El rey que convertira a la prostituta en emperatriz

CAPITULO 17

Estábamos a una semana de partir, desde que mire al príncipe en el lago me quede a entrenar en casa, pues no quería topármelo, era demasiado incomodo mirarlo a los ojos y mucho más respirar el mismo aire que él, por supuesto que no había roto el compromiso con su prima era más que impensable, pues así aseguraban que la descendencia y que la monarquía siga.

—Vanessa, tu espalda esta encorvada — Me dice Caleb desde el patio, desde que podía sentarse, se sentaba a verme practicar, casi era como nuestra rutina diaria, me pongo derecha, levanto el arco a la altura de mi cara y le doy al centro, sin querer me había hecho otra herida en las manos.

Había ganado masa muscular, y mi armario se había llenado de pantalones, estaba casi lista para irme, esta era mi última noche con mi esposo.

Decidimos comer en la cama como era costumbre de nosotros.

—¿A qué hora te iras? — Me dice mientras las mucamas se llevan los platos vacíos.

—A eso de las 5 — Digo mirando el reloj —. Un carruaje imperial vendrá por mí.

Me siento delante del espejo para comenzar a peinar mi cabello, este se levanta para ayudarme, el doctor le había recomendado hacer ejercicios poco a poco. Toma mi cepillo para cepillarlo lentamente sin dañarme el cabello.

—Creo que estoy enamorándome de ti — Me dice casi como una bomba, no sabía que decir —. Desde que hemos dormido juntos he dejado de ver a Lady Jane.

Eso era más que cierto, pues Mariam hablaba de los rumores de la capital que ella se la pasaba tomando, pues había llegado el nuevo Duque Pebertom, y como dictaba la ley o podría hacerla su esposa, o regresarla a sus padres y recuperar la dote, en este caso ninguna de las 2 fue opción y empeño sus esperanzas a ser reina.

Me da un beso en la frente a lo que sonrió, para darme un beso en el cachete, nos quedamos a centímetros de nuestras caras, acortamos el espacio con un beso, este me toca la cara cálidamente, mientras yo me agarro a su cuello.

—Nunca consumamos nuestro matrimonio — Le digo juntando nuestras frentes, a besos cortados vamos hacía la cama, desabrocho los botones de su camisa mientras el quita las medias sin dejarme de besar, hoy no tenía corsé por lo que era más fácil quitar la blusa, no era normal que estuviera tan acelerada, por hacerlo con alguien, creo que como antes lo hacía tantas veces, que nunca había tenido el deseo de hacerlo por alguien, este lanzaba pequeños gruñidos de vez en cuando, o más bien cuando tocaba su parte baja, su miembro no era de abundante tamaño, era tamaño normal, pero no dejaba de ser habilidoso con sus manos que jugaban con mi parte de arriba, este se baja a mi cuello —. No me dejes marcas...

Le digo mientras siento la succión de sus labios acompañados de pequeñas mordidas.

—Tranquila... — Me dice tomando mi mano, como he de estarlo cuando me mira con esos ojos, me estaba volviendo loca, me da la vuelta para quedar debajo de mí, mientras lo introduce dentro de mí, provocando un pequeño espasmo dentro de mí —. ¿Estas bien amor mío?

Le asiento con la cabeza pues no podía hablar de la sensibilidad que había recuperado, desde cuando me había dicho "amor mío", el ritmo comienza a ser más acelerado, cada vez llegaba más lejos provocando un espasmo más fuerte que el anterior con cada estocada, me pone debajo para quedar arriba de mí y seguir con el ritmo.

—C-c- Caleb... — Pronuncio su nombre, provocando que el me mire directo a los ojos, sentía su respiración caliente en mi cuello con olor al pastel de arándanos con nieve de vainilla de la cena, el sigue comenzando lento para ir aumentando.

—Ya no puedo más... — Estaba bien, había durado bastante, noto como el acelera, pero cuando está al borde, este lo saca acabando en las cobijas, no le había dicho que todavía no quería hijos, pero el parecía saberlo por saberlo a la perfección, mi respiración tarda en componerse, por lo que me quedo acostada a su lado —. Wow...

Me rio, viendo su herida casi cerrada por completo, se voltea y veo la cicatriz en su espalda.

—¿Qué te paso? — Tocó con las puntas su espalda a lo que se voltea, para verme directamente.

—Fue en una guerra que asistí con mi padre, cuando tenía 15 años. Se trataba de la supervivencia del más fuerte y en este caso el me uso para salir de donde estábamos, con su bota, rasgo toda mi espalda. Tuve una infección severa y la relación entre mi padre se deterioró — Le costaba hablar de eso y se le miraba, se voltea conmigo para acostarnos, me recargo en su pecho desnudo —. Deberías dormir.

Me toca el cabello con su palma, acercándome aún más y con el calor de nuestros cuerpos duermo hasta que era la hora de partir, las criadas lavan bien mi cuerpo, mientras Mariam me da un té de ruda, entre ellas me ponen la armadura, para poder ir a luchar, ato mi cabello con una liga, para que se recogiera por completo.

Mi hermana había llegado tarde del hospital, así que le dejo una carta de despedida, mi esposo sale a despedirme, mientras intercambia unas palabras con el príncipe, su piel lucía descuida, se miraba cansado y fatigado, mi esposo me da un beso, para despedirnos, no lo vería hasta que acabara la guerra y eso podría tomar años...

—Vanessa, Te amo — Me grita a pulmón desde su lugar, mientras que nuestros guardias lo sostienen para que no se caiga, yo solo me rio, mientras me quedo en silencio junto con el príncipe.




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