El Rey Cruel

4

—Escondiéndote de alguien—América se acomodó a su lado, aun sabiendo que él no deseaba ver a nadie. —Eso es extraño en ti, has cambiado mucho, tal vez es por la presencia de “Ella” no deberías, porque jugar esto y no ir directo.

—Y dejar de ser divertido—ella sonrió mirando las estrellas.

—Me he preguntado porque nunca te fijaste en mí, y sabes ahora que lo pienso agradezco qua si no fuera.

—Vaya alago.

—Es una suerte—bromeo ella—Sobre Lee, hay información de nuestra ovejita.

—Debiste empezar desde el principio por ahí.

—Entonces verte desesperad es un placer que pocos se dan, Dalton, ella es demasiada luz para nosotros, ¿Encajara?

—Tienes miedo de que te opaque—ella sonrió.

—Siempre he sido muy sociable en todo, porque debería, Melia se acoplo, era un ratoncito asustado, todas esas cosas que le hizo Lucas, yo no lo hubiera perdonado, la dejo tan rota en esa oscuridad para ser el su única salvación.

—Pensé que dirías es destino Dalton, ellos dos se merecían—América no pudo evitar reírse como la imitaba.

—Es corriente tu imitación, no hago esa voz.

—¿Segura?

—Solo doy mi punto de vista, Ked, tiene ventaja, hay que reconocerlo, y tú eres el mal cuento contado de la vida de Ked.

—La paciencia es una virtud, y en la manada, no se llora con un aullido se gana con las garras. —Dalton sabía que su padre estaba tramando, después de todo, lo ha visto negociar con otra manada.

—Eres después de todo el rey.

Dalton sonrió de lado se inclinó hacia ella mirándola con atención, que incluso América no sabía cómo decirlo, tenía esa mirada intimidándote que la hizo sentir expuesta, hasta para ellos que son de la hermandad

—Porque tan callada, si hace un momento querías hablar hasta por los poros América, te doy miedo.

—No me das miedo, pero si me haces sentir incomoda un poco, no solo a mí a los demás, Dalton, necesitas una compañera, pero si ella no lo acepta debes mirar hacia otro lado.

—¿A ti? —dijo con sarcasmo que la loba negó.

—Callie dice que Lee tuvo un accidente, no recuerda mucho, que ha perdido sus recuerdos, no volverán según y que para ella está bien.

—¿Bien? Y eso que tiene que ver con el imbécil de Ked, no veo que olvide si es más unida a él.

—Eso no lo sé, pero si perdió sus recuerdos, porque no perdió los que tuvo con él, y solo contigo—Dalton se puso de pie en aquella roca.

Algo no estaba bien, incluso su padre exigía que se alejara de ella, pero a la vez necesitaba que ella fuera parte del consejo, no solo eso, le daría su mano en lazo al idiota traicionero de Ked, apretó los puños.

—Dalton te conozco, pero no crees que es mejor, porque forzar, la diosa ya decidió

—¿Decidió? No bromees, ella lo juro.

—Ella no recuerda nada, para ella tu eres el malo, y que mejor ser el malo—una sonrisa oscura se formó en Dalton.

—Y la oscuridad es más tentadora que la misma luz—salto haciendo que América gritara, se inclinó para ver el salto viéndolo sonreír desde abajo.

—¡Eres un idiota! —mascullo la loba asustada.

Dalton no deja de observar el auto de Lee, un pequeño sedan azul que apenas puede moverse, sabía que esa curva era peligrosa, espero paciente, lo suficiente para estar listo cuando aparecer. Una sonrisa se formó cuando el auto empezó a tambalearse, su casa debía tener más seguridad, para los intrusos, soltar algunos de los cables fue fácil.

El lobo espero que la presa saliera del auto, por su expresión no tenía idea de lo que tenía, y claro, era un área sin señal, se alejó un poco, solo para aparecer en aquel auto deteniéndose aun lado de ella.

—Deberías cambiar esa chatarra Lee, arruina el campus con su presencia.

—Déjame en paz, no tienes algo que molestar, porque tiempo te sobra—el sonrió, puede que no lo recuerde, pero esa forma afiliada seguía siéndola misma.

Ella supero cuando arranco, pero solo fue momentáneo cuando vio que se regrese quedando enfrente de su auto, “Maldito” de todos no quería era verlo, siempre que estaba cercas su dia empeoraba y hoy estaba segura que no iba hacer la excepción.

Él se bajó con estilo, como si fuera una sección de fotos donde sales del auto y haces tú aparición, su chaqueta negra con el logo de su hermandad solo ellos podían aportarla, se sabía un rumor que en su cajuela el poseía una, solo para aquella osada a la oscuridad.

—Muévete —demando el mientras ella solo tambaleo.

—Yo puedo, no necesito tu ayuda.

—¿No? Dudo que venga alguien pro aquí, no suelen usar ese camino, lo sabes.

—Se dónde estoy, porque no te vas por ahí, yo puedo sola.

—Bien—dijo el son de paz fue hasta su auto y dio un salto para descasar mirándola.

Jordana quería morirse, tenerlo ahí observando solo la ponía más nerviosa de lo que ya estaba, intento concentrarse, pero realmente no entendía nada, mucho menos de cables, solo diez minutos pasaron cuando el brazo de Dalton rozo el suyo para conectar algunos, la miro con esa mirada que ella trago saliva.




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