Ámbar
—Créeme. Es la verdad —murmura —Papá conoció a mamá en el tiempo que mantuvo una relación Agatha.
—Pero ¿a la señora Rebecca no le molesta? ¿No le incomoda esa mujer? El día de la cena ella estaba aquí y no me pareció haber visto incomodidad por su parte.
—Sí le molesta, pero las situaciones de la vida son un poco... —se detiene pensativa buscando la palabra adecuada —Irreversibles.
—Entiendo —digo al ver que le incomoda hablar sobre el tema.
—Es que papá le fue infiel a Agatha con mamá -quiero pensar que esto es un sueño, siempre he visto la relación de la señora Rebecca y Gael como algo perfecto —En aquel tiempo que se conocieron junto a este árbol... —acaricia el tronco —mamá era muy ingenua, papá solo tenía como objetivo impresionar al abuelo, entonces le contó un cuento, dijo un par de cosas que mamá quería escuchar y...
Cubro su boca con mis manos.
—No lo digas. No quiero saber. Es algo personal.
Primero Drake me cuenta sobre la historia de su hermana, ahora ella me cuenta sobre un triángulo amoroso de sus padres. Aprecio que confíen en mí pero no me agrada tener conocimiento al respecto. Me dejan en una situación incómoda. Solo falta que Asher me cuente sobre sus planes futuros con Lilith.
—Ese es el problema, Aby. Quiero decírtelo.
—No quiero saberlo. Mejor cuéntale eso a Brandon.
—No puedo. Necesito decirle a alguien antes de hacer algo de lo que me pueda arrepentir.
—¿De qué hablas? —estoy preocupada, digo, aterrada por la bomba atómica que puede salir de su boca.
—A veces siento que quiero traicionar a Ojitos —sus ojos están enrojecidos —Que puedo desear a alguien más estando con él, así como le pasó a papá.
Lloverá dinero, los cerdos aprenderán a volar y el mar se secará. Sí. Definitivamente debe ser eso. Un indicio de que el mundo estará al revés a causa de la llegada del Apocalipsis.
—¿Cómo que piensas traicionarlo? —digo alarmada.
Son la pareja de ñoños más cursis que conozco. En cada clase en la escuela Neila me agobiaba mostrándome fotos de Brandon, sus mensajes tan dulces que me causan diabetes, me contaba las súper citas que han tenido, lo romántico y tierno que se comporta con ella. Resumiendo, su vida entera se definía en una sola palabra: Brandon.
Ahora me viene con el cuento de que no se siente bien con él. Algo está fallando. Neila jamás recurriría a la traición como solución de los problemas.
—Es que ya no puedo más —rompe a llorar —Lo quiero mucho pero Eugin... él...
—Aún lo amas ¿cierto? —asiente con la cabeza, con mis pulgares seco las lágrimas de sus mejillas —Te sientes segura con Brandon pero aún amas a Eugin —vuelve a asentir y esta vez nos fundimos en uno de esos abrazos protectores que necesitas cuando tu mundo comienza a derrumbarse
—Nely no es el fin del mundo. Habla con Brandon, díselo. Pueden solucionarlo.
—¿Cómo? ¿Cómo le digo a Ojitos que quiero un futuro con él pero también quiero acostarme con Eugin? —sorbe algunos mocos —Siento que los amo a ambos —cada palabra que dice parece una carga demasiado difícil de llevar.
—Eso no es posible, amiga —cubre su rostro con sus manos —Solo amas a uno de ellos pero prefieres engañarte diciendo que amas al otro —continúa negándose a mirarme, está avergonzada y afligida, yo estoy triste porque también siento su dolor —Dime ¿qué sientes por Brandon?
—No puedo, Aby. No puedo —refriega sus ojos y desvía la mirada hacia el interior de la casa —Nos van a escuchar.
—Eso es lo de menos. Tú tienes que sentirte bien, tienes que desahogarte —observa al vacío —¿Te sientes en gratitud con Brandon porque te ayudó a superar tu depresión?
No comprendo por qué se siente así. Se supone que Brandon es su alma gemela. Debería amarlo solo a él ¿no?
—Eugin contactó conmigo —murmura pero para su desgracia la he escuchado.
—¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Qué te dijo?
Siento su dolor en mi corazón, el vacío, la incomodidad, el temor, la melancolía. Todos sus sentimientos los siento como si fueran míos.
—El día que me preguntaste por qué habíamos ido a la cárcel ¿recuerdas?
«¿Cómo olvidarlo?»
Nuestra charla iba muy bien hasta que le llegó la notificación de un mensaje.
Era él. Era Eugin.
—Dijo que me extrañaba. Que su relación con la dragona de oro era un completa farsa, que él me ama a mí...
—Es mentira, Neila. Te quiere envolver con sus engaños. Recuerda todo lo que te hizo, tu bebé, las cosas que tuviste que pasar.
—Lo sabes... Drake te contó... —juega con sus dedos y mira al suelo, avergonzada.
—No te sientas mal. Estoy aquí para ti —le hago saber —Siempre te apoyaré. Estaré contigo sin importar la decisión que tomes.
—Te quiero, Aby. Eres la mejor amiga que podría desear —nos abrazamos nuevamente.
Este es uno de esos momentos donde sabes que es importante permanecer en silencio, no juzgar, solo darle a tu amiga el apoyo que necesita.
Mi loca amiga, la enamoradiza, la ingenua, mi hermana del alma.
—Ahora centrémonos en las flores de mamá —observo el jardín antes colorido, ahora gris —Quiero ver tu magia.
—Las flores las podemos dejar para después. Quiero que me cuentes sobre ese hijo de... de su madre.
—Otro día lo haré. Ahora arregla este jardín, por favor, me da depresión.
Ustedes me deprimen a mí con cada loco suceso que me cuentan. ¿Qué digo suceso? Más bien son secretos. De los turbios, de esos que te absorben el alma pero prefieres ignorarlos, así como mis sentimientos por Drake.
El maldito posesivo-compulsivo que me vuelve loca, aunque lo niegue.
—Vale. Lo intentaré.
—Cuando desees hacer algún hechizo recuerda siempre conectar con la naturaleza. Háblale como si de otra persona se tratase —recuerdo cada palabra de Lilith —Pronunciar las palabras indicadas no es tan importante como transmitir tus emociones.
Me coloco de rodillas en el suelo. Tomo un poco de tierra entre mis manos, cierro mis ojos. Me imagino un radiante atardecer con los rayos del Sol reflejados en los pétalos de tulipanes lilas y algunos con tonos rosáceos. Un ambiente armonioso, pacífico, solo mío.