Viernes. 00:00.
Me presento en la pizzería, dónde antes trabajaba, hace tiempo no vengo, pero hoy llegué a trabajar, no porque me hayan llamado, sino porque soñé con ella.
Soñé con el horno encendido, pero no quemaba masa.
Quemaba nombres.
Y el mío estaba dentro.
Entro sin llave.
Las puertas estaban abiertas.
Todo en silencio. Solo el zumbido tenue de la nevera.
Voy hasta el mostrador.
Y ahí lo veo.
Un sobre antiguo, cerrado con lacre rojo.
Sobre el frente, mi nombre: Tomás
Lo abro.
Dentro hay un menú.
Viejo. Chamuscado.
Como si alguien lo hubiera desenterrado.
Pero las letras están intactas.
Y cada ingrediente… es peor que el anterior.
---
Menú Maldito – Solo para entrega especial
Nombre del plato:
Pizza Primordial
Ingredientes:
Masa amasada con lágrimas verdaderas.
Salsa de tomate fermentado durante 13 lunas.
Queso cuajado con la lengua de los que callan.
Aceitunas negras que miran.
Sangre de ciervo primerizo.
Y al final, una pizca de ceniza humana.
Instrucciones:
“Preparar con manos temblorosas.
Cocinar a 500°.
Entregar a la dirección indicada.
No mirar dentro de la caja.
Bajo ninguna circunstancia, probar.”
Dirección:
Calle Siete Sombras, Nº 0
No existe esa calle.
Y sin embargo… sé dónde está.
---
Sábado. 03:33.
Preparo la pizza.
No me preguntes cómo conseguí los ingredientes.
Algunos ya estaban en la pizzería.
Otros… aparecieron.
Cuando abrí la nevera, el queso estaba ahí, envuelto en un trapo bordado.
En el depósito encontré una caja sellada con sangre: el tomate.
La ceniza… la saqué del horno. Pero no preguntes qué estaba cocinándose antes.
Hago todo según las instrucciones.
Me quemo los dedos, me esfuerzo por no hacer ruido, no llamar la atención, duele pero no grito,
Porque si grito… algo me podría responder y no quisiera eso.
Lleno la caja.
No la cierro todavía.
Algo dentro late. Como si la pizza respirara.
Y luego… escucho una orden en mi cabeza:
“Entregala antes del amanecer.”
Solo obedezco.
---
Sábado. 04:00.
Calle Siete Sombras, Nº 0.
No aparece en Google Maps.
Pero mi moto llega sola.
Como si el GPS me llevara al infierno.
Es un terreno baldío.
Solo hay una puerta de madera, flotando entre malezas.
No hay casa. No hay timbre.
Solo una cerradura oxidada…
y un hueco al costado.
Dejo la caja dentro del hueco.
El aire se vuelve espeso.
Y en el cielo… las estrellas se apagan una a una.
Escucho un crujido. Como si la madera riera.
Y luego, un susurro desde el otro lado de la puerta:
—Gracias, repartidor.
—Volveremos a pedir.
La caja desaparece. Como si nunca hubiera estado.
Y en su lugar…
aparece una propina.
Un dedo humano, con una uña pintada de rojo.
Pero ya nada me sorprende.
---
Sábado. 06:00.
Estoy de vuelta en mi departamento.
Dejo el dedo sobre la mesa.
No tiemblo.
Lo observo.
Es femenino.
La uña tiene una inicial: "M"
Pienso en todas las M que conozco.
Micaela. Mi madre. Marta, la dueña original de la pizzería.
Pero no puedo adivinar de quién es.
Hasta que suena el celular.
Un mensaje de número oculto:
"La próxima vez, usá ingredientes más frescos.
No queremos enfermar.”
Y junto al mensaje… una foto.
Yo, entregando la pizza.
Pero en lugar de una caja en mis manos, llevo…
una cabeza.
Ya no pienso, solo cumplo órdenes, creo que ya no existo. Quien sabe?
Editado: 15.07.2025