El Renacer del Fénix

Capítulo 10 “Cena familiar”

Ámbar

—Aby te presento a mi hermano, Drake.

—Drake, ella es Ámbar.

Sus ojos...su mirada es intimidante, feroz. Me transmite un aura de determinación, unas vibras rojas, como si pequeñas llamas de fuego resaltaran en sus ojos.

Fuego...un incendio.

Unas enormes llamas de fuego se esparcen a mi alrededor. Hay mucho humo, me cuesta respirar, mi vista está borrosa.

—No irás a ningún lado— alguien impide que me mueva.

Un individuo se interpone en mi camino, alguien tira de mis piernas haciendo que casi se queme mi brazo. Hay fuego por todos lados, todo arde en llamas. ¡Esto es injusto! Son dos hombres contra una mujer.

—¡Es Drake! ¡Nos ha encontrado!— grita alguien que no alcanzo a ver.

—Fue la inservible bruja. Ella lo atrajo a nosotros.

—¡Tres veces! ¡Te maldigo tres veces bruja!

Unos ojos verdes resplandecientes aparecen en mi campo de visión.

—Ya estoy aquí mi Diosa. He vuelto por ti.

Esos ojos...fuego...un cuervo blanco...bruja

—¿Aby?— la voz de Neila me hace salir de mi ensoñación.

Cierto. Me acaba de presentar a su hermano y yo de maleducada me he quedado callada.

—Hola, soy Ámbar— tomo su mano en forma de saludo.

Grave error. Sus manos son grandes en comparación con las mías, siento un cálido tacto. Me regala una sonrisa socarrona.

—Que ojos tan bonitos tienes, Ámbar—acaricia mi mano discretamente y me ayuda a bajar la escalera— Estás muy hermosa — me susurra al oído seductoramente.

No me sonrojé, cambié mi piel a mil colores. ¿Qué me pasa? No es la primera vez que un hombre dice que soy hermosa.

«Reacciona Ámbar»

—Gracias. Usted también se ve bien.

—Tuteame, Ámbar —me encanta lo perfecto que suena mi nombre en sus labios —Si me dices usted me sentiré viejo.

—De acuerdo —respondo con timidez.

Con mi mano derecha entrelazada con la de Drake, atravesamos el gran salón para llegar a la espectacular terraza de la mansión. Linternas de colores brillantes cuelgan de las ramas de los árboles en el jardín, algunas estatuillas de dragones llaman mi atención, tapices rojos con proverbios chinos le dan un toque único al lugar. Respiro un aroma relajante de incienso de lavanda, observo piedras luminiscentes con símbolos raros y flores secas caen de los árboles.

Todos nos observan con miradas curiosas. Varias personas se acercan a saludarnos. Algunos poseen rostros asiáticos; otros son misteriosos, unos ojos son rojos, otros tan oscuros como la noche, todos desconocidos. Nos tratan con cierto respeto, como si fuéramos nobles de la corte real.

«Mmmh. Ellos sí lo son. Solo hay que ver cómo derrochan dinero en lujos, decoraciones, la belleza de la mansión en general, la comida...»

—Muchas felicidades, rey.

—Sé bienvenida, Ámbar, estás muy bella.

—Felicitaciones, rey. Se merecen lo mejor.

—Ámbar, eres incluso más bella que tu madre. Serás una wicca muy poderosa— una mujer de ojos color fuego toma mi mano con cariño y me sonríe.

Su sonrisa es tétrica, falsa, me transmite unas vibras oscuras. Unos escalofríos me recorren la espalda al sentir su tacto. Aparto la mano de inmediato.

Qué mala impresión me dió esa señora.

«¿Por qué habla de mi madre? ¿Acaso la conoce? ¿Qué es una wicca? Creo que esta no es la primera vez que escucho esa palabra»

—Se avecinan buenos tiempos, lo presiento— otra mujer se acerca a nosotros e inhala profundamente como si estuviera tomando toda la paz del mundo.

—Felicidades mi rey.

«¿Por qué lo felicitan? ¿Es hoy su cumpleaños?»

Espero que no lo sea. Me sentiré avergonzada por no haber traído un obsequio.

Además, no solo lo felicitan a él, también me saludan con cordialidad, me elogian como si me conocieran de algún lugar. Lo hacen de forma rápida, ni si quiera me dan oportunidad de devolver el saludo. Solo logro agradecerles con una sonrisa genuina que me la regresan con mucho entusiasmo.

«Qué extraño»

—Mi Pollito, estás muy guapo— una señora con rasgos parecidos a los de Drake se acerca a abrazarlo— Ves que debías hacerle caso a mamá, ese traje te queda perfecto Pollito.

Oh, ¿en serio? Le acaba de llamar de Pollito? Pero si este hombre puede ser cualquier cosa menos un pollo. Esas aves son muy pequeñas, en cambio él es súper alto. Debe medir cerca de uno noventa de estatura. A su lado parezco una nomo del jardín.

Bueno...realmente....soy enana al lado de cualquier persona mayor de uno sesenta y cinco de estatura.

«¡Con razón me siento diminuta a su lado!»

—No me llames así, estamos en público— ella pellizca su cachete y lo mira con ternura— Por favor mamá.

Río ante la escena que tengo ante mí. Es tierno ver cómo Drake se incomoda con el trato de su mamá y a la vez, lo disfruta. La señora parece amar a su... Pollito.

—Ya cállate ¿A quién le importa que estemos en público? Siempre serás mi Pollito— posa su mirada en mí y por un momento temo a su intensidad— ¿Pero esta es Ámbar? Tenías razón Pollito, es una niña. No, perdón, no eres una niña, eres una bebita.

«Ay, Dios mío, ya me encontró apodo a mi también»

Rodea mi cuerpo con sus brazos y por un momento experimento esa sensación maravillosa, un abrazo de una madre, había olvidado lo bien que se sentía. Es... reconfortante.

—Buenas noches, señora— inclino mi cabeza levemente en forma de saludo.

—Pero que linda, incluso habla como una bebita. Hacen una pareja perfecta.

«¿De qué habla? Ni siquiera conozco a su hijo»

Digo, si es cierto que me pongo nerviosita a su lado pero es solo eso. No es que me guste, ni que me ponga las piernas a temblar, o que moje mis bragas.




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