El hospital se encontraba lleno aquella mañana, pues el día era perfecto para que las personas pudiesen dar visita a los que allí residían, y Alexandre no había sido la excepción, pues se encontraba ya en la habitación de Aaren desconociendo por completo que Agda los escuchaba tras la puerta.
—¿Y cómo están las cosas en la academia? —preguntó Aaren.
—Pues ya terminamos los exámenes del segundo bimestre, así que las cosas están más relajadas por el momento.
—¿Y se te hicieron difíciles los exámenes?
—El examen del profesor Azariel fue un infierno como siempre, de hecho lo desaprobé.
Aaren se rió por lo bajo.
—¿Y cómo vas con Cha?
—¿Cha? —repitió— ¡Ah! Vamos bien, de hecho ya tiene pensado dejar a Sebástian para estar conmigo.
—Insisto en que deberías de dejarlos en paz, no es justo lo que estás haciendo.
—¡Ni tampoco que estés mintiendo! —añadió Agda entrando finalmente por la puerta, cosa que Aaren escuchó confundido y Alexandre se puso nervioso tras un respingo.
—¿Quién eres tú? —inquirió Aaren— ¿Y a qué te refieres con que Alexandre no mienta?
—En lo que yo tengo entendido ya te ha rechazado dos veces, y la última hasta te golpeó —explicaba la chica mientras se reía.
—¡Cállate, Agda! —bufó Alexandre mientras Aaren se reía a carcajadas de aquello.
—¿Y por qué me dices cosas que no son ciertas? ¿Y Agda está ahí si escuché bien? ¡Hola!
—¡Hola, Aaren! Me gustan tus ojos, esa iris lila se ve bonita.
—Gracias, ¿Viniste a visitarme?
—No, vine buscando a Alexandre, e intuí que estaba aquí. Alex…
—Olvídate de pedirme algo, entrometida —le gruñó, y luego de levantarse mientras se despedía de su amigo, salió de la habitación azotando la puerta.
Agda fue detrás suya, pues con aquél suceso del rechazo se le había ocurrido algo para que los dos pudieran salir airosos en sus respectivas metas, pero si la iba a estar evitando aquello nunca iba a ocurrir.
Antes de lo que Alexandre hubiera querido, Agda lo tomó por la parte detrás de la camisa para insistirle, pero este siguió sin voltearla a ver.
—Discúlpame por lo que dije sobre tus deseos de una Karenina, pero es que te necesito para algo.
—¡No me interesa, aléjate de mí si no quieres que te haga algo!
—¿Me vas a golpear acaso?
—Te voy a ahorcar con tu bufanda si no te callas y me dejas tranquilo, ¡Lagrate!
—Uy, si no es culpa mía que no te hagan caso para que te pongas en ese plan conmigo.
Alexandre se paró en seco, y en un giro rápido quedando a Agda frente a frente, le soltó una cachetada, llamando la atención de todo el personal alrededor de ellos.
—¿No caen dijiste? A tí lo que te envidia es que nadie se fijaría en tí, mucho menos conseguir una oportunidad con alguien de mi nivel y por eso me arruinas las cosas que cuento.
—Tienes razón, yo por lo general no aspiro a minucias, y lo de decirle a Aaren se me salió, disculpame.
—Vete al diablo —le soltó volviendo a darle la espalda.
—Para evitar verlo después de que me maten es que te estoy hablando —pensaba la chica yendo detrás de Alexandre, quien ante la insistencia de Agda comenzó a correr tanto como sus pies se lo permitían.
Cuando el fin de semana se despidió, las clases transcurrieron con una aburrida normalidad, los estudiantes se sentían melancólicos al solo tener tres meses de clases para culminar el año y regresar a casa, y para los de cuarto curso era aún más sentimental el observar los salones, pues se estarían graduando de la Ee en aquello de nueve o diez semanas. Eso de todos modos no quitaba el que las materias absorbían la felicidad de los estudiantes, excepto de una estudiante.
Los recreos para tercer año no tenían diferencia a los de siempre, solamente que ahora desconocían que entre ellos había un nuevo estudiante con la capacidad de transformarse, pues tanto Sebástian como Wyatt eran precavidos con las palabras que usaban para referirse a sus nuevos entrenamientos, y si alguno llegaba a hacer preguntas por sospechar que aquellos cuatro tenían algo entre manos, estos se inventaban alguna coartada notoriamente improvisada.
—Debiste escuchar mal, Alessandro, ¿Dijimos acaso algo sobre entrenar?
—¡Claro que no! —contestó Luna—, dijimos “ensayar”, es que hemos estado pensando en hacer vídeos para Youtube usando nuestros elementos en peleas de forma que parezcan ediciones y así…
—¿Y qué van a hacer si les piden tutorial para el realismo de sus “ediciones”?
—Pues… un mago nunca revela sus secretos, ¿No es así? —titubeó Cha, intentando disimular luego con una sonrisa, cosa que hizo lo contrario al denotar nerviosismo.
—¿Y el director sabe de esto o tienen algún permiso? —continuaba el moreno.
—Nos dio beca —respondió Wyatt con un tono seguro.
Ante este último comentario, Sebástian y Cha ahogaron una risa mientras Luna veía al inglés como quien mirara al enemigo número uno de toda la historia.
—¿Ok…? —se limitó a responder Alessandro—bueno… suerte con sus cosas… supongo.
Alessandro, sin saber ni qué expresión hacerle a aquel cuarteto, giró sobre sus talones y caminó rumbo en dirección a otro grupo que se hallaba conversando ameno. Los cuatro se vieron entre sí, pero Luna mantenía la mirada asesina hacia Wyatt.
—"nos dio beca" —repitió la rubia imitando al inglés con una voz chillona—. No te digo que no puedes ser más tonto porque seguro y te lo tomas como reto.