El rey que convertira a la prostituta en emperatriz

CAPITULO 11

La noche en el distrito fue magnifica paseábamos y comíamos, comimos unas tortillas demasiado crocantes con un nuevo derivado de leche de vaca, lo llamaban queso, sabia delicioso, y sabia más comerlo en la compañía de él, miramos la gente reunirse en una taberna pues se estaba haciendo un concurso de quien bebía más.

—Dios santo si mi esposo me mira — Digo pues tenía una extraña sensación.

—Tengo una idea — Salimos de la taberna mientras me pone una sábana para cubrir mi cabello totalmente, me da su chaleco para cubrirme, mientras él se ríe — Desde este momento eres... Jessica Astorga, mi esposa.

Nos reímos ambos mientras entramos nuevamente para concursar, a él lo sientan lejos de mí, mientras cuentan 1, 2, 3, empezamos, en ningún momento descuidamos nuestras miradas, mientras bebíamos, tomábamos ciertas botanas para seguir mirándonos, y reírnos por las personas que ya no podían más, nos cambian de mesa para quedarnos los 5 últimos para seguir tomando, el premio era una foto, eso significaba mucho porque los nobles solo podían costear tener una, no sabía cuánto había bebido pero estaba mareada, quedábamos Riddle y yo.

—L-lo siento, N-no puedo continuar — Su voz estaba alejándose, mientras veo como quiere vomitar.

—La ganadora es la señorita — Dice el dueño de la taberna levantándome las manos, era buena bebiendo — ¿Cuál es su nombre?

—Es mi esposa — Dice Riddle Borracho, mientras todos estallan en risa.

—Jessica, y él es Adrián — Rejunto a mi amigo de copas, para tomarme una foto con él, ambos nos reímos, la foto salíamos abrazados, si guardaba la foto el rey podría enojarse conmigo, así que la guardo en su chamarra para ir a un parque a disfrutar el término de la noche, ambos estábamos borrachos, pero reíamos como idiotas.

—Sabes... eres la mujer más hermosa y graciosa es una lástima que estes casada — Me dice acercándose a mí.

—Tristemente casada — Le digo.

—¿Puedo besarte? — Me dice tocando mi cara, asiento para besarlo, no se sentía como besaba al rey, era un beso sabor a licor, pero tan dulce, se movía con delicadeza en mis labios, mientras enreda su mano en mi cabello, nos separamos y nos reímos.

—Creo que tengo que irme — Le digo levantándome.

—¿Cómo puedo encontrarte? — Me pregunta a lo que le doy el collar de mi madre, sabía que jamás lo volvería a ver, pero sonaba una linda manera.

—La próxima vez que te vea me lo devolverás — Le doy un pequeño beso en sus labios para correr hacia el hotel, estaba emocionada, al mismo tiempo excitada, veo a Mariam en la puerta.

—Su alteza, venga rápido a mí habitación — El rey me estaba buscando, así que entro a la habitación de Mariam para hacerme la dormida, este entra y me mira mientras finjo despertarme, lo bueno de estar borracha era que no le tenía miedo a nada.

—¿Sigue con su periodo? — Le pregunta a Mariam.

—Seguiré con el periodo hasta que usted deje de acostarse con Lady Jane — Le digo levantándome, para caminar hacia él —. Me das asco... el que me toques...

—¿Esta borracha? — Pregunta su majestad a centímetros de mí.

—Lo sentimos su majestad, tomo un poco — Dice Nicole abrazándome, era una de las amigas de Mariam que estaba cuidando de mí.

—Alisten un carruaje para ella, no quiero viajar con ella — Dice cerrando la puerta, eso era premio para mí, las chicas me llevan a mi cuarto para rotarse en mi cuidado, dormí hasta las 10 de la mañana cuando era hora de partir nuevamente, paramos en otras ciudades, pero el rey dormía en el mismo cuarto por lo que ya no podía salir, hasta llegar a la capital donde las luces eran tan brillantes, no por nada era la ciudad de luces del imperio y su capital.

Faltaban 20 minutos para llegar y por primera vez en 3 días estábamos en el mismo carruaje tendríamos que aparentar amor, abren las ventanas para ver a la gente que se reúne a saludarnos y sonreír a nuestro paso, lanzamos monedas en forma de agradecimiento por la visita, llegamos a la casa de la capital y nos vamos hacia nuestras respectas habitaciones, nadie se dignaba comer en la presencia de otros por lo que la comodidad de mi habitación era más que suficiente, respondo algunas cartas para asistir a unas fiestas, entre ellas una de la prima del primer príncipe tenía curiosidad por él, pues nunca había visto fotos ni retratos de él.

—Mariam ve al distrito y cómprame unos vestidos — Le digo pues tenía tantas invitaciones que me faltarían vestidos, el rey entra con una acompañante, me volteo para sonreírle.

—¿Todo bien, cariño? — Le pregunto sonando amorosa para los invitados.

—Ella es la flor de loto del imperio — Ella era la princesa japonesa de la que todos hablaban, le hago una pequeña reverencia para saludarla.

—Dios proteja a la reina del reino de Lennox — Me dice mientras la invito a pasar, sabía que él quería que fuéramos amigas, porque si no, no la hubiera presentado, me le quedo viendo, pero noto su incomodidad.

—Lo siento, es que su majestad el rey me contaba de su belleza, pero sin duda las palabras se quedaron cortas para describirla princesa — Ella sonríe mientras se sienta, para comer galletas y platicar.

Ella se iba a casar con un caballero japones, aunque su padre no quisiera, ella iba a tomar su camino, su boda se celebraría por enero del próximo año, cuando allá una calma en su reino.




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