El Renacer de un Imperio

Capítulo 14. Jinete sin Dragón

Los meses pasaron con extraña normalidad a pesar de la alerta naranja que pendía sobre nosotros como una espada. Los 47 novatos que habían sobrevivido a medio año de entrenamiento brutal ya eran prácticamente considerados graduados, aunque en sus miradas aún delataban ese brillo de inseguridad que solo el campo de batalla podría borrar.

Yo estaba sumergida en informes, trazando patrones de movimiento persa en nuestros territorios. Cada mapa, cada informe de avistamiento, cada pequeño detalle podía ser la diferencia entre la vida y la muerte. Lo extraño era el silencio en el frente. Las escaramuzas habían cesado casi por completo. Mucha calma repentina. Demasiado tiempo para pensar. Y solo había una explicación lógica, ellos ya sabían quién era el Comodín, eso temía, y eso los tenía trazando un plan para acabarlo.

Entre tanto, seguí entrenando a Zareth. Dos meses de espadas cruzadas, de miradas que duraban un segundo más de lo necesario, de ese molesto hábito suyo de sonreír cada vez que lograba desequilibrarme. Exorbitante tiempo juntos. Demasiada cercanía. Por suerte, el Alto Mando me asignó una nueva misión antes de que esa distracción se volviera peligrosa.

Los dragones despertaban.

Era uno de esos raros momentos en el año en que las bestias emergían de su letargo, y los novatos tendrían por fin la oportunidad de elegir y montar a uno. Mi tarea era guiarlos. Otro trabajo de niñera, pero al menos esta vez no tendría que lidiar con reclutas insolentes. Después de los últimos meses, hasta los más testarudos habían aprendido a bajar la cabeza ante mi autoridad. Los coroneles se habían encargado de dejar claro que mi palabra era ley. A veces me preocupan sus actos de generosidad.

Esta vez, decidí tomar el control. No repetiría el error de dejar que otros eligieran a mi equipo. Seleccioné personalmente a mis acompañantes. El Capitán Mathew Malakar, la Comandante Thavian Velmor y el Coronel Azrael Thorn. Eran más que suficientes. Nada podría salir mal. Con sus dones nobles, tenía todo cubierto.

Como precaución final, me aseguré de que el Escuadrón Mantis nos enviara al curador que elegí personalmente. Uno que aún no tuviera motivos para odiarme. Perfecto. Todo estaba bajo control.

Con mi lista en mano y Thavy a mi lado, esperé en el punto de reunión dos horas antes de lo acordado. Siempre lo hacía; era mejor llegar primero, estudiar el terreno y trazar los últimos detalles sin prisas.

Mis acompañantes llegaron con puntualidad militar. Les explique los pormenores y estaba a punto de comenzar a decirles el plan B por si pasaban cuestiones inesperadas, cuando una voz jadeante cortó el aire.

— ¿No llegué tarde, cierto?

Ah, ¿y ahora qué? Me giré y ahí estaba. El último rostro que esperaba ver.

— ¿Sylas? — arqué una ceja —. ¿Qué haces aquí?

El Coronel Sylas Raven, conocido por su aversión a madrugar y su desdén por las actividades con novatos, estaba sudando como si hubiera corrido desde el otro extremo de la Academia.

— Vine de apoyo — dijo, recuperando el aliento —. Esta vez no me iba a perder la emoción.

— ¿Apoyo? — repetí, incrédula —. ¿El mismo Sylas Raven que prefiere cavar trincheras antes que lidiar con reclutas de primer año?

— Sí — respondió, como si fuera lo más normal del mundo —. La última vez saliste con Thorn y Kaelor. ¿Sabes lo mucho que sufrí por no estar ahí? Me estaba perdiendo de lo bueno. ¿Por qué no me llevaste?

— ¿De qué "bueno" hablas? — masqué las palabras, pasando una mano por mi frente —. Además, yo no los invité. Vinieron por su cuenta.

— Oh, ¿es así? — Sylas se llevó una mano a la barbilla, entrecerrando los ojos con expresión conspirativa —. Eso lo explica mejor. Ya sabes, ellos...

¡Puff!

Le tapé la boca con la planilla que llevaba.

— No hables. Los novatos están llegando — dije, y noté que Azrael, aunque se tensó, no dijo nada.

Sylas se apartó el papel de la cara, pero su sonrisa pícara no desapareció. — ¿Entonces puedo ir? — preguntó, mirando fijamente a Azrael y luego al resto —. No veo a Draven por aquí...

— Supongo que no viniste sin una orden — suspiré —. Así que ponte en fila. Voy a explicar los detalles.

Cambié de tema rápido. Sylas era un peligro andante, chismoso, bocón y con una habilidad sobrenatural para sacar provecho de cualquier información. Si Thavian me daba miedo por su vida social, Sylas era mil veces peor. No solo no se guardaba nada, sino que en cualquier momento podía usar lo que sabía como arma y siempre lo hacía con esa sonrisa de “yo solo estoy divirtiéndome”.

Los novatos llegaron justo cuando las primeras nubes grises comenzaban a tejer su manto sobre el cielo. Un nudo se formó en mi estómago. No. Hoy no. Necesitaba un día despejado, con esa luz diáfana que mantiene a los dragones de buen humor. Pero el clima nunca había sido aliado de mis planes. De todos modos, no perdí el tiempo.

— Todos saben por qué están aquí hoy — comencé, proyectando mi voz por encima del murmullo expectante —, así que seré breve. Contradecirme no está a discusión.

— ¡Sí, coronel! — respondieron al unísono, con esa disciplina recién adquirida que ya sonaba menos forzada.

Qué diferencia de unos meses atrás. Este grupo ya no eran los reclutas temblorosos de antaño, sino hombres y mujeres con la mirada firme y los hombros cargados de determinación. Y, bendita sea la suerte, hoy no escuché entre ellos la voz de resaltadora de Zareth y de Rathmar. Un alivio. Estaban ahí, pero hoy los vería como unos más.

Tenía que mantenerme alejada, especialmente, de Zareth hoy. Con Sylas merodeando como un halcón sobre su presa, cualquier interacción sería peligrosa. Ese hombre veía demasiado, entendía demasiado. El hombre era aterradoramente perspicaz y disfrutaba demasiado jugando con lo que descubría. Esta vez, haría como si Zareth no existiera.

Las instrucciones fueron directas. — Ninguno se acerca a un dragón sin mi autorización. Ninguno. — Recorrí el grupo con una mirada que dejaba claro que no habría segundas oportunidades —. Recuerden que, aunque hoy son elegidos por ellos, un movimiento en falso puede convertirlos en un aperitivo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.