El resurgir de los titanes [en edición]

Capítulo 4 - La agencia

Alberto Díaz, era un joven de 28 años que siempre había creído que tenía grandes dotes de observación. Desde pequeño había destacado entre sus amigos por su gran capacidad de retención y su pensamiento rápido. No era ni alto ni bajo, ni guapo ni feo, pero siempre creyó que tenía un don.

En los últimos meses, toda su confianza y amor a si mismo habían caído por los suelos. Descubrió por las malas que no era especial, incluso que había gente mucho mejor que él. Sus dotes no lograron hacerle sobresalir en ninguna de las pruebas que tuvo que pasar e incluso, se puso en duda su cordura y su virilidad. Se le hizo dudar de todo y de todos, sometido a una gran presión por el Jefe, día a día, hora tras hora, durante una semana, inventándose mentiras y defraudando a todos los que conocía. Rompió con su pareja, con la que llevaba 7 años, con sus amigos y además, su familia pensaba que estaba en un centro de desintoxicación. Pero estaba allí.

Después de ser admitido, después de un año en la academia, estaba en la sede central de la casa, cerca de Madrid, la que estaba en la carretera de la Coruña.

La sala era oscura y compartía sitio con toda una hilera de analistas que estaban trabajando como él en sus equipos informáticos. Enfrente una figura solitaria los dirigía a todos como si fuera la directora de una orquesta, se contoneaba con paso seguro y decidido. No era muy alta, su tez era oscura, su pelo moreno, recogido en una fina y elaborada coleta y sus ojos negros como el carbón, estaban escondidos tras unas gafas que iban a juego. Su silueta, una verdadera carretera sinuosa de múltiples y estrechas curvas, no destacaba por su altura, aun así nadie quedaba indiferente ante ella. Su energía y decisión, como la de una serpiente acechando, eran ya de por si amenazantes. Daba órdenes concisas y tajantes.

En la cafetería todos hablaban entre susurros del incidente del pollo. Corría el rumor de que entró en el proceso de selección de un cuerpo especial de asalto llamado las GOes, un grupo especial de asesinos encubiertos del gobierno, donde la última prueba consistía en ser dejado a tu suerte, en medio de algún lugar inhóspito y alejado de cualquier núcleo urbano, para sobrevivir allí durante un mes con la única compañía y ayuda de un pollo que había que alimentar y cuidar, como si te fuera la vida en ello. Por supuesto era imposible después de aquello no haberle cogido cariño al animal, al que una vez en la base, al haber superado la prueba había que arrancarle la cabeza de cuajo con los dientes, sin miramientos.

Era una prueba cruel para crear asesinos de élite sin remordimientos.

La cuestión, se decía, es que algo salió muy mal el día de esa última prueba, Isabela Franco no mató a su mascota, pero todo el personal de la base, jefes y compañeros incluidos fueron asesinados y las instalaciones amanecieron destruidas hasta los cimientos. Ella, fue la única superviviente.

El asunto fue clasificado y tapado, pero según filtraciones, ella no paraba de repetir cuando la encontraron: "No pude hacerlo, no pude"

No entró en las GOes, pero terminó en la agencia, en ese momento, como uno de los más altos mandos visibles de la misma.

Todo alrededor de esa mujer era un misterio y los pocos que habían intentado indagar sobre su pasado, habían desaparecido o habían sido trasladados, se comentaba. Pero claro, él era el nuevo, ¿quién sabía lo que era real o inventado de la boca de veteranos del espionaje que pretendían ponerle a prueba o asustarle...?

La amplia sala de paredes blancas anodinas, sin adornos y con escasa iluminación, reunía allí a diferentes profesionales que recopilaban información de todos los casos abiertos, desde allí, se coordinaba la acción de todos los equipos operativos y se daban las órdenes y decisiones que la agente Franco considerara oportunas.

Muchos pensaban que el centro nacional de inteligencia solo se dedicaba al espionaje y al acceso de información delicada, pero la verdad es que tenían bajo su control, después de lo de las torres gemelas en Estados Unidos y el 11M, a la mayoría de cuerpos especiales que campaban por toda la geografía española. Hacía unos años se creó una agencia que compartía sitio con el resto del CNI y se ubicaba en un nuevo edificio de 8 plantas denominado el Pentágono español, donde se coordinaban la acción de todas las fuerzas del orden y todos los recursos, para que no se pisasen unos a otros.




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