Drake
—He movilizado a los cuatro imperios, las manadas y los vampiros de las distintas regiones. Todos están alerta —me informa Gabriel mientras me coloca una mano en el hombro de forma de apoyo
—La encontrarán, no te preocupes.
Es sorprendente la tranquilidad que me transmite que él esté aquí conmigo, apoyándome en la búsqueda de mi reina. En cuanto Natalia vino a buscarla y no la encontró, me alarmé y contacté con mi abuelo. Él llegó aquí en un santiamén, acompañado de algunos amigos suyos —desconfiado al fin, dejó a la abuela en el Imperio Rojo, así alguien pondrá orden mientras él no esté— que también rastrean a mi gatita.
Gabriel hizo correr la voz por todo el mundo, ha entrado y salido de la mansión sin tener noticias, dando ánimos y órdenes de que nadie pegará un ojo hasta que mi gatita aparezca.
No me esperaba tal gesto de su parte —no lo odio, solo soy más apegado a mi familia materna— pensé que me ignoraría o minimizaría mi problema así como solía hacerlo con Gael, pero no, ocurrió todo lo contrario.
—Eso espero. Te agradezco que estés aquí.
—No agradezcas nada, eres mi nieto. Es lo menos que podía hacer. Además, tengo que hablar de un asunto serio con tu padre. Si tú no me llamabas, de igual modo iba a venir.
—¿Pasa algo con la abuela? —pregunto un poco alarmado, aunque no existe un dolor superior a la pérdida que me causó la muerte de la abuela Inés, tampoco estoy preparado para el fallecimiento de mi otra abuela.
—Dios, no. No digas eso. Tu abuela está bien, tranquilo —me calman sus palabras —Debo hablar con tu padre sobre varias cosas, no me gusta la forma en que Eugin está dirigiendo el Imperio Dorado, hay varios disturbios en las manadas a causa de los vampiros, los cuatro imperios piensan destronarme... Mejor olvida lo que dije —le resta importancia al tema —Ahora lo importante es encontrar a tu mujer. Seguiré contactando con los humanos que conozco —finaliza mientras coloca su móvil en su oído y sale del auto.
Entra en la estación de policía para averiguar si esos ineptos tienen noticias de mi gatita e incluso, intentar ofrecerles una buena suma de dinero para motivarlos a agilizar su trabajo.
***
Revisé las cámaras de seguridad de la empresa y de los alrededores —por tercera vez—, recorrí la zona inmunda donde solía vivir mi gatita, su antiguo trabajo, todos sus lugares favoritos en la ciudad, Dark Dynasty, mostré su foto a varios humanos que rondaban por el Lago Serpentine, hasta perdí mi orgullo y le pedí ayuda amablemente a Júpiter, pero nada. No hay señales de humo de mi reina, nadie sabe dónde está, no dejó rastros.
Vuelvo derrotado a casa con la esperanza de encontrarla allí, esperándome en mi habitación mientras huele mis sábanas como desquiciada, ansiando mi llegada para unir nuestras bocas y decirme que todo ha sido un mal sueño.
Necesito encontrarla.
«¿Dónde estás, Ámbar? ¿Por qué desapareces si sabes cuánto me duele?»
No. No puedo pensar eso de ella. Jamás se esfumaría sabiendo la agonía en la que dejaría sus seres queridos.
Estaciono mi Lamborghini junto a los demás autos que hay junto al gran portón de la mansión. Se escuchan tantas voces ahí dentro que me siento agobiado: mamá tranquilizando a Natalia, Gael ordenando que hagan silencio, Júpiter intercambiando ideas con Asher y Neila para organizar otro plan de búsqueda, Lilith pronunciando conjuros mágicos de localización... Cuánto escándalo, cuánto caos por encontrar a una persona pequeña, indefensa, tan tierna e inocente que podría ser víctima de cualquier infeliz que desee aprovecharse de su buen corazón.
Cinco horas, han pasado desde que la víbora —madre de mi gatita— llegó a casa anunciando su desaparición. Cinco malditas horas que han puesto mi mundo de cabeza.
Entro en casa soltando humo por las orejas, con mi típica cara de cul* como suele decir mi hermano para molestarme.
—Tu mala cara te delata —dice Brandon sacudiéndose el polvo de su cuerpo, producto a los recorridos que ha hecho en las manadas más cercanas en su forma lobuna —No te angusties. Seguro nos estamos olvidando de algo. Volveré a buscarla en cuanto beba un poco de agua.
—Gracias por estar aquí —él no sabe cuánto aprecio su apoyo, abandonó a su familia nuevamente para brindarnos ayuda —No debiste marcharte de tu manada. Podías haber ayudado desde allá.
—No digas estupideces. Ustedes también son mi familia y bueno, Ámbar... —cambia su tono de voz consolador por uno burlón —ella también me importa, hecho de menos molestar a mi cuñada.
Niego con la cabeza porque él realmente no tiene solución, y sé que de cierta forma, también adora a mi gatita.
Él se acerca a Neila para rodear su cintura con sus brazos y yo me dirijo a mi habitación —el único lugar de la casa en el que tendré un poco de silencio—, ignorando la horrible presencia de mi suegra en el salón.
—¿Aún no hay noticias? —indaga tirando de mi brazo para que le preste atención pero me desprendo de su agarre con todo la rabia que me provoca.
—No —respondo secamente y ella vuelve a sumergirse en su llanto.
—Oh, Dios mío. ¿Dónde estará? —mamá se acerca a ella rápidamente para intentar calmarla —Seguro está con Elijah. Él debió llevársela como siempre ha deseado.
¿Elijah? ¿Qué caraj* tiene que ver Elijah con la desaparición de Ámbar? Ni siquiera la ha visto.
—Esto es su culpa... Se la ha llevado. Me quitó a mi niña... —solloza desconsolada —Es su culpa...
—¡Para de decir estupideces! —no mido el volumen de mi voz y la mujer termina asustada como si una bestia despiadada le hubiera mostrado sus colmillos —La única culpable eres tú por haberla tratado mal. Estoy seguro que algo de lo que le dijiste la hizo marcharse.
—Baja la voz, Drake —es la tercera vez que mamá me regaña cada vez que me dirijo a Natalia.
—Lo siento, mamá, pero es momento de ubicar a esta mujer en su lugar —ella me reprende con la mirada —Diez años, Natalia, pasaste diez años sin tu hija, la llevo contigo para que le des la vida que se merece y ¿tú qué haces? —ella no para de llorar, observo como Gael se me acerca de forma amenazante —La trataste mal, estoy seguro, dijiste algo que no debías o heriste sus sentimientos...