Ámbar
Ya hemos entrenado. Las chicas y yo hicimos la coreografía tantas veces que no solo recordaremos los pasos durante el partido, los sabremos toda una vida. Nuestra entrenadora es muy exigente, perfeccionó cada acrobacia que hicimos
bien.
—Ya pueden ir a vestirse, chicas. El partido comenzará en un hora —nos comunica —Pónganse más bellas de lo que ya son.
Desde que salí de la dirección he notado que el cielo está nublado, ligeramente gris, el aire que azota mi rostro es más fuerte que la ráfaga que entró por la ventana de la oficina de Victoria. Estoy por pensar que el clima cambia según mi estado de ánimo.
Hacemos lo que nos dice la entrenadora. Mientras me dirijo a los baños junto a Neila, le echo un vistazo al campus en busca de una cabellera rojiza. Hay varios chicos sudando, corriendo, preparándose para el partido. Veo al portero del equipo, al entrenador, a los demás chicos creando sus estrategias para el juego, pero no lo veo a él. No veo a mi pelirrojo.
—¿Te fijaste en el cabello de Taylor? —Neila me dice con burla.
—Sí, ya ví. Al parecer que le hayas arrancado un poco de cabello, la motivó a darse un tinte.
—Es rosa, por Dios, rosa. Es un lindo color pero a ella nada le asienta —me río por su comentario —No le queda muy mal pero venga, ¿quién se pinta el cabello de rosa a final de curso? El color de su pelo natural le lucía mejor.
—No la juzgues. Seguro quería combinar su cabello con nuestro nuevo uniforme —mi amiga ríe a carcajadas mientras nos adentramos en el baño, me encantan estos momentos en los que puedo compartir con ella, para viborear —¿Sabes dónde está Peter? —le pregunto preocupada—¿No debería estar entrenando?
—No tengo idea pero no vendrá —dice sofocada.
Estudiar en la mejor preparatoria del país tiene varias ventajas, como por ejemplo, las duchas individuales de los baños con todo lo necesario incluido: champú, toallas, perchas, todo en óptimas condiciones.
Me meto en la ducha y abro la regadera, pongo la temperatura a mi gusto y comienzo a asearme, manteniendo mi charla con Neila a gritos ya que ella se encuentra del otro lado de la pared.
—¿Por qué no?
—Victoria lo castigó prohibiéndole participar en el partido.
—¿Que Victoria hizo qué? —escandalizo —¿Esa mujer está loca? ¿Cómo va a hacerle eso a Peter? El fútbol es su vida, no es el capitán del equipo por nada.
—La semana pasada golpeó a unos chicos que se le insinuaron a Jia, ahora le saca dos muelas a Carlos, ese era el castigo adecuado para él, además del trabajo comunitario —me informa —Esas fueron las palabras de Victoria cuando te fuiste.
«¡Maldita mujer!»
Seguro está mal de la cabeza. Debe haber algún error, estando en su sano juicio la directora no tomaría una decisión tan arriesgada. Nos estamos jugando el prestigio que ha ganado el colegio los últimos años —gracias al talento de Peter—, por su capricho de dar órdenes y castigos. Es cierto que solo hemos ganado un partido, y que el reglamento escolar debe ser respetado pero eso no le da el derecho de privar al pelirrojo de su mayor pasión —después de la informática—.
Giro el grifo de la regadera para disminuir un poco la temperatura del agua. Estoy furiosa.
—¡Aaah!
—Está caliente. Muy caliente.
—El agua está hirviendo —escucho los alaridos de mis compañeras, no comprendo de qué se quejan, la temperatura del agua es perfecta.
—Oh, Dios. ¡Mi piel! Creo que me he quemado.
—Yo también.
«Exageradas»
Escucho varias puertas siendo azotadas, pasos apresurados y más quejas. Hay un gran silencio en el baño, creo que las chicas se han ido.
—¡Aby, por favor, cálmate! Has calentado el agua —grita Neila alarmada.
***
El viento, el clima, la temperatura del agua son controlados por mí. Inconscientemente puedo cambiar el estado de cada uno en cuestión de segundos. Sé muy bien que para utilizar mis poderes no es necesario decir palabras mágicas —según lo que dijo Lilith— pero jamás pensé que alcanzaría semejante nivel en el que ni siquiera debo desear que las cosas pasen, simplemente... ocurren.
Me siento apenada con las chicas. Algunas tienen unas ligeras quemaduras en sus brazos y cuellos, no son notorias —ya que salieron velozmente de las duchas—, pero sí dolorosas, eso lo sé. Me alegra saber que nunca sabrán quien las quemó. Lo lamento mucho.
—Les pido disculpas nuevamente por lo ocurrido en las duchas —la entrenadora nos pide perdón antes de iniciar el partido —Ya hablé con el personal de mantenimiento, ellos solucionarán el problema, les envían sus disculpas.
Observo a mi alrededor mientras escucho las palabras alentadoras de la entrenadora. Busco a Drake con la mirada. ¿Dónde estará? No lo veo.
«Espero que me estés viendo, sugar. Ya va a comenzar el partido» le comunico telepáticamente.
—Claro que te estoy viendo. Llevas una falda roja muy corta y sexy, te la quitaré más tarde.
Basta un comentario de este hombre para sacarme una tonta sonrisa. Me ha alegrado el día, y con ello también ha logrado que el cielo gris sea sustituido por uno azul y soleado.
—Venga, chicas. Comencemos.
Nos alineamos en el borde del campo con nuestros pompones brillantes en mano. Aprovecho que la posición de Jia es a mi lado y la saludo pero ella me ignora.
—Está celosa de ti. Le gusta Júpiter —me dice Neila antes de pasar frente a mí para tomar su posición e iniciar la coreografía.
«Que estupidez. Peter solo es mi mejor amigo»
Desde el pitido inicial del árbitro, ambos equipos muestran su determinación. Las chicas y yo hacemos varias piruetas al ritmo de la música mientras agitamos nuestros pompones en sincronía.
—H-A-L-C-O-N-E-S —deletreamos el nombre de nuestro equipo realizando movimientos dinámicos, cada giro, salto y gesto nuestro atrae la atención del público.
Ellos se unen a nuestra animación aplaudiendo y gritando Vamos Halcones. La energía es contagiosa, hay mucha emoción en el ambiente.