—Escuchar la canción What if I told you that I love You de Alie Gatie.
Drake
La observo con detenimiento. Escaneo su pequeño cuerpo que camina con sensualidad en mi dirección. Esa sonrisa picarona, sus ojitos brillando, la forma sutil en que intenta arreglarse la falda del uniforme para que no se vean sus glúteos, lo desorganizado que lleva el cabello a causa del viento. Todo. Me gusta todo de esta mujer.
—Hola, gatita —beso su frente —¿Cómo estuvo tu día?
—Genial, pasaron cosas raras pero todo está bien. No te preocupes —dice antes de tomar mi rostro con sus manos y unir nuestras bocas en un beso desesperado, como si me hubiera extrañado muchísimo en tan solo cinco horas de colegio. Rompe nuestro beso no sin antes morder mi labio inferior y lanzarme una mirada coqueta —Así es como me tienes que saludar, sugar —ordena.
Se me escapa una sonrisa ante su actitud. Antes me odiaba a muerte, detestaba que nuestra cercanía solo se obtenía a base de mentiras y ahora, ahora me ordena que la bese como desquiciado.
—Deja de poner a prueba mi autocontrol.
—¿Por qué? ¿Tienes miedo de perderlo conmigo? —juega con el cuello de mi camisa —Soy incapaz de hacerte perder tu valioso autocontrol —se relame los labios —Pero si quieres podemos hacerlo en equipo ¿sabes? Ambos podemos descontrolarnos y así no te sentirías tan mal —hace un puchero de niña inocente.
«Me encanta tu faceta de niña provocadora pero ahora mismo lo mejor es que te controles»
—No me provoques, Ámbar —aprieto sus caderas con mis manos y pego su espalda a la puerta del auto —Por el bien de ambos, no me provoques.
—¿Por qué? ¿Tanto miedo le tienes al poder que tengo sobre ti? —acerca una mano a mi pantalón.
—No te equivoques, Ámbar —tomo su mano y la alejo, ella abre los ojos sorprendida —Que nos hayamos tocado no significa que haremos algo más.
—¿Por qué no?— me observa decepcionada.
Rodeo el auto y me siento en el asiento de piloto. Por más ganas que le tenga, no caeré ante sus encantos.
Ella también entra y se sienta. Enciendo el auto y es inevitable no percibir su cara larga por lo que le dije.
—¿Por qué no podemos llegar a algo más? Se supone que somos pareja ¿no?
—Claro que lo somos pero tú sigues siendo una niña.
—¡Soy mayor de edad!
—Eso es lo de menos. Cuando digo que eres una niña me refiero a tu forma de ser y de pensar, no a tu cuerpo ni a tu edad.
—Entonces ¿no quieres acostarte conmigo? —cruza sus brazos de forma molesta.
—Claro que quiero pero no será ahora —sostengo mis palabras, no me hará cambiar de opinión —Por ahora me conformo con tus besos y la ayuda de tu mano —le dedico una mirada lascivia pero ella ni caso, está enojada —Voy a esperar a que seas más mujer.
«Y a que Natalia me permita hacerlo. No creo que le guste saber que me acuesto con su hija. Se lo tomará mal y yo no quiero problemas con mi suegra»
—Soy mujer, Drake —estaciono el auto al llegar a casa, ambos bajamos del auto y me fulmina con la mirada —Que tú no quieras verlo es algo muy distinto —finaliza para entrar y dejarme con la boca abierta.
No es consciente de lo que dice. No me aprovecharé de la única oportunidad que me está dando. Quiero hacer las cosas bien.
Tal vez después se arrepienta.
***
—Entonces ¿la llevarás a ver a su familia? ¿Cómo si fuera una sorpresa? —mamá pregunta emocionada.
—Es lo que pretendo.
—No entiendo. ¿Estás ocultando algo más?
—Eso se lo dirá Natalia —me observa con reproche —No resuelvo nada diciéndole que su padre la ha estado vigilando todo este tiempo. A quién realmente necesita es a su madre. Si ella no decide contarle quien es Elijah, lo haré yo.
Son secretos de Natalia, cosas de familia. Solo lo sé porque al igual que su padre también he investigado mucho a mi gatita, la única diferencia es que él sí la ha cuidado toda su vida, yo no. La conocí hace unas pocas semanas. A pesar de estar lejos estoy seguro que la ama pero algo me dice que Natalia será un gran impedimento para que padre e hija estén juntos.
—Está bien. Solo espero que Ámbar no se lo tome mal, ya sabes. Que no se enoje porque le vuelves a mentir.
—Sí se va a enojar —sonrío al recordar su cara roja por la furia —Es un poco histérica.
—Y dramática —añade mamá entre dientes y no puedo evitar reírme, eso es muy cierto —Pero no hablemos más de Ámbar. Hablemos de ustedes. ¿Cómo va su relación? —eso sonó más a una afirmación que a una pregunta —Me imagino que bien. Hace unos días escuché unos ruidos en tu habitación que no me parecieron gritos precisamente.
—A usted no se le escapa nada, señora Rebecca.
—Soy tu madre. Antes de que tú fueras a cazar a Ámbar, yo ya había cazado a tu padre.
Sonrío por su comentario.
—Sí que lo cazaste, mamá. No hizo falta ponerle trampas, él solito cayó en tus redes —ella afirma con la cabeza —Solo nos metimos mano, no pasó nada más.
—¿Seguro?
—Seguro. No voy a cruzar ese límite hasta que Ámbar esté preparada. Tengo muy claro que no es virgen pero no por eso me aprovecharé de ella. Quiero aprovechar al máximo su buena racha conmigo sin necesidad de tocarnos tanto.
—Natalia... será difícil de convencer. Ella odia a nuestra especie pero si su niña bonita se lo pide, ella aceptará pero Elijah... —dice dudosa —Él es quien realmente me preocupa. Aunque haya estado ausente en su vida, Ámbar sigue siendo su princesa y los padres suelen ser muy posesivos con sus hijas.
«Eso no tienes que decírmelo. Tengo muy clara la sobreprotección que Gael tiene con Neila a pesar de que ya es adulta. Aunque lo comprendo, después de lo que pasó debe cuidarla. Se siente culpable. Todos nos sentimos así»
—De igual modo voy a esperar. Aunque me encantaría que tuviéramos hijos, es demasiado pronto para eso —coloco mi cabeza en su regazo para que me consienta, siempre me han gustado sus mimos —Mi gatita es muy pequeña y no voy a quemar etapas en su vida.