·· Cinco años después ··
El niño corrió entre los árboles sorteando raíces y arbustos hasta llegar a una cabaña de roble oscuro que sobresalía en el paisaje.
— ¡Doctor! — exclamó al ver a un hombre fuera de la cabaña.
Kyrie volteó hacia el menor esperando pacientemente a que se acercara. En cuanto el chico estuvo lo suficientemente cerca preguntó:
— ¿Sucede algo?
— Hay una reunión. Van a celebrar que la alianza se llevó a cabo y los líderes quieren que toda la comarca esté presente.
— De acuerdo, ya voy.
El niño asintió feliz y corrió de vuelta a la plaza principal de la comarca Halpo. Kyrie entró a la cabaña para tomar su capa y el báculo que lo identificaba como médico brujo, cerró la puerta y se dirigió a la comarca con un paso calmado, sin tener prisa. Después de todo, él podía darse el lujo de llegar tarde.
Kyrie había pasado cuatro años en Nayae, estudiando y practicando hasta lograr su propósito y ser nombrado médico brujo. Había recibido varias ofertas de trabajo pero las rechazó para regresar a Zayxo, en ese sitio se había sentido como en casa y era un lugar al que deseaba volver. En el camino se enteró del destino de Ayrea: Leire, Ririe y Gòvena, que eran los reinos circundantes, se dividieron la tierra purificada de ese reino maldito anexándolo a sus territorios. Todo lo que había vivido allí se había desintegrado y ya no había peligro en ese sitio. El azote de los reinos había desaparecido por siempre.
A su llegada a Halpo fue recibido cálidamente por los habitantes de la comarca, quienes lo nombraron el sanador de la comunidad y lo acogieron como uno de los suyos, dedicándose a sus asuntos sin enterarse de las cosas del exterior hasta que se dio a conocer la alianza entre Leire y Ririe pactada por la reina Sloane y el rey Obel de Ririe. La razón por la cual había sido tan sonado era porque se había hecho sin un matrimonio de por medio, lo que en sí mismo era una afrenta a las viejas costumbres que sostenían a los reinos.
La gente de la comarca discutía al respecto cuando Kyrie llegó a la plaza, por lo que no pudo evitar intervenir diciendo una cosa que puso a la gente a reflexionar:
— Nunca es tarde para crear pilares nuevos.
"Tampoco es tarde para rehacer tu camino", pensó mirando a la comunidad que se había convertido en su nueva familia, sintiendo que finalmente había encontrado su lugar.