Maratón 3/3
Ámbar
Protección. Una de las sensaciones únicas y plenas del ser humano. Esa calidez que te rodea, te transmite paz, amor, la seguridad de que nada ni nadie te puede lastimar, que no estás solo, que siempre tendrás un refugio, un lugar seguro entre los besos y las caricias de tu persona favorita.
Una respiración caliente como el fuego incide en mi rostro, siento un leve roce en el pie izquierdo, una caricia agradable que no me causa cosquillas. Abrazo con fuerza mi almohada, no sé por qué pero hoy se siente más fibrosa y grande de lo normal. Coloco la pierna encima de esta como de costumbre.
¡Esta almohada es gigante!
—No te recomiendo hacer eso —dice la almohada con voz ronca y cambia la posición de mi pierna.
No me quejo. Continúo disfrutando los mimos que recibe mi piecito y las caricias que me recorren la espalda pero...
«¡Las almohadas no hablan!»
Me estiro perezosamente en la cama sintiendo las sábanas alrededor de mi cuerpo y el crujir de algunos huesos.
—Quédate quieta —abro los ojos lentamente intentando descubrir de dónde proviene esa voz.
Unos labios rosados muy apetecibles son lo primero que aparece en mi campo de visión, bajo la vista para descubrir mi brazo encima de un torso desnudo y tatuado, mi pierna está un poco más abajo, hay algo punzante tocando mi muslo, una mano grotesca acunando mi pequeño pie y...
Un momento. Labios deliciosos, tatuajes, voz ronca, manos grandes.
«¡Es Drake! Estuve durmiendo a su lado. ¡Mi pierna está encima de su pen*!»
—No te preocupes por eso. Mi verg* es tuya, puedes tocarla cuando lo desees.
Descarado.
Intento levantarme pero él tira de mí logrando que caiga entre sus brazos nuevamente, me aprieta demasiado, a este paso me va a asfixiar con su tamaño y esa fuerza excesiva.
—No puedo respirar.
Pataleo como una bebé y muevo mis brazos con torpeza para lograr que me suelte.
—¡Mierd*! —dice y se retuerce la cama— ¿Cuál es tu problema con mis huev**? —se toca en su parte íntima con ambas manos.
—Lo siento, solo quería que me soltaras.
—Hicieron una pijamada sin mí, que malos son —expresa Neila desde la puerta.
«¿En qué momento llegó?»
Ahora que la veo recuerdo la historia que su hermano me contó, su pasado es horrible. Perder un bebé es un hecho que te hiere para siempre. No me imagino que haría en su lugar.
Es muy valiente al aún mantenerse en pie, al seguir adelante a pesar del dolor que la marcó y las huellas psicológicas que ese infeliz dejó en ella.
«—Como si la desgracia no fuera suficiente, se volvió drogadicta, estuvo un año entero en rehabilitación —rememoro las palabras de Asher en la noche anterior, tras quedarnos a solas cuando su hermano fue a hablar con Gael»
Estoy muy orgullosa de ella.
—¿Por qué no tocas la puerta? —los gruñidos de Drake a su hermana me sacan de mis pensamientos.
No sabe hacer otra cosa más que gruñir, dar órdenes, golpes y decir "mía".
—Estoy en mi casa. Pedir permiso no es lo mío —intenta imitar la voz de Drake —¿Eso te suena conocido?
Ambas estallamos en risas, Drake sale de la cama enfurecido dirigiéndose al baño.
Mi amix se acerca, sacude un lado libre de la cama como si tuviera gérmenes para después sentarse a mi lado. Me río ante la acción.
—No te rías. Al final tanto que te negaste a dormir conmigo y con Ojitos, y a hora mírate, durmiendo entre perros.
—¿Por qué hacen tanto ruido? —Asher se remueve entre las sábanas, Coco le lame el rostro —Quiero dormir.
—Conejita, no encuentro a...
—Ya los encontré. Están aquí los tres —dice Neila y su novio me mira con maldad.
Drake sale del baño arreglándose sus vaqueros aún con su torso desnudo. Se me hace imposible ignorar sus músculos con diferentes dibujos de tinta en su piel.
«¿Por qué está tan bueno?»
Debería ser ilícita la existencia de semejante hombre, su cuerpo esculpido por los dioses y su sonrisa seductora representan un peligro para la sociedad, en especial para las féminas.
—Yo ya sabía que a ti te van los tríos... —Brandon me señala —pero tú, Drake, me has sorprendido. No sabía que te gustaba compartir a tu mujer.
Asher pone los ojos en blanco. Se pone una almohada en la cabeza dispuesto a dormir acompañado de sus caninos.
—¿No tienes nada más útil que hacer además de escupir veneno? —respondo mordaz.
—Tranquila, cuñi, que no hayas disfrutado la noche no es culpa mía.
—Lo que no va a ser culpa mía será el puñetazo que te daré si sigues hablando tanta mierd* —el Dragón Rojo le lanza una mirada feroz.
Se acerca al sofá para tomar la camiseta que no sé en qué momento de la noche se la quitó. Está tan malhumorado que no ve a la cola de Calvin que está a punto de pisotear.
—Drake, cuidado con...
Tarde. Lastimó al pobre animal, el cual lanza un aullido de dolor que despierta al menor de los hermanos. Se levanta enojado a socorrer al perro rápidamente.
—¿Estás ciego? Fíjate por dónde vas —le reprocha a su hermano y masajea la zona herida.
—Ve a tu cuarto y llévate a esos pulgosos contigo.
—Nadie se va —lo observo con incredulidad —¿No te da ni siquiera un mínimo de pena? —señalo al perro herido y me acerco para masajear su cabecita— ¿No tienes corazón acaso?
Me duele que haya lastimado a Calvin y actúe con tanta indiferencia. Amo a los animales, en especial a los perros callejeros que vagan en las calles sin amparo. Me recuerdan mi existencia, me recuerdan que en el mundo aún quedan personas como Asher —de buen corazón— que también los quieren, cuidan y dan cariño como si fueran sus hijos.
—Los hombres de hielo no tienen corazón —concluye el menor de los D'Angelo.
***
Después de desayunar e intercambiar un par de insultos con Brandon y reír de las caras raras que hacía Drake mientras charlaba con su hermano, nos dirigimos a la oficina de Gael para resolver temas familiares según él.