Júpiter
—No puede estar aquí. Esto es territorio sagrado — habla una voz distante.
Mis párpados son pesados, intento salir del profundo sueño en el que me encuentro.
—Prometo que se irá pronto. Mientras se recupera debe permanecer aquí — continúo escuchando desde la cama en la que estoy postrado—. En cuanto su salud mejore asumiré mis responsabilidades.
—Él solo te traerá problemas.
Silencio, mis ojos entrecerrados y vista borrosa me permitem visualizar la figura delgada que se sienta junto a la cama. Toma mi mano, la acaricia con dulzura. Los rizos azabache cubren sus desnudos hombros, su rostro es una obra de arte, sus labios carnosos sonríen con ternura resaltando el brillo de esos ojos cafés que me enamoraron diez años atrás.
Mi visión mejora poco a poco, unos hermosos pendientes adornan sus orejas y una cadena plateada cuelga de su cuello. Las caricias en mi mano continúan pero su sonrisa desaparece.
—Siento decepcionarte pero no soy ella.
Despierto de mi somnolencia para recibir un golpe de realidad. No es mi morena.
—Perdona Lilith...
—No pasa nada. Estabas inconsciente, es normal que te sientas desorientado.
Hago un movimiento afirmativo con la cabeza, con mucho esfuerzo y un poco de su ayuda logro sentarme.
Observo a mi alrededor en un intento de reconocer el lugar en que me encuentro. Hay macetas con plantas silvestres en cada esquina, tapices de colores en el suelo, símbolos extraños cuelgan de las paredes, el espacio es pulcro y cálido. Un pequeño altar junto a un librero, tiene piedras brillantes, velas que parecen antiguas, fotos tomadas de otros tiempos, una esfera de cristal, un pequeño caldero que parece utilizado recientemente y un aroma a incienso hace cómodo el ambiente.
—Mi humilde morada —suspira la wicca—. Siéntete cómodo.
—Te lo agradezco —intento tomar mi móvil de la mesita de noche pero el dolor en mi tórax me impide moverme.
—Aquí tienes —me facilita el móvil—. Te ha llamado varias veces mientras dormías —reviso el historial de llamadas y mayor razón no puede tener, me alegra que se preocupe por mí a pesar de...—Bebe esto, no deberías hacer esfuerzos —sujeta mi mentón con delicadeza, me hace beber un líquido con sabor a cítricos a la vez que me detalla con esa mirada tan oscura como la noche—. Es una infusión de jengibre con limón. Te ayudará a sentirte mejor.
—¿Cómo llegué aquí?
—Estaba haciendo mi meditación matutina cuando fui interrumpida por el sonido de un auto lujoso al estacionarse en el bosque. Unos hombres de negro te dejaron tirado cerca del árbol madre. Tu aspecto era realmente deplorable, tienes tres costillas rotas y hematomas por todo el cuerpo —sus dedos rozan mi mano con cariño, recordándome que no es el tacto que deseo sentir—. Cuéntame ¿qué ocurrió?¿Quién te lastimó así?
—Prefiero no hablar sobre el tema —aparto mi mano.
Lilith es la segunda wicca más poderosa que conozco, descendiente directa de la primera bruja que vivió sobre la faz de la tierra. Sus poderes curativos y conexión con la naturaleza y los espíritus, la han convertido en uno de los pilares fundamentales en el enfrentamiento a otras manadas. Ha resucitado muertos, sanado a lobos al borde de la locura y desafiado mandatos reales, conoce todo acerca del bosque, los dark wolves, los secretos ocultos del rey licántropo. No hay ser que respire en estos territorios del cual no tenga conocimiento.
Su poderío es tan majestuoso como peligroso. No reniego de su belleza y bondad, siempre le estaré agradecido por haberme dado refugio cuando más lo necesitaba. Conozco sus sentimientos hacia mí pero nadie jamás podrá reemplazar el lugar que ocupa Ámbar en mi corazón.
—No hay problema...
—¡Lilith! —una niña agitada irrumpe en la habitación —Se la han llevado... mi hermana... —llora.
Lilith se acerca a ella.
—¿Qué ha pasado? ¿Qué le ocurrió a tu hermana?
—Estaba jugando y después... los vampiros...— continúa sollozando.
—Calma —se arrodilla para estar a su altura y toma sus manitas para brindarle seguridad—. Debes tranquilizarte para que pueda comprender lo que dices —ella se tranquiliza, para de llorar— Ahora cuéntame lo que ha pasado.
—Estaba corriendo con mis amigos, hicimos una carrera y yo gané, volví a casa para almorzar con mi familia pero cuando abrí la puerta...
—¿Qué viste?
—Había sangre por todas partes, mamá estaba tirada en el suelo y mi hermana... desapareció —rompe a llorar—. Se la llevaron Lilith, van a matarla...
—¡Malditos, chupasangres! —enfurecido me pongo en pie, ignorando el dolor en mi cuerpo.
—¡Siéntate! Debes reposar —Lilith se esfuerza en vano porque vuelva a la cama—. No saldrás así.
—No irás sola a enfrentarte a ellos.
—¡MI HIJA! —gritan desde el exterior.
—Mamá —la pequeña sale de la casa y corremos tras ella.
La escena frente a mis ojos es sangrienta.
El cuerpo desnudo de la joven que en algún momento saldríamos a buscar, yace inerte en el suelo. Su cuello ha sido degollado, varios mordiscos resaltan la piel blanca de sus hombros. La tráquea está expuesta así como el corazón y los pulmones que descansan en la hierba color carmesí. El resto del cuerpo permanece intacto, con una coloración rojiza que hace evidente el fresco asesinato.
—Polly... ¿Qué te han hecho? —llora la niña.
—¡MI HIJA! —de la garganta de la madre escapa otro grito desgarrador—. MI HIJA... Polly... no me abandones cariño... Despierta... —Mueve un brazo escarlata y los hombros mordidos, los agita cada vez más fuerte como si pretendiera hacerla salir de su inconsciencia—. Despierta mi niña... vuelve conmigo...
—Mamá, Polly... Está muerta... No va a despertar —la pequeña intenta alejar a su madre del cadáver pero esta se torna agresiva ante el acto.
—¡No me toques! ¿No ves que intento despertar a tu hermana? —La niña se refugia tras de mí a causa del miedo que le provoca la actitud violenta de su madre