Narrador Omnisciente
Black Goddess, dicho de forma bonita es una isla sombría cubierta de árboles retorcidos con ramas que parecen garras. El sitio donde los murciélagos y cuervos se vuelven tus compañeros en el día diario, el cielo siempre está nublado y relampagueante, los matices coloridos de la vegetación tienden a tomar tonos grisáceos la mayor parte del año.
De manera realista y tétrica, dicho por sus propios habitantes, es el lugar más similar al Infierno que seres del mal hayan visto. Las enredaderas crecen alrededor del portal mágico que les permitió llegar allí —de las peores formas posibles—. Unos fueron exiliados, otros permanecen ocultos para evitar ser asesinados.
Como Mily, la traidora que sintió por Agatha el afecto que nunca le tuvo a su hermana. Aunque no merece ser llamada así. "Mily" es un mote tierno, dulce, dado por la persona que nunca le hizo daño pero se ganó su odio. Natalia representa un cero a la izquierda. Ella tampoco la amó, ni la cuidó espontáneamente, solo pretendía convertirla en el reemplazo de Ámbar. Eso es lo que Emily piensa en ocasiones. Sus ideas respecto a su progenitora suelen ser contradictorias.
«Ni siquiera sintió el mínimo cariño por papá, así que yo tampoco seré considerada con ella» habla una voz malintencionada en su cabecita revuelta.
Emily abre su herbolaria para tomar los ingredientes con lo que hará su ugüento sanador: sangre de dragón para la regeneración, y pétalos de rosa negra para la sanación emocional.
«Soy su hija, es imposible que no me ame» le dice su lado angelical.
Mezcla los ingredientes en el caldero y añade agua destilada, mientras pronuncia las palabras que su madre le enseñó para lograr que el ugüento sea efectivo.
—"Benedicta sit energia quae per me fluit"
La tiene muy presente en todo lo que hace, aunque desearía estar junto a ella, encerrada en ese aquelarre de amargadas al que llama hogar. Pero es consciente de que Natalia no estará de acuerdo con sus decisiones, no apoyará su anhelo de estudiar a mayor profundidad las artes oscuras con la ayuda de las ancianas prófugas.
Le recordará que ser una fratricida no es algo de lo que deba sentirse orgullosa, después surgirán remordimientos y sentirse mal por haber asesinado a Ámbar está en el último lugar de su lista de deseos.
Además, no está preparada psicológicamente para convivir con Elijah, nunca lo estará. Aceptar sus tratos o adaptarse a su presencia sería traicionar a su padre.
Emily humedece un paño con aceite de lavanda para limpiar la zona alrededor la cuenca vacía del rostro de un vampiro. La cavidad es profunda y oscura, la herida está fresca, con borde irregulares, el chupasangre herido se mantiene erguido, desafiante, como si no le importase haber perdido el ojo izquierdo en una guerra.
La adolescente hace su trabajo como una profesional. Sin hacer preguntas que puedan incomodar al paciente, manteniendo su postura firme ante el aura inquietante que le transmite em vampiro. Es la primera vez que se le pierde de vista a su madre —no cuenta la ocasión en que se encerró en la casa para contactar con Aradia y Agatha—, la primera vez que depende de sus propios medios para sobrevivir, que está en contacto con alguien del sexo opuesto que no sea su padre. Se siente orgullosa de sí misma.
Una sonrisa se dibuja en su rostro. Irradia felicidad hasta por los poros.
—¿Te parece graciosa mi situación? —pregunta el desaliñado vampiro con enojo, aparta la mano de Emily con un brusco manotazo.
—Claro que no. Jamás me burlaría de alguien que me necesita —dice con sinceridad —Estaba recordando algo, no riéndome de ti.
«Tengo un poco de humanidad aunque no lo parezca» desearía decirle eso pero no lo hará. Es sensata y sabe que los pacientes requieren dedicación, comprensión. No lo hará sentir peor.
—Por supuesto. ¿De qué te vas a reír si no has perdido un ojo? —gruñe con los labios cerrados —Tu vista está en perfecto estado, nadie te difama a tus espaldas por estar condenada a ser un monóculo.
Por Metatrón y la Triple Diosa, la está haciendo sentir peor. Emily toma el ugüento y se acerca a él para aplicárselo donde una vez hubo un bello ojo rojizo semejante al derecho.
Agradece que él no se opone ni arma un drama por sentirse ofendido. Le permite hacer su trabajo sin interrupciones.
—Puedo hacer un hechizo de ilusión —propone —Ayudaría a simular que tú ojo sigue intacto aunque realmente no esté en tu rostro. ¿Estás de acuerdo?
Él mueve la cabeza con aprobación, complacido por sus palabras.
Una brisa poco usual entra por las ventanas, la puerta se abre y se cierra sola. Emily ignora eso y continúa en lo suyo, esta vez debe evitar reírse a toda costa. El vampiro no pone quejas, permanece en silencio, ella está concentrada en terminar su labor.
A medida que el incienso se quema, el humo se eleva en espirales etéreas. Se alargan y se doblan, se agrupan formando símbolos que conoce muy bien: el ojo, el vuelo, cruce de caminos y la estrella.
Con cada respiración profunda que toma la wicca, las runas se desvanecen. Emily se relaja, sabe que su madre intenta localizarla, comunicarse con ella. Para su sorpresa, el mensaje que le envía está cargado de optimismo, nada de reclamos ni palabras hirientes. Haz uso de tu intuición, sé sabia para tomar las mejores decisiones. Escucha a tu corazón.
Emily sonríe genuinamente. Su madre no la está forzando a volver, le da opciones a elegir, sin importar que eso implique que estén distanciadas. Ella la apoyará. Pero ¿cambiará ese amor maternal cuando descubra lo que hizo?
***
El rey dragón desliza su tarjeta de acceso por el escáner biométrico de la izquierda, el del otro lado analiza su iris esmeralda.
Es una buena medida de seguridad para evitar que alguien intente robarles sus robots automatizados, legado de los humanos. El sistema de autentificación contienen información específica de quién entra y sale d ellos túneles subterráneo, de los iris cafés de Gael, Gabriel y Asher —el resto de la familia tiene los ojos verdes—, el número en tiempo real de las personas que pueden estar allí, así como los horarios en los que se reúnen.