Narrador Omnisciente
Ámbar camina feliz al colegio. Da pequeños saltos emocionada porque pronto verá a Drake. Primero irá a la escuela, debe hacer su examen de Matemáticas y demostrarle a cierta compañera suya que no es necesario abrirle las piernas a nadie para obtener una excelente calificación. Después de eso sin duda alguna, irá a la mansión D'Angelo. Estará junto a esas personas a las que ya considera familia.
«Son incluso más cercanos que mi familia consanguínea» piensa inconscientemente y maldice la idea que acaba de pasar por su cabeza.
Si bien su madre y su hermana no son malas personas ni son culpables de la horrible experiencia que vivió en el orfanato, tampoco se siente cómoda cuando está junto a ellas.
El Aquelarre del renacer más que un hogar para esas wiccas, es un lugar oscuro, que le transmite malas vibras y en el cual se respira rencor. Sentía que estaba en peligro cada vez que Emily se le acercaba, cuando lo hacía mamá se sentía acorralada entre los deseos de esta y sus propios sueños. Además, aunque su padre la haya cuidado a la distancia, nunca estuvo cuando ella realmente lo necesitó, no estuvo las noches que despertaba llorando a causa de las pesadillas que le impedían dormir.
Aunque los D'Angelo tampoco estuvieron en aquel entonces —no los conocía— sin embargo, ellos la cuidan como si fuera una más de la familia. Quien siempre ha estado en su vida, la ha apoyado y le ha dado ánimos para seguir adelante ha sido Peter. Su adorado pelirrojo. Aunque hayan perdido contacto los últimos días, lo tiene presente cada segundo de su día.
¿Quién lo diría? Mientras su familia de sangre es muy disfuncional, las personas que ha encontrado con el paso del tiempo le dan luz y esperanza a su existencia.
Con esos pensamientos en la cabeza y los frenéticos latidos de su corazón ansioso por reencontrarse con Drake, decide acelerar sus pasos. Cuánto antes llegue a la escuela, mejor.
Saca el móvil del bolsillo trasero de su jean para comprobar la hora.
—Son las ocho y cuarto, Dios mío. Llegaré tarde —exclama sorprendida —Mi suerte nunca cambia. Estoy condenada a llegar tarde.
Observa a su alrededor para comprobar que tan cerca está de la escuela.
Por fortuna para ella siempre ha sido muy observadora, cuando Drake la llevó a ver a su madre tenía la vista puesta en la calle. Reía y conversaba con su novio pero también estuvo pendiente a todo lo que pasaba a su alrededor. Los árboles, el gran lago, el poco tránsito que había en las calles, no habían pasado desapercibidos por su mirada curiosa. Así que ahora se conocía el camino, o al menos eso es lo que ella cree.
—Necesito un taxi. Aún faltan diez cuadras para llegar a la escuela.
Justo cuando decide detener un taxi que pasaba por su lado, alguien la aprisiona con un brazo y con el otro le coloca una tela gruesa en la nariz.
El olor de la tela le resulta conocido por la triste experiencia que vivió cuando era pequeña. Es cloroformo. Esa sustancia que la dejó inconsciente en pocos segundos, tiempo suficiente para ser trasladada a otro sitio y hacer realidad su peor pesadilla: vivir en el orfanato de Stratland.
—Shhh. No grites. No te haré daño —susurra un voz masculina en su oído.
«Es Cedric» piensa ella pero eso no es posible. De haberse apoderado de algún cuerpo sí se podría asegurar que es ese brujo.
Cedric no la atacaría a plena luz del día. Es demasiado cobarde para eso.
Dos lágrimas surcan sus mejillas ante el pánico y la desesperación que la consumen. Se remueve entre los brazos del desconocido —para ella— en un inútil esfuerzo de ser liberada.
—Tranquila, Ámbar. Lo que menos quiero es lastimarte —dice el dragón dorado en un vano intento de tranquilizarla —No necesito más problemas.
Ámbar siente su cuerpo débil, un intenso dolor de cabeza. Su vista borrosa y los nervios no le permiten distinguir con claridad la figura que la está observando. Solo sabe que es blanca y que es un ave.
«Sálvame, papá» piensa antes de caer en los brazos de Morfeo.
***
En DeepMind Tech-Innovations, Drake precisa algunos detalles con el señor Henry y el equipo técnico acerca de los elementos básicos que no pueden faltar en la construcción de los robots con IA, así como las grandes inversiones de dinero que emplearán en ello.
—Al concluir el primer robot lo estrenaremos con mis hijos para asegurarnos de que funcione bien —el señor Henry plantea su idea —Ellos estudian en la secundaria, les alegrará saber que tendrán un poco de ayuda con sus tareas de Matemáticas y ciencias.
—También lo podemos probar en el laboratorio en el que trabaja mi hermana. Hablaré con ella —añade Luis, un miembro del equipo desarrollo —Se sentirá feliz de saber que varios tratamientos para enfermedades serán descubiertos más rápido de lo normal.
—Me parece bien. Si los probamos con nuestros conocidos más cercanos tendremos más posibilidades de corregir errores —Drake concuerda con sus opiniones.
«Los humanos son los seres más débiles y los más creativos del planeta. Increíble» piensa el Dragón Rojo mientras continúa afirmando ante cada idea que añaden los miembros del equipo técnico.
Piensa en lo triste que será cuando dicha raza desaparezca de la faz de la Tierra. Cuando estalle la guerra entre los seres sobrenaturales, todas las especies olvidarán el límite de sus territorios. Los demonios saldrán del Infierno, los vampiros ya no se esconderán para atacar a los licántropos, ni siquiera Los Legendarios podrán predecir alguna solución a la guerra.
Las wiccas que parecen inofensivas y nadie las tiene en cuenta, serán incluso más letales que los pulgosos y los chupasangre.
Algunos tienen sed de venganza, otros quieren alcanzar el poder, unos pocos desean rebelarse contra sus reyes o asesinar a alguien en particular y los humanos... Los pobres humanos que no son culpables de nada, morirán, sin poderes, sin armas con las que defenderse, en una lucha por sobrevivir; en una guerra que no es suya.