El Renacer del Fénix

Capítulo 16 “¿Destino?”

Maratón 1/3

—Escuchar la canción Youngblood de 5 Seconds of Summer

Ámbar

—Insisto, es absurdo lo que dices — niego con la cabeza.

—¿Por qué? ¿Tan difícil es creerme? —se sirve un vaso de vodka.

«¿Será alcohólico?»

—Por supuesto, no es fácil confiar en ti. Desde que te pedí que me contaras lo que sabes sobre mí no has parado de poner excusas, condiciones...

—¿Por qué crees que lo hago? —sonríe socarronamente.

—Porque tienes una extraña obsesión conmigo —digo molesta.

—¿Esa obsesión es solo por mi parte?

«Deja de preguntar imbécil, soy yo quien necesita respuestas».

—Venga, acéptalo. Estás loquita por mí.

—Bendito sea tu ego que alcanza el cielo.

—Benditos sean tus labios que me harán arder en el infierno.

—¡Eres insoportable! —me levanto y camino en dirección a la puerta— Hablar contigo es una pérdida de tiempo.

Tomo el pomo de la puerta dispuesta a salir.

—Ver para creer.

—¿De qué hablas? —pregunto desentendida.

—Ven conmigo —abre la puerta y salgo tras él.

—¿A dónde vamos, Drake?

—Te demostraré que digo la verdad.

***

Después de una hora en auto, con el horrible olor a alcohol impregnado en Drake y Youngblood de 5 Seconds of Summer sonando en la radio, por fin llegamos al lugar en el que según él, me hará cambiar mi opinión sobre su persona.

«Como si eso fuera posible».

La canción termina y seguidamente vuelve a reproducirse. A este paso me aprenderé la letra sin darme cuenta.
Drake estaciona el auto y bajamos.

I'm just a dead man walking tonight —continúa cantando.

La vegetación es variada, hay musgo entre las grietas del terreno rocoso y una impresionante vista al mar extendiéndose hasta el horizonte. El azul del cielo me parece más inmenso que nunca.

—¿A qué me trajiste aquí? ¿Me obligarás a besarte de nuevo o me pedirás matrimonio?

Lo creo capaz de todo, le faltan muchos tornillos en la cabeza.

—No te obligué a nada, tú solita te derrites ante mí —camina de espaldas.

—Primero me acorralas, me besas, después quieres enredarme con tus cuentos infantiles y ahora ¿soy yo la que babea por ti? —continúa caminando en reversa — Centrémonos en lo importante ¿quieres? —sonríe.

«¿Qué le causa tanta gracia?»

—Bien. Antes que nada debo confesar que disfruté romperle la cara a Júpiter. De hecho, esa fue la mejor parte del día, excepto por tus lágrimas —se detiene y me mira a los ojos, mayor rabia no puedo tener —Te amo y no me gusta verte llorar.

—Pero ¿qué te pasa? —lo empujo— Casi matas a Peter y eso te pone feliz. ¿Quién te crees que eres? Dime —vuelvo a empujar y él no hace el mínimo esfuerzo para defenderse.

—¡Eres un insensible!

—Eso no habría pasado si él no se hubiera acercado a ti, nadie toca lo que es mío.

— ¡No soy de tu propiedad! No soy un pedazo de carne.

— Tienes razón, no lo eres —retrocede unos pasos, estoy a nada de golpear su pecho cuando noto que estamos muy cerca del borde del acantilado.

—Drake, aléjate del borde —la vista desde nuestra altura da miedo.

—Eres mi reina, no lo olvides —dice y se deja caer hacia el abismo.

Reprimo un grito cuando veo su cuerpo descender lentamente hasta desaparecer. Es horrible. Me arrodillo en el suelo sin importar que mis rodillas se lastimen.

¿Por qué lo hizo?

Primero discutimos y de un momento a otro él se lanza al vacío.

¿En qué estaba pensando?

Lo que hizo es sinónimo de suicidio. No entiendo, muchas cosas carecen de sentido. Apenas lo conozco y me duele el corazón, siento que algo me falta. Aunque se ha comportado como idiota conmigo me duele que se haya ido...

Me levanto con mil incógnitas en mi cabeza. ¿Cómo volveré a la mansión? Desconozco el camino. ¿Qué le diré a su familia? Neila... A la señora Rebecca se le va a fragmentar el alma cuando le cuente lo que ha ocurrido.

Camino despacio hacia el auto. Un fuerte viento azota mi cuerpo y despeina mi cabello. Veo una enorme sombra proyectada en el suelo. Me volteo y si con el suicidio de Drake me asusté, pues ahora quedo pasmada con lo que ven mis ojos.

Es una bestia color escarlata, tiene enormes alas a sus costados, escamas resplandecientes y una cola larga y flexible. No puede ser cierto.

Es un... un dragón.

Retrocedo lentamente, no quiero que se altere. Seguro ya notó mi temor y fantasea con comerme.

—No me hagas daño, por favor.

Se acerca, sus alas descienden, las pisadas resuenan por todo el terreno. Estoy temblando de miedo.

—No me lastimes —digo cuando mi cuerpo impacta contra la parte delantera del auto.

Su aliento caliente choca con mi rostro.

—Acércate, no te haré nada.

Esa voz es tan parecida a la de Drake. Insiste en molestarme aún estando en el más allá.

—¿De qué hablas? No estoy muerto.

Estoy escuchando voces de nuevo. Voy a enloquecer.

—Tranquila, soy yo.

La imponente criatura se aproxima un poco más. Me va a matar. Me agacho, cubro mi cabeza con mis brazos, no quiero ver cómo me asesina lentamente. Cierro los ojos con fuerza.

«Que lo haga de una vez».

Pasan los segundos y nada ocurre. Me atrevo a levantar la cabeza. La criatura está parada en sus cuatro patas observándome con tranquilidad. Como si hace unos minutos no hubiera intentado comerme.

—¿No vas a matarme?

—Deja de hablar tonterías —se inclina ligeramente y flexiona sus patas —Sube.

«Si estoy hablando con el dragón ¿por qué diablos me responde Drake?»

—El dragón soy yo —su mirada se encuentra con la mía, sus ojos son... color esmeralda —Sube de una vez.

Hasta podría creer que se trata de Drake, ambos poseen la misma mirada y postura imponente.

—Sube a mi espalda —repite.

«¿Cuál es la necesidad de dar órdenes?»




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