Hace cuatro semanas
En algún lugar de Enemeia, un enorme ejército de individuos vestidos todos de sotana vitoreaban lo ocurrido en la bahía de Lahmuq. Desde algún ventanal del pasillo de ladrillos rojos se miraba el cielo completamente negro y astrífero, y la Luna estaba ya entre su punto más alto de medianoche y su ocultamiento. En la parte más adelante del todo se escuchó una voz, cuya procedencia ya sabían los Enslavers provenía de las penumbras que bañaban aquél lugar.
—Hijos míos, como ustedes saben, hoy mismo se nos fue otorgado el objeto más valioso que he podido poseer en mis manos: la sangre de un elemental transformado.
Los vítores perversos aumentaron su bulla. Aquella voz hizo callar a todos de un estruendo de relámpago que iluminó por breves instantes el lugar en el que se encontraba.
—Como también lo sabrán, esto nos brinda la ventaja en nuestro objetivo de dominio mundial, no habrá ningún ejército que siquiera piense en defenderse de nosotros, y mucho menos existirá elemental que pueda batirse en duelo contra alguno de ustedes, eso se demostró esta noche cuando el Enslaver Alexandre Martin seguramente asesinó a Sebástian Mendez, el que todos consideraban un prodigio, un hito hecho carne o incluso un ser de estatus legendario.
De nuevo los vítores estallaron en todo el sitio, pero aquella voz misteriosa permitió el escándalo un poco más antes de prender en fuego una de sus manos y llenar de agua la otra, mezclandolos de un chorro de agua hirviendo que chocó contra el techo donde se encontraban sus lacayos, quienes tuvieron que apartarse a como pudieron para evitar las gotas que caían.
—He de enviar la muestra a los científicos que nos apoyan en la causa y así replicar el gen activador del fenómeno ALPHA, y una vez lo tengamos, solo será cuestión de tiempo antes de que el mundo entero caiga rendido ante mis pies.
De nuevo se escucharon los vítores de los Enslavers, con la diferencia que aquella vez no hubo algún intento por parte del sujeto para silenciarlos, sino más bien que llenó sus manos de fuego e incendió toda la habitación en la que se encontraba de un fuerte estallido. Habían bastantes antorchas en el sitio que se encendieron al toque de las flamas, iluminando por completo el sitio y permitiendo ver, además de un ventanal que mostraba Enemeia completa desde aquella altura demasiado parecida a la punta de la montaña Berserker que cubría siempre aquella nube, una figura alta de piel cetrina y cabello largo renegrido que le llegaba hasta los hombros, con la cara alargada y con una cicatriz en su ojo izquierdo que partía de la ceja hasta la mejilla.
—Sí… el mundo entero se postrará a los pies de su nuevo dios: Connor Austin.
—¡Larga vida a Lord Letallis! ¡Larga vida a Lord Connor!
Un último canturreo de los Enslavers retumbó en el sitio mientras la figura de Connor era bañada con el brillo naranja de las antorchas, mostrando en su rostro una sonrisa maníaca de deseo.