El rey que convertira a la prostituta en emperatriz

CAPITULO 9

La pelea entre el rey y yo no parecía acabar, pues hasta con el tema del vestido peleábamos, él quería que vistiera como una reina, en cambio yo quería algo más sencillo, que durará 4 días y el solo 2, pues en los días que dudará la boda, sería los días que debíamos de darle de comer al pueblo, había rechazado a cerca de 10 costureras quienes venían de muy lejos para diseñar mi vestido, estoy con la número 11 mientras bebo un poco de alcohol.

—Hermana... últimamente tomas mucho más — Me dice mientras lee un libro de anatomía avanzada, había comenzado a ir a la escuela, pero como ya tenía conocimiento y practicaba estaba un grado más avanzado.

—Perdona, todo esto me tiene tensa. Me gustaría algo sin tanto holanes — Le digo dejando el vaso a lado, tenía que dejar ese hábito por ella —. ¿Puedes dejar la falda totalmente lisa, sin muchas piedras?

Pregunto y ella asiente quitando todo lo extra, el rey pagaba todo por qué no me importaba mucho que fuera costoso, lo que me importaba era sentirme cómoda en él.

—Otra idea mi señora sería usted diseñar su propio vestido — Me dice a lo que suena una magnífica idea, está me ayuda a quitarme las cosas y decido que es con ella con quién haría mi vestido, pues era la única que le importaba realmente mi opinión, al despedirla veo al rey en la puerta le hago señas para que vayamos a la sala, desde el incidente mi hermana y él se habían distanciado, y los rumores de que el rey viajaba a las provincias para ver a su amante seguían, pero en mejor medida.

Este trae un ramo de rosas por rutina, y unas cajas de joyas para que me ponga cuando salga con él, y el tiempo extra no la pasábamos en silencio.

Esta vez dibujaba como lo quería, estaba claro que lo quería sin mangas, pero no que se detuviera con mi pecho, así que hubiera un tubo atravesado por mis hombros, pegado al cuerpo, según una revista era un vestido cola de sirena, la Princesa de Viena lo uso para su boda y fue tendencia 2 días, así que debía de combinarlo con algo que causará impacto.

—Señora, aquí está los gastos del mes. Ocupo su firma para agendarlo y cerrar caja — Me dice Renata, desde que me ayudó a escapar decidí darle trabajo como mi ayudante, aunque su función era ser abogada le daba cierto prestigio, y las cenas ya no eran tan aburridas pues hablábamos de muchas cosas.

—No piensas usar eso en mi boda ¿Verdad? — Me dice mirando el vestido.

—Si, lo usaré en NUESTRA boda, solamente le agregaré el encaje más hermoso para que se vea de la realeza, pero necesito que sea así — Le digo.

—¿Por qué? — Pregunta a lo que yo arqueo la ceja, con esa mirada entendió que estaría en mis días, lo cual era mentira, solo quería poder usar algo que no fuera tan ostentoso.

Un mes después...

La boda se iba a celebrar en la gran iglesia del pueblo donde Amadeus el rey todos los reyes descendió para darle sabiduría al imperio, y solo los nobles podían costear su boda en este lugar por la enorme donación que pedían.

Las mucamas estaban locas desde las 4 de la mañana alistando todo para bañarme, maquillarme peinarme y tenerme lista para las 9 de la mañana, mi madre contaba que cuando se casó sentía una emoción en su estómago, pero yo lo que sentía era nervios, tuve 6 meses para procesar esto, pero mi mente aún no entendía, me puse el vestido que había diseñado está era la única cosa que me causaba emoción.

Una mujer de pelo negro largo, y de una edad superior se acerca a mí.

—No tuvimos el tiempo de presentarnos señorita, Soy Minerva Astor de Lennox — Me arrodillo pues era la madre del rey, siempre que preguntaba por ella, el rey me cambiaba de tema, tenía su cabello tan impecable, y en sus manos tenía una caja —. Espero que tengas un matrimonio feliz, lleno de fuerza y amor.

Aun de arrodillada, me pone algo en la cabeza, sabía bien que era una corona, al verme en el espejo era una corona con toques verde, suponía que era esmeraldas dándole el contraste al vestido que necesitaba.

—Bienvenida a la familia... — Me abraza por la espalda mientras derramó unas cuantas lágrimas.

Era hora, todos van a su lugar para caminar hacía al altar, era una iglesia demasiado bella, camino feliz, pero entre la gente miro a Lady Jane saludándome como una hipócrita, sentía mi corazón apachurrarse, pero se va cuando veo a las chicas del burdel entre las personas saludándome, ella estaban pasándola bien, camino hacia el rey que me da la mano firme y áspera, no era ni siquiera tan dulce como la primera vez que me había tocado, pensaba que sería un ángel que me salvaría de mi tormenta, pero era un demonio que me juzgaba de mis pecados sin siquiera haber lastimado a alguien, pues mi único pecado era aceptar algo tan rápido...

—Lady Vanessa ¿Acepta? — Me había perdido en mis pensamientos, miro atrás pudiendo correr, estaba a tiempo de hacerlo, este me da la mano con tanto cariño.

—Acepto... — Digo resignándome a ser la esposa del rey, me toma de la cintura para acercarse a mis labios, todos aplauden, pero sus besos sabían tan agrios, quería alejarme, ya no quería besarlo más, me alejo mientras los aplausos siguen.

—Dios salve al rey y a la reina — Corean los guardias mientras levantan sus espadas, más que nunca estaba arrepentida por casarme, lanzan pétalos de rosas a nuestro paso, mientras el me vuelve a besar en la entrada, cierro los ojos pues no me sentía cómoda.




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