El Retorno De Friga La Gatita (novela Cristiana)

7. El yuruparí que yo no parí

Zhao Yi le dio a Sama todo el resto de la semana para que ella pudiera relajarse y ordenar sus ideas, y sobre todo sus sentimientos, tiempo en el que yo, su hermosa narradora, aproveche para indagar más sobre el tema.

Después de su primer encuentro tras cinco años, se reencontraron en una reunión de trabajo, al parecer en la reunión de negocios Tae-sung envió a su secretaria a buscarla, ordenándole que fuera a su oficina. La oficina de Tae-sung quedaba en medio de la empresa, en el penúltimo piso del edificio, en, literalmente, una oficina de cristal, con grandes ventanales  que permiten que las personas vean en su interior con facilidad, de igual manera significa que Tae-sung pueda ver a las personas cercanas a su oficina, según lo que me conto Sama (porque sí, ella habla conmigo, sorry, no tiene amigos) parecía estar abrumado...o más bien serio.
Al principio la reunión era normal, con preguntas mundanas sin importancia, de esas preguntas que todo el mundo (incluso la mosa del vecino) sabe la respuesta pero que se siguen haciendo por costumbre y educación, pero luego Tae-sung cambio el tema para centrarse en una charla muchísimo más interesante, "Mantener las relaciones meramente profesionales" eh...sí, eso le dijeron a mi hermana y ahora tengo 40 sobrinos, en todo caso mi dueña estaba más que contenta y de acuerdo con ello, esto no es un drama adolescente, son adultos que pueden hablar las cosas y resolver sus problemas con la boca que Dios les dio, y si no, existe el lenguaje de ceñas. ¡Todo tiene solución, hijos! Pero el ambiente claramente incomodo se volvió insoportable con lo dicho por Tae-sung a continuación.

"— Bien, me alegra que hayamos dejado las cosas claras.

— A mí también me alegra eso, señor Kim — mi dueña asintió complacida de mantener una relación meramente laboral.

— En otras noticias, no debes preocuparte por la traducción e interpretación de la documentación.

— Pero es ese mi trabajo.

— En mi empresa tengo a mi propio equipo de traductores e interpretes, ellos se encargaran de los documentos.

Me imagino a Sama frunciendo el ceño confusa.

—  Sí, pero yo también necesito la documentación, necesito tener acceso a los documentos y archivos para enviarlos a los benefactores. 

Sinceramente ya no conozco a Tae-sung, no conozco a la persona en la que se ha convertido, el Tae-sung que solía conocer estaría temblando de miedo ante la hembra beta diva potra y empoderada que es mi ama, pero este Tae-sung debía parecer presumido, creer que lo sabe todo.

— No te preocupes, mi secretaria puede hacer dicho trabajo —  Samy trabaja para una empresa que maneja varias empresas dedicadas a los automóviles y es dueña de tres aeropuertos  en Europa, la empresa de Tae-sung, a parte de una multinacional dedicada a la extracción de petróleo, pero su enfoque económico estaba por completo en los aeropuertos que industrias Kim posee en toda Asia, por eso los contratos entre varias empresas eran tan importantes, no había espacio para errores y no se podían permitir que una empresa saliera más beneficiada que la otra, ambas tenían que tener la misma cantidad de beneficios y participación en el proceso que de los contratos. Se preguntaran cómo esta encantadora gatita sabe tantas cosas, bien, hice seis semestres de finanzas en la San Marino —. Espero y comprendas mis razones para no confiarte tan importantes documentos.

¿No será "Espero y necesito que comprendas..."? ¡La falta de léxico de estos humanos me va a matar!

En otras noticias Sama siempre ha sido alguien muy directa, no le gusta andar con rodeos, si quiere comer algo lo comerá, si quiere besar a alguien así lo hará — con el debido consentimiento de por medio, claro — y si quiere darle una deliciosa lata de atún al animal que le da sentido a su existencia — ósea yo — no, no lo hará, en ese la desgraciada si se contiene, inmunda humana.

— La verdad no, no lo comprendo —  insistió Sama —  ¿Por qué no puedo tener esos documentos en mi poder? Es parte de mi trabajo traducirlos, ¿Acaso usted cree que se los daré a la competencia?

— No, solo que muchos de esos documentos contienen información de distintas cuentas bancarias. 

La verdad imagino a mi esclava/dueña aleteando sus largas pestañas llenas de rímel, sorprendida y probablemente ofendida. 

— Entonces...¿Crees que te voy a robar? 

—  No lo creo, solo que es mejor prevenir que lamentar.

— Entonces SÍ cree que lo voy a robar. 

Pienso que Tae-sung la observo de pies a cabeza, observando lo hermosa que se veía con ese vestido negro que se ajustaba tan bien a su curvilínea figura y como dejaba de ser un pitufo para convertirse en una — no tan alta — belleza con esas botas de cuero sintético — ¡Di no al maltrato animal, ignorante! — negro de tacón y deleito su nariz con el delicioso aroma de su perfume. Nadie pensaría que semejante mujeron sería una ratera —  pobre Chavo del 8 — , porque a parte de robarme la paciencia y el atún ella no robaría nada.

— No lo creo, sé que lo harás — lo visualizo serio, casi enojado, con esa misma mirada y cara de estreñimiento que el señor Kim, sin un rastro de la inocencia que tanto caracterizaba a Tae-sung.

— ¿Disculpa? —  la imagino indignada, con un mohín de rabia —  ¿De qué me acusas? ¿Qué pecado he cometido yo para que me trates de tal modo? 

Ok, no, ella no es tan bien hablada como yo. Su microscópico cerebro no es capaz de escudriñar la rica lengua española colombiana que posee para nada más que no sea decir "Triplehijueputa", por eso estamos como estamos.

— No lo hagas, no finjas inocencia. te lo ruego, no finjas que no haz cometido ningún pecado en mi contra.

El rostro de Sama se transformo en una mueca de rabia y sus ojos poseían la mítica mirada de: "alguien morirá esta noche" o mañana en este caso.

— No comprendo a que te refieres.

—  Del robo que le hiciste a mi padre.




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