El Renacer del Fénix

Capítulo 44 “Caos”

Ámbar

«El mundo no es color de rosa como lo quieres pintar»

—Como lo quiero pintar.

El orfanato, la ausencia de mis padres, la venganza que sus enemigos cobran a través de mí, la personalidad perversa de Drake, mi destino entrelazado al suyo. Esas son las experiencias que me han hecho madurar, las que me han golpeado, las que me han marcado de por vida.

No permitiré que nadie me vuelva a maltratar. Las mentiras que me han acompañado durante años, quedarán tatuadas en mi corazón desde este día. No me vengaré, a final de cuentas el odio solo daña a quien lo siente.

Parpadeo con lentitud hasta abrir mis ojos por completo. La brisa del jardín me resulta más agradable que de costumbre. El pasto recién cortado emite un aroma fresco, los rayos del Sol iluminan su rostro. Es un ambiente relajante y similar a una obra de arte, imposible de hallar en un museo.

Una mariposa monarca revolotea entre los tulipanes hasta llegar a mí. Se posa en mi dedo ..., como si hubiera hallado un buen lugar para descansar. Fascinada observo sus movimientos delicados.

—Mírate. Tan frágil y poderosa a la vez —comparto mis sentimientos con la mariposa —¿Quién lo diría? Tenemos mucho en común.

Para convertirse en este bello insecto, debió sobrevivir como una oruga, formar la crisálida donde sufrió su metamorfosis.
Valió la pena la espera.

No hay nada que el tiempo no cure. Lección aprendida.
***

Mi charla con Cedric aclaró varias cosas en mi cabeza, tanto secretos que desearía no haber descubierto como los alcances que tiene un corazón roto.

Nadie me volverá a atacar por sorpresa. Me centraré en lo importante: mejorar mi magia, y sacar una excelente nota en el examen de Matemáticas.

En la cama hay varias hojas esparcidas con borrones y números tachados. A medida que resuelvo los ejercicios del test que hallé en internet, anoto en un cuaderno el objetivo vencido. Le echo un vistazo rápido al ejemplo que muestra el libro sobre funciones compuestas. El cronómetro me alerta de los pocos minutos que me quedan, muevo la mano con tanta rapidez que apenas logro comprender lo que he escrito.

—Esta habitación es un caos.

—Shhh. Estoy ocupada.

Ignoro la presencia de Asher y sus comentarios tontos. Solo me falta un ejercicio para terminar.

«¿Cuál es la fórmula del discriminante?»

—¿Por qué no escuchas música mientras estudias? Es cómodo.

—Silencio, por favor.

Hojeo el libro sin cuidado alguno hasta encontrar la dichosa fórmula. La escribo, despejo las variables para comenzar a calcular mientras miro el teléfono de reojo.
Solo debo hallar la potencia que me falta y...

—¡Calvin, suelta eso! —grito al ver como muerde las hojas que con tanto esfuerzo me costó escribir.

Corre por la habitación como si de un juego se tratase. Para completar mi enojo, Asher se carcajea viéndome perseguir a su mascota, en lugar de ayudarme a atraparlo. Sacude la cabeza y menea la cola con diversión. Se escabulle por debajo de la cama hasta salir victorioso del cuarto.

—No haces nada útil pero tampoco me dejas estudiar en paz —lo aniquilo con la mirada, tomo aire para no perder la calma, él continúa risueño como siempre.

—Descuida. Puedes sacar un diez con los ojos cerrados.

«Más vale prevenir que remediar»

—No bajaste a almorzar. ¿Estás bien?

—Dímelo tú. ¿Te encuentras bien? —observo con detalle cada uno de sus gestos —¿Hay algo que quieras decirme?
Se sienta en el borde de la cama con una expresión de confusión en su rostro.
—Somos amigos ¿verdad? —me siento junto a él y golpeo su hombro como gesto amistoso.

—No hagas preguntas tontas. Formas parte de mi familia.

—Entonces dime ¿por qué besaste a Jia? Ambos sabemos que te arrastras por Lilith —mi interrogante lo toma por sorpresa así que aprovecho su silencio para continuar —Comprendo que Peter no te agrade pero limitate un poco.
Su silencio es prolongado. Pone los ojos en blanco en señal de agobio. Juega con mi bolígrafo como una excusa barata para evitar el contacto visual.

—¿Lo dices como su amiga o como mi cuñada?

—Como tu hermana adoptiva —mi respuesta tiene en él el efecto deseado, sus ojos cafés recuperan su brillo característico y la comisura de su boca muestra una sonrisa contagiosa —Que Lilith no te preste suficiente atención no significa que mi pelirrojo sea el culpable.

—¿Qué significa? ¿Qué debería hacer? —suspira —Tal vez el problema lo tengo yo y no ella.

—No tengo idea pero tampoco es el fin del mundo. Mira esa carita que tienes —pellizco uno de sus cachetes sin delicadeza alguna —Es imposible resistirse a tus encantos. Zorro.

Me observa con atención, con complicidad. Se abalanza sobre mí y me envuelve con sus cálidos brazos. Es un gesto inesperado pero bien recibido. Un abrazo de hermanos.

Hermanos...

«Emily. Ojalá no me odiaras»

—Drake tiene suerte de tenerte.

—Dime algo que no sepa —digo con altivez.

Asher se pone en pie dispuesto a irse. Imito su gesto y le dedico una severa mirada de advertencia porque lo conozco. Es un D'Angelo, no le gusta perder.

—Oye —tiro de su brazo antes de que se marche, se voltea a mirarme, expectante —No vuelvas a besar a Jia ¿vale?

—¿Besaste a quién? —reconozco de inmediato esa voz mandona.

En el marco de la puerta hallo una versión de Lilith que jamás pensé conocer: decepción. Mueve la cabeza de un lado a otro como si intentara convencerse a sí misma de haber escuchado mal. Pestañea con lentitud, con pesar y reproche en su mirar.

«¿Cómo es que no la ví?»

—Pequeña, hablemos. No saques malas conclusiones —suplica como un cachorro triste.

«Pequeña. Que mote tan dulce e irónico cuando realmente el menor entre los dos es él»

—No me vuelvas a dirigir la palabra —da por zanjado el tema y sale con los brazos cruzados.

Asher la sigue como si su vida dependiera de ello.
Lilith y yo habíamos quedado en vernos en la manada, no aquí. Esta situación es lo que quería evitar. Aunque viendo el lado positivo, la reacción de ella delata sus verdaderos sentimientos hacia el dragoncillo rojo. Si no le importara no se habría marchado tan dolida, tan frustrada.




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