El rey de las nubes

Estrella Fugaz

Un par de días después, en el primer día de octubre, me había llegado un mensaje de Fabián por la aplicación mientras me preparaba para salir a trabajar. Quería verme, en una cafetería, en la tarde.

«¿Es esto una cita?», pregunté. No sé por qué me sentí como niña con su primer "noviecito". Envió un emoji riéndose, y dijo que sí. Accedí sin ningún problema. En toda la jornada laboral mantenía una sonrisa tonta y muy evidente, pero en verdad no me importaba mucho, solo esperaba deseoso a que llegara el final del día.

Después de salir, aún faltaba algo de tiempo. Volví a casa y me bañé nuevamente. Me restregué todo el cuerpo con tal fuerza que parecía que me iba a deshacer. Me afeité los pocos vellos que me salían en la barbilla, peiné mi cabellera y limpié mis dientes con todos los productos que tenía para ello.

Saqué mis mejores prendas del armario y las tiré sobre mi cama, ¿qué debía usar? Nada elegante, y tampoco muy casual: un suéter blanco, un jogger verde olivo y zapatillas blancas, listo, sin tanta pensadera.

Mientras me echaba perfume, mi hermano tocó a la puerta. Sabía que estaba de visita por el día. «¡Pasa!», grité desde mi baño. Vio todo el alboroto y me preguntó a qué se debía la ocasión. Le revelé desinteresadamente que iba a una cita. Preguntó con quién, y le dije que no tenía caso decirle pues no le conocía.

Rio entre dientes, parecía mas bien una burla. Le miré disgustado, se dio cuenta y se excusó, diciendo que no me lo tomara a mal, pero que si solo esperaba tener relaciones, no entendía por qué arreglarse tanto.

—Es decir, cuando buscas que alguien caiga en tus garras lascivas, no te preocupas nada en cómo te ves, solo le hablas lindo y ya, ¿así no haces siempre?

¿Es así como me ven todos?, pensé. ¿Solo soy un tipejo hambriento de sexo?

—No busco cogerme a nadie, Oscar. ¿Por qué carajo piensas eso?

—Porque es lo único que te has propuesto hacer con todo el mundo, ¿o crees que nadie se ha dado cuenta en todo este tiempo?

—Yo ya no soy así —murmuré, tratando de que yo me lo crea más que él.

Oí cómo mi madre le llamó desde la sala, y se fue sin decir más nada. Aunque no quería, me sentí mal por lo que dijo, por lo que es posible que todo el mundo piense. Me había creado una reputación no muy buena, y es que puede que haya pensado que resultaría así, pues este es un pueblo no muy grande y todo rueda como la pólvora por aquí, pero no pensé que me afectaría.

Quizá nunca creí que de verdad me llegaría a interesar alguien a tal punto como aprecio a Fabián, y sí, me importa lo que él piense. Es probable que sepa sobre mí, sobre mi promiscuidad, ¿le afectará de alguna manera? Nunca me había detenido a pensarlo. Tal vez sí le importa pero no me lo quiere decir, para no incomodarme, tal vez. Esperaba poder hablar con él sobre eso.

Vi la hora en mi celular y faltaba poco tiempo para encontrarnos en la cafetería. Así que no dejé que nada me perturbara y salí despidiéndome de todos en general, para no perder más tiempo. Mis padres intentaron detenerme, alegando que debían decirme algo, pero sabía lo que tramaban, y me escapé tan rápido como pude.

El café Estrella Fugaz, es el favorito de casi todos los habitantes del pueblo. Había sido construido hace treinta años, y mantenía su estilo de antaño, con ciertas remodelaciones para que no terminara cayéndose a pedazos.

Es el único tan grande como la panadería del centro, con dos pisos y una gran variedad de bebidas calientes y frías y postres. Era casi religioso que Teo y yo, y de vez en cuando Susana, viniéramos después de clases y termináramos perdiendo el tiempo sentados en nuestra mesa predilecta; la de la esquina en el segundo piso.

A Teo le encantaba pedir el pay de manzana con un chocolate caliente extra dulce, Susana comía fresas con crema batida y una limonada rosa (nunca supe por qué era rosa), y yo me moría por una red velvet con mucha crema y merengada de banana. Y a veces intercambiábamos bocados de nuestros postres, una delicia. No sé por qué dejamos de ir, supongo que nos terminó aburriendo el lugar, no estoy seguro, pero entrar de nuevo al establecimiento me hizo añorar esos momentos.

Di un breve vistazo pero Fabián no estaba por allí, así que subí las escaleras y di un recorrido por las mesas, sin embargo, todo indicaba a que no había llegado. Me senté en la mesa de la esquina, a jugar con las servilletas y el menú, mientras le esperaba. La camarera llegó de inmediato pero le dije que esperaba a alguien y se retiró con rapidez.

No pasó mucho tiempo cuando sentí una mirada penetrante sobre mí. Llegué a ver a un chico moreno y delgado sentado a unas cuantas mesas. No se veía nada mal, tenía una contextura cercana a mis gustos, y su vista fijada en mí pedía a gritos que lo desvistiera. Me recliné en mi asiento con los brazos cruzados, y me encargué de mirarle directo a sus ojos claros. Trataba de evadirse, buscando otro punto en mi cuerpo, pero era inútil, quería verme a los ojos, eso me hacía gracia.

¿Cómo sería su cuerpo desnudo, el tacto de su piel, la belleza de su miembro viril...? Dios, vaya que se me erizaba la piel al imaginarlo en mi cama frente a mí. Era innegable que surgió un pequeño morbo por hacerlo mío, que gimiera mi nombre a las paredes de mi habitación. Era solo pautar un día y listo, donde fuere, sería extraordinario.

Justo al intentar levantarme con intenciones de acercarme a él, escuché mi nombre resonar desde un costado. Fabián subía las escaleras con una gran sonrisa, estaba contento, lo supe en el instante que apartó las sillas y me abrazó, tan fuerte como desearía que siempre me sostuviera. Me quedé estático, con la mente en blanco, supongo que sonreí involuntariamente, y me dio un beso corto en los labios.

Mis pupilas ahora se posaban en alguien más, qué rayos sucedía conmigo. Miraba su pelo rojizo, la mancha de su frente, sus pestañas largas, sus labios carnosos, miraba cada parte de su rostro, y me hacía preguntarme, ¿por qué tenía que pensar en llevar a alguien más a la cama? Inconscientemente restregué mis párpados con molestia, a la vez que tomé una fuerte bocanada de aire. Fabián supo enseguida que me sucedía algo, y me preguntó si me encontraba bien.



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En el texto hay: juvenil, romance, lgbt

Editado: 22.05.2024

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