama no dormía más de dos horas, ya que siempre se despertaba al ver la imagen de su abuelo tirado sin rastros de vida en él y los nervios, acompañado con una extraña sensación de impotencia que se hacía presente, lo mantenían despierto a tal punto que sus ojos y los de Agda, maquillados con sombras, no tenían mucha diferencia, salvo tal vez por los párpados caídos que eran ahora parte de la imagen diaria del inglés.
Mientras luchaba por mantener sus párpados abiertos, una bola de papel le golpeó en la cabeza para luego caer al suelo. Wyatt volteó a ver aquella pelota, y flexionando su cuerpo la tomó y desenvolvió, notando de inmediato la letra de Luna.
«¿Are you ok?»
Wyatt tomó su pluma tras leer aquella pregunta, y tras escribir «It's that dream, again» bajo la interrogante con notoria pereza, arrojó el papel lo más cerca de Luna posible, pues la fuerza no le daba para lanzarlo directamente a ella, cayendo a los pies de Petunia, quien se sentaba a la par de Luna. La chica notó aquella pelota y, tras que Luna le pidiera mediante gestos que se la pasase, la recogió y estiró su mano para que la rubia lo tomase y lo leyera.
Antes de que un minuto pasara, de nuevo sintió Wyatt el papel golpear su patilla y caer sobre el pupitre, haciéndole dar un respingo luego de casi haberse quedado dormido. Abrió nuevamente la pelota, y tras leer en la parte trasera de la hoja “meet me at the break on the bench closest to the door to the halls”, levantó el pulgar en señal de aprobación en dirección hacia donde Luna estaba, la cual hizo lo mismo en respuesta.
Unas cuantas horas pasaron, Wyatt había vuelto a tener aquel sueño en algunas ocasiones tras ceder por ese agotamiento que le tenía los párpados como dos imanes que se buscaban entre ellos constantemente. Durante la clase de la profesora Hannah, esta última estaba bastante al pendiente de Wyatt producto a su imagen, pues creía que los aires soñolientos que el chico tenía era por aburrimiento o falta de interés por su clase (aunque algo de razón tenía), incluso mandandolo a realizar ejercicios de ejemplo para mantener su mente ocupada.
Cuando hubo llegado el recreo, caminó torpemente hasta el pequeño parque dentro de la Ee en la que los alumnos pasaban los descansos, divisando a Luna en uno de los banquillos aledaños a la puerta en la que este se encontraba. Molido, se acercó hasta su amiga y se sentó a la par suya con las mismas ganas con las que recibía tan desesperadamente el abrazo de las sábanas de su cama cada noche, susurrando tras su espalda que volvería a la rutina que lo estaba convirtiendo en un animal nocturno.
—Me sorprende que aún puedas mantenerte despierto, aunque sea a rastras y parezcas un zombie —le comentó Luna.
—Un zombie la debe vivir mejor que yo seguramente, no tiene sueños horribles todas las noches, solo se limita a caminar, comer y podrirse.
—Y si sigues de la forma no vas a estar tan alejado de ese resultado —le soltó la rubia—, entiendo que tu abuelo esté mal y que es a día de hoy que no sale del hospital, pero al menos sabes ya por palabras de tu abuela que la operación salió bien, deberías calmarte un poco y dormir.
—Debería —aceptó el inglés entre suspiros—, pero son muchas las cosas que podrían pasarle en el hospital incluso cuando todo salió bien, lo leí en internet cuando me lo dijeron, y a estas alturas ya no puedo dormir, ¡imagínate soñar por más de un mes con que uno de los únicos adultos vivos en tu familia que te quedan se muere! Y para colmo, cada que me despierto es llorando por eso mismo.
Las lágrimas volvieron a asomarse por los ojos de Wyatt, y Luna le recostó la cabeza sobre su hombro mientras le limpiaba las gotas que peligraban en caer por su mejilla.
—No comprendo tu sentir ni entender lo que te atormenta, pero como tu amiga ten por seguro que voy a estar contigo y apoyarte, y por eso te pedí que vinieras.
Luna se llevó una mano al bolsillo del pantalón, sacando del mismo un pequeño sobre de pastillas de color azul y ofreciendoselo a Wyatt.
—No recuerdo que hayas mencionado que usaras alguna pastilla o somnífero antes, así que te traje una a ver si funciona en caso no lo hayas intentado.
Wyatt, con un débil agarre, tomó aquel envoltorio entre sus dedos pero sin quitárselo a Luna, y divagando en su mente algunas cuestiones, preguntas o que alguna parte de su mente le decía que no lo intentara.
—Había pensado en usarlas —dijo Wyatt con una voz agotada—, pero cuando fui con Sebástian a la farmacia no nos vendieron nada por no tener la susodicha tarjeta de nuestra nacionalidad, y no es como que después de estarlo molestando para tener pastillas similares hace dos años me vaya a hacer una excepción. ¿Tú cómo lo conseguiste?