—Escuchar la canción Besos en guerra de Morat.
Narrador Omnisciente
*Mansión D'Angelo*
Después de ponerse su pijama, Neila coloca a su preciado lobo polar en la cama, justo en la parte donde duerme Brandon. Juega con las orejitas del peluche tal como suele hacerlo cada noche con las orejas de su lobo.
Se acomoda en la cama con su cobija rosada, abraza al lobito con tristeza. Llora cuando llega a su mente un bello recuerdo de Brandon sonriendo mientras dice que la ama.
*Manada Estrella Polar*
Sentada en su lecho matrimonial, la Luna Brittany recoge en un moño alto, sus cabellos blancos y tan largos como los de Rapunzel. Bufa ante la comparación absurda a su parecer, pues su juventud se ha ido y con esta, su belleza. Ahora solo le quedan su familia, sus canas de experiencia, la sabiduría que piensa brindarle a sus hijos y, a sus nietos si la Diosa así se lo permite.
Finalizada la tarea, decide levantarse de la cama para ir en busca del álbum familiar que se encuentra encima del tocador.
Camina a pasos lentos y cansados hacia el antiguo mueble. Toma en sus manos su querido álbum. Palpa su portada áspera. Abre el libro y comienza a reír al descubrir por milésima vez los trazos mal hechos de su hijo pequeño, en un inútil intento de escribir un te amo mamá a modo de disculpas por las travesuras que hizo aquel día.
Pretende continuar deleitándose con las imágenes de su nené cuando es interrumpida por el crack que produce una ventana al romperse.
Se levanta y se dirige a la ventana rota. Recoge una roca que hay en el suelo. Se asoma por el balcón de la habitación en busca de un culpable. No ve a nadie.
Está enojada. No solo fue interrumpido su momento de felicidad, también hay alguien que rompió su ventana y huyó como cobarde.
—Que chiste de mal gusto —se queja mientras camina nuevamente hacia el tocador.
Está apunto de tomar asiento cuando es abrazada por la espalda.
—He vuelto, mamita linda —Brandon la sorprende.
—Por la Diosa —exaltada, se lleva las manos al pecho.
La señora deshace el abrazo para mirar a su hijo, el peque transformado en adulto, en un hombre maduro que ha regresado a su hogar.
—¡Me quieres matar del susto! —tira de su cabello castaño como solía hacerlo cuando era un niño.
—Pensé que te gustaría la sorpresa —ríe al cumplir su objetivo —He regresado, mamita. ¿No estás feliz?
—Claro que estoy feliz —dice conmovida —Te extrañé mucho —se unen en un tierno abrazo maternal.
—Yo también la eché de menos, Luna Brittany —toma su mano para hacerla girar —De una vuelta, su alteza, quiero contemplar su belleza.
—No has cambiado nada ¿cierto? —él niega sonriente —Sigues haciendo tus bromas pesadas pero no había necesidad de romper la ventana si ibas a entrar por el balcón —golpea su cabeza suavemente.
—No me regañes por ser original. Debía hacer una entrada triunfal —su madre lo reprende con la mirada —Dime, ¿cómo va todo por aquí? ¿Cómo está el viejo Hans?
—La manada está tranquila. No han habido alborotos desde que te fuiste— blanquea los ojos ante el comentario de su madre —Tu padre fue a visitar a su sexto sobrino —Brandon abre los ojos como platos —Así es, nené, tu tío Karl es padre otra vez.
***
Después de una larga y agradable conversación con su madre, poniéndose al día de los últimos acontecimientos, Brandon observa imágenes de su soulmate en espera del sueño. Es tarde pero a estas horas solía susurrarle cosas pervertidas al oído después de hacerle el amor. Se siente extraño tener que dormir sin ella, será difícil acostumbrarse a su ausencia, pero solo será por un tiempo limitado. Volverá, por supuesto, resolverá algunos problemas antes pero regresará.
Pretende ganar la guerra para reconquistarla. Piensa en las mil maneras en que asesinará a Eugin si no deja en paz a su Conejita. Solo quiere manipularla, jugar con sus sentimientos nuevamente para obtener información valiosa sobre su familia. Más bien, para colaborar con las wiccas en la caída de los D'Angelo.
¿Motivo? Una mujer despechada, con el corazón roto, ardiente de sed de venganza desde que Rebecca Rousell-ahora D'Angelo después de su boda- le arrebató al que creía su hombre.
—Es absurdo —piensa en voz alta —¿Cómo es posible que no se enamorara de ella? ¿Cómo pudo manipularla sin sentir una pizca de remordimiento? —continúa deslizando su dedo por la pantalla del móvil.
—Pensaba que los locos eran los que hablaban solos. No sabía que te sentías identificado con ellos —su hermano mayor interrumpe sus pensamientos.
Corrección, es su medio hermano. Producto de un desliz cometido por su padre junto a la supuesta mejor amiga de su madre. Después del suicidio de la madre del mayor de los Olsen, la Luna decidió aceptarlo y criarlo como si fuera su propio hijo. Considera una crueldad dejarlo de lado o hacerlo sentir como un bastardo.
Sacude la cabeza para alejar esos pensamientos. Prefiere ignorar que Brian Olsen es el resultado de una traición, no es su culpa lo ocurrido.
—¿Cómo está el futuro alpha de esta manada? —le da un apretón de manos a su hermano.
—Déjate de chistes. Ese cargo es tuyo —afirma —El Consejo te apoyaría si fueras el alfa. Si les dieras un heredero olvidarían por completo que eres el hermano pequeño.
«Al Diablo el Consejo y sus leyes arcaicas»
Siempre ha tenido la peor opinión sobre ellos. Sus ideas retrógradas y machistas, las exigencias y responsabilidades que ponían en los hombros de su hermano, fueron uno de los muchos motivos por los que decidió alejarse de su familia.
Considera estúpido que lo presionen para que abandone a su alma gemela y encuentre a otra hembra. Una de alto rango y que a diferencia de su mujer, tenga un alto porcentaje de fertilidad.
—Que la Diosa nos libre de sus imposiciones —le comunica Brayan, su lobo.