El Renacer del Fénix

Capítulo 6 “Mala racha (Parte II)”

Ámbar

Pensando en el man desconocido busco mis auriculares por toda la casa. He puesto este apartamento patas arriba unas quinientas veces...Cierto, los auriculares los perdí en la escuela.

¿Por qué olvido cosas tan simples?

Oh, Dios. Llegaré al trabajo con veinte minutos de atraso. La señora Leticia debe tener un listado de groserías preparado.

Tomo lo imprescindible. Arreglo mi aspecto de bruja, salgo a la calle para tomar un taxi. Llego al infierno en el que trabajo diez minutos después. La líder de los demonios me espera junto a la puerta.

—¿Cuántas veces le tengo que decir que llegue a tiempo?La gente impuntal es incompetente y no quiero gente así cuidando a mi hijo

—Señora yo...

—Señora nada. Además de incompetente e impuntual también eres maleducada y desagradecida. Tengo una reunión importantísima en la empresa, me reuniré con inversionistas extranjeros y por tu culpa llegaré tarde —me grita —¿Para qué te digo esto?¿Qué sabrás tu negocios? No conoces nada más que el pedazo de tierra en el que vives. Ignorante— dice eso último con desprecio y besa la frente de su hijo para marcharse.

«Por fin. Pensé que nunca se iría»

El chiquillo me da una mirada que no me gusta.

Suspiro con cansancio. Esta tarde promete.
***

Ha llegado la noche, solo falta media hora para que termine mi tortuoso trabajo. Organizo los juguetes de Luca con cuidado de no romper ninguno, no quiero otra avalancha de insultos por haber roto algún juguete del señorito mimado.

—Traeré tu cena ¿está bien?

Luca asiente con la cabeza y la mirada fija en las caricaturas. Supongo que estará tranquilo durante un rato. Organizo los alimentos como ordenó la señora Leticia, según el color y el sabor que le gustan a su hijo el insoportable.

Mientras sirvo la cena del malcriado tarareo la letra de esa canción que tanto me gusta. Believer, en español significa creyente. Es una música muy acorde a mi situación.

Le llevo su plato a Luca y mientras lo ayudo a sentarse correctamente, me distraigo al ver un ave de plumas blancas posada en la encimera de la cocina.

«¿Cómo entró si las ventanas están cerradas? ¿Por qué no para de mirarme?»

Siento un dolor insoportable en mi cabeza. Dejo a Luca cenando para dirigirme a la cocina en busca de un vaso de agua. Cierro mis ojos y acaricio mi sien.

Que extraño. El ave ha desaparecido. Seguro eran ideas mías. El agotamiento me está llevando mal.

Bebo mi agua con calma y espero a que el dolor de cabeza se me pase.

Luca cena con su típica calma. La señora de la casa llega un rato más tarde, y después de otra tormenta de ofensas me entrega mi dinero y me permite irme.

Tomo mi tiempo para llegar a casa. Agotada, subo las escaleras, llego a mi apartamento, busco las llaves en mi mochila y logro abrir la puerta.

Desde el umbral, observo mi apartamento con mala cara y un poco de asco. Es un lugar pequeño, para nada acogedor pero es temporal, me mudaré en cuanto mejore mi situación económica. Al menos eso pretendo. Hay libros por todos lados, restos de café sobre la encimera , telarañas tras la inservible televisión, tazas de té en el sofá, el grifo de la cocina gotea incesantemente...

«Que ganas de vomitar»

Me centré tanto en estudiar y llegar temprano al colegio que me olvidé de organizar la casa. Me da pereza hacerlo ahora mismo pero no dormiré en este cuchitril.

Justo cuando decido reordenar los libros y hojas que hay en el suelo, una penumbra me rodea. Han cortado la luz. Que bien.

Intento palpar mi teléfono pero no lo logro. Agarro cualquier objeto excepto el que quiero, una taza de té, una ¿zapatilla?, ah ya lo encontré.
Intento encenderlo pero para mi mala fortuna se ha quedado sin batería.

¿Dónde guardé mi linterna?

Alguien golpea mi puerta, lo ignoro para continuar mi búsqueda en la oscuridad.

La linterna es vieja y no me ayudará. ¿Dónde guardé las velas?

Vuelvo a escuchar un molesto toc toc. ¿A quién se le ocurre molestar a estas horas? Me dirijo a la puerta, tropiezo varias veces por el camino.

—¿Quién es?— gruño molesta.

—El fósforo que te prende. Tu futuro esposo— esa detestable voz.

Abro la puerta.

—¿Qué haces aquí?— grito en su cara, no puedo verlo pero sé que se está riendo.

—De tan mala cara que pones te saldrán arrugas, morena— ilumina mi rostro con la linterna de su celular— No me veas así, vine a buscarte para ir a despejar un poco. Lo necesitas.

—No necesito nada.

—Claro que lo necesitas. Has estado muy estresada estos días— me empuja haciéndome entrar de nuevo en mi apartamento— Además ¿Cuándo fue la última vez que saliste de fiesta?—permanezco callada— Lo ves, no lo recuerdas. Debes divertirte, anda ve a vestirte.

—Eres insoportable. Dame tu celular— se lo arrebato de las manos dejándolo en completa oscuridad.

En mi habitación tomo el primer vestido que mis manos palpan, es rojo vino con tirantes; corto por supuesto. Me tiro al suelo para alcanzar los tacones que están bajo la cama. Junto mis rizos en un moño alto desorganizado, no estoy de ánimos como para peinarme con calma.

—Ya estoy lista. Vámonos.

Fosforito me escanea de arriba a abajo, fija su mirada en mis pechos sin pudor alguno.

—Ya sé que me veo caliente, me lo has dicho varias veces. Vámonos.

Agarro su brazo y salimos de la pensión.

***

Llegamos a Piacere Smeraldo. Peter muestra su identificación a los hombres de seguridad y ellos nos permiten pasar.

Todos posan sus miradas sobre nosotros, Peter rodea mi cintura con su brazo, con cierta posesividad. Como mi amigo no se puede comportar como un simple mortal, subimos a la zona VIP para ser tratados como si fuéramos dioses.

Neila nos observa desde la pista de baile. Quito la mano de Peter de mi cintura para sentarme junto a la barra.

—Tú siempre con buenas intenciones ¿verdad Peter?




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