El Renacer del Fénix

Capítulo 46 “Traición y amor (Parte I)”

Drake

«Me molesta tu actitud pero antes de morir quiero que sepas que te amo ¿vale? Eres el gruñón de mi corazón»

Siento una oleada de miedo correr por mis entrañas.

Te amo...

¿Antes de morir?

Cierro los ojos tratando de bloquear el dolor. Mi mente muestra una imagen vívida de Ámbar en medio de un incendio en el bosque, luchando contra vampiros sedientos. Hay un lobo pelirrojo gruñendo a su lado. Debe de ser Júpiter.

—Drake, ¿estás bien? —pregunta Mila, preocupada.

Paso por su lado e ignoro el llamado de Gael. Salgo corriendo con una presión latente en mi pecho. Mi piel arde con una calidez inusual, siento como mis músculos se tensan y se transforman: las manos de alargan y las uñas se convierten en garras afiladas, mi espalda se arquea mientras unas alas emergen de mis omóplatos.

«Resiste, gatita. Voy por ti»

Alzo mi rostro al cielo y vuelo apresurado a su encuentro. Me da igual que los humanos me vean, son conscientes de nuestra existencia. Es cuestión de tiempo que ellos también comen en a atacarnos porque es su naturaleza. Eliminan todo aquello que no comprenden.

Según lo que pude ver a través de mi mente, es que Ámbar está en un bosque. El único que conozco -en el que también vive Júpiter- es Dark Dynasty.

Con cada batida de mis alas siento que estoy más cerca de ella y me pregunto seriamente cuál es el talento que tiene Ámbar para atraer situaciones peligrosas con el fuego. Esta será la segunda vez que la salve de un incendio.

Desde lo alto veo como un montón de vampiros hunden sus colmillos en el cuerpo de Júpiter, gruñe a causa del dolor. Intenta levantarse pero con cada movimiento su fuerza diminuye. Los vampiros lo hieren con fiereza, con una sed insaciable.

Abusivos todos. Son un buen puñado de vampiros contra un licántropo joven, solo, ya que Lilith, algunas wiccas y lobos de la guardia del alpha se dejan la piel enfrentándose a los chupasangre e intentando no incinerarse con el fuego.

«¿Dónde estás, gatita?»

Los vampiros continúan su festín. Disfrutan tanto el sufrimiento de Júpiter que estoy a nada de pensar que él era el objetivo del ataque.

«Los vampiros atacan por ella, por la hija del emperador. Su pareja destinada está aquí» las palabras del alpha Austin se escuchan en mi cabeza como un eco, es la respuesta clara a tanta sangre derramada.
Mi lado más animal me hace reaccionar. Escupo unas llamas ardientes que alcanzan a tres vampiros.

Ellos gritan con desesperación mientras son consumidos por el fuego. Aterrizo aplastándo a uno de ellos con mis patas. Atrapo a otro con la boca, le desgarro la carne hasta ver sus huesos, luego lo escupo lejos como el ser despreciable que fue.
Los demás huyen como ratas. Los alcanzo, los atrapo con mis garras como si fueran simples marionetas, los acerco a mi boca y dejo salir de mi garganta ese calor intenso que nos caracteriza a los dragones.

Los quejidos de Júpiter aturden mis oídos. Sus movimientos son torpes, apenas puede mover las patas sin mostrarse vulnerable.

Se transforma en un adolescente desnudo con la piel amoratada. También tomo mi forma humana y me acerco a él con rapidez.

—¿Dónde está Ámbar?

Cuando todo anda mal, debo permanecer tranquilo porque las cosas pueden empeorar. Eso es lo que me dice su mirada perdida en las inmensas llamas que nos rodean.

—Traición... No confíes en nadie.

—¿De qué hablas? ¿En quién no puedo confiar? —digo al borde de la locura.

—Mi morena... la van a asesinar —hace un esfuerzo monumental para decirme más —Sálvala. No la dejes morir.

Cae en un letargo espantoso que me deja con más dudas que las que tenía. Incluso inconsciente la expresión de preocupación no abandona su rostro.

—Agatha tiene a Ámbar —Lilith acaba con la mínima esperanza que tenía de que Júpiter estuviera agonizando —Quiere sacrificarla para absorber su poder. No pudimos hacer nada para evitar que se la llevara. Lo siento -se arrodilla para acariciar el rostro de Júpiter, susurra un hechizo que espero lo ayude a mejorar su estado.

—¡Lo sabía! Estaba ansiosa esperando la oportunidad.

«Debí cuidarla más»

—Ve a Pendle Hill, allí suelen hacer los rituales de sacrificio. Yo buscaré a Natalia, no puede estar quieta en una burbuja mientras su hija lucha por su vida...

Retomo mi forma de dragón. A medida que asciendo al cielo, el bosque se vuelve una llama ardiente, para nada pequeña.

—¡Drake! —Lilith me grita y la miro de reojo —Ámbar causó este incendio, solo ella puede apagarlo. ¡Encuéntrala o esta manada desaparecerá del mapa!

***

Narrador Omnisciente

Pendle Hill. Superstición y fanatismo hacia lo oscuro. Un sitio que mezcla su belleza natural con la tragedia, con magia negra.

Las vistas desde la colina son espectaculares y espantosas para las víctimas de un sacrificio de poder, un acto de salvajismo teniendo en cuenta la violencia a la que son sometidas.

Este año Agatha estrenará poderes por encima del entendimiento sobrenatural. Absorberá una esencia joven y prometedora, las vibras impresionantes de una híbrida que lo tiene todo: la pasión de una wicca y la oscuridad de un demonio.

—Entonces ¿ese ha sido tu objetivo desde un principio? Usar su magia para rejuvenecer y conquistar... No, espera, no utilicé la palabra adecuada —coloca un dedo en su mentón para simular que está pensando —Obligar a Gael a estar contigo.

Agatha finge ofenderse con el comentario. Se pone una mano en el pecho de forma dramática.

—¿Obligar? Que va. Tienes muy mal concepto de mi persona —afila su athame con la superficie áspera de la gran roca —No forzaré nada. Él vendrá a mí cuando vea que soy la única opción para que su familia siga viva.

—La familia es todo para Gael D'Angelo. Entiendo —habla la joven para sí misma.

Continúa leyendo un libro de encantamientos sangrientos para saber con lujo de detalle cada paso que deben seguir ella y sus cómplices para que los resultados del ritual sean buenos para todas.
Levanta la vista del libro y recorre con la mirada el verde y desolado cerro que la rodea.




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