El Renacer del Fénix

Capítulo 11 “Voces”

Ámbar

—¿Qué estás haciendo, mi Diosa?— Drake me regala su sonrisa más tétrica desde el marco de la puerta.

La mujer tras él no menciona una palabra, solo me observa con atención.

—Yo...emmh...estaba...Neila...

—¿Qué pasa con Neila?—se acerca a mí y acaricia mi cabeza con delicadeza.

—Ella...su habitación...Neila...

«¿Dónde estás, perra?¿Dónde estás cuando más te necesito?»

—Aby, aquí estás. Te perdiste ¿cierto?— Nelila aparece por arte de magia para rescatarme, asiento con la cabeza ya que es en vano intentar hablar cuando sé que acabaré balbuceando —Vamos Aby, mi habitación es por aquel lado, te acompañaré.

—¿No estabas en una sesión de fotos con Brandon? Deja a Ámbar conmigo, yo la puedo acompañar.

«NO, NEILA, DILE QUE NO».

Mis alarmas se encienden y suenan a su máximo volumen. Drake inspira peligro Por dónde quiera que lo mires. Por favor, Neila, no me dejes con él.

—Tú lo has dicho, estaba. Ahora me encargaré de mi amiga —me protege de su hermano haciendo que me calme un poco.

Caminamos por donde mismo vine. No sé por qué pero siento la intensa mirada de Drake en mi espalda, peor, en mi trasero.

« No, deben ser ideas mías»

Llegamos a la habitación de Nely, tan solo un pie dentro y corro en dirección al baño. Cierro la puerta tras de mí, enjuago mi rostro en el lavabo, observo mi cara a través del espejo. Me veo pálida, mi piel está fría y sudorosa, mi respiración es agitada.

—Aby ¿Te encuentras bien?

—Estoy bien, tranquila— miento— Necesito un poco de agua, por favor.

—Vale, voy a por agua. Grita si necesitas algo.

—Vale.

Cuando estoy completamente segura de encontrarme sola en la habitación de mi amix, decido sentarme en el suelo a pensar en lo que acaba de pasar.
Drake discutía con la señora de ojos rojos, hablaron de poderes, de mi pérdida de memoria...

¿Cómo saben que olvido cosas importantes? ¿Por qué Drake me observó tan siniestramente? La señora mencionó a mamá ¿La conoce? ¿Son amigas? ¿Por qué me pongo nerviosa cuando estoy cerca de Drake?

Mi cabeza comienza a doler, todo me da vueltas.

—Muchas gracias. Que tenga linda tarde.

—Tú también hija. Disfruta tu compra.

Escucho gritos, ruegos, llantos, más disparos. Soy demasiado cobarde como para intentar observar lo que está pasando.

Llegamos a una cabaña. La señora Estela continúa sollozando. La atan a una silla, la amordazan y la golpean en la cabeza dejándola inconsciente.

—Silencio al fin— voltea a verme— Preciosa, ven a salvar a mi amigo.

—Me llamo Ámbar, no preciosa.

—Te llamaré como me dé la gana. Vamos, haz tu magia. Salva a mi amigo.

—No comprendo ¿De qué estás hablando?

—Venga, brujita no me hagas perder la paciencia. De ti depende que la vieja siga con vida.

—¡No sé de qué hablas!— un grito se escapa desde lo más profundo de mi garganta...
—¿De qué está hablando? Aquí vive la señora Estela.
—¿No lo sabes niña?— niego con la cabeza— La señora Estela falleció la semana pasada. Murió en un incendio en una cabaña en el bosque. Es lo único que la policía ha averiguado hasta el momento.

Unos ojos verdes resplandecientes aparecen en mi campo de visión. Caigo en un profundo sueño.

Esos recuerdos... Mi corazón late frenéticamente. Yo la maté, la señora Estela murió por mi culpa. Cubro mi rostro con mis manos, me permito llorar, sollozo desconsoladamente. No pude ayudarla ¿Por qué no la salvé? Es mi culpa...

—No fue tu culpa mi Diosa, no llores— la voz de Drake suena en mi cabeza.

«Deja de pensar en él Ámbar, es imaginación tuya»

—Ya volví, Aby, abre la puerta.

Intento regular mi respiración, hago lo que me dice.

—¡Aby, tu rostro, por Dios! Te ves horrible.

—Lo sé. Gracias por recalcarlo— tomo el vaso que tiene entre sus manos y bebo el agua con tranquilidad.

—Disculpa, solo...te ves mal. Estuviste llorando Aby. ¿Qué tienes?

—Estoy bien, no te preocupes— sonrío intentando convencerla— Pero no te quedes ahí parada viéndome. Ve a disfrutar tu fiesta.

—No, me quedaré aquí contigo.

—Tu familia y novio te están esperando Neila, hazme el favor de bajar. Yo estaré bien. Solo debo volver a casa y...

—Recuerda que no tienes casa, Aby, fuiste expulsada de la pensión— me siento en su cama y suspiro, había olvidado que ahora soy una vagabunda— Puedes quedarte aquí esta noche.

—Ay no. Que pena con tus padres. Pensarán que soy una oportunista.
—Descuida, hablaré con ellos. Recuerda que a mí nunca me niegan nada— me guiña un ojo— Hay una habitación vacía en el otro pasillo, digo, si quieres puedes dormir aquí conmigo y con ojitos, no tengo problema con eso.
—¿Y permitir que mi piel tersa y morena se enferme por los gérmenes de su novio? Eso nunca, Neila . Mejor consígueme esa habitación de invitados.— ella ríe a carcajadas.
—Aby...Dios mío. Es increíble como incluso estando en los peores momentos, tu odio hacia Ojitos permanece intacto.
—No lo odio, solo no me agrada. Eso es todo.

—Pues vale, iré a hablar con mis padres, mientras tanto ve a bañarte. Te conseguiré ropa limpia y libre de gérmenes.

Neila convenció a sus padres, no me esperaba menos de ella. Me obsequió un pijama nuevo, de la mejor marca, un pijama extremadamente sexy. Parece lencería. Debo estar exagerando, estoy acostumbrada a mis ropas holgadas aunque observándome bien frente al espejo, me veo sexy, jodidamente atractiva. Mi autoestima está a mil metros sobre el cielo.

Mi rostro está ojeroso, necesito dormir. Mañana será otro día.

***




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