El rey que convertira a la prostituta en emperatriz

CAPITULO 23

Después de varios días llegamos a la costa en donde el príncipe esperaba a su futura esposa, la ayudo a bajar, arrodillándome para mostrar mis respetos, levanto la cara para ver su rostro, era un hombre delgado alto de piel clara y cabello rubio, bien podría ser hermano de Alice si no fuera por el acento que estos tenían.

—Que la victoria este de su lado en este tiempo de guerra — Digo al sentir la mirada fija, me acerco y beso el dobladillo de su capa —. Mi nombre es Julieta, estoy para servirle.

Levanta mi cara, indicando que siga a la princesa, Ublin ni siquiera era como me lo imaginaba, el ambiente olía a petróleo como su cielo era gris, camino detrás. Hasta seguir el paso era difícil por el camino lodoso.

Subimos a un carruaje, donde le doy agua a Alice.

—Ella puede tomar su cuenta, si la cuida demasiado no podrá ser capaz de tener mis hijos y siempre será una caprichosa — Dice el príncipe con arrogancia.

—Es mi trabajo majestad ¿Acaso me está pidiendo que no lo haga? — Le contento, mientras limpio sus manos con un trapo, la princesa se cayó varias veces y este no fue bueno para ayudarla a levantarse.

—Ezequiel, llámeme, Ezequiel — Me dice mientras me da su mano, la tomo y la beso para llevarla a mi frente —. ¿Qué edad tiene?

—No puede esperar que una dama le conteste esa pregunta — Contesto haciendo que se detenga en seco.

Todo el camino a la capital estuvimos en silencio, tomando la mano de Alice fuerte porque sentía que en cualquier momento se podía romper del miedo. Sin duda era un patán, criticaba el cuerpo de una chica de 16 años tachándola de plana, cuando literalmente era una niña. Sus ojos se llenaron de lágrimas por un segundo para limpiarla con su guante.

Entre más llegábamos al centro más nos dábamos cuenta de lo lujoso que estaba comenzando a hacerse, pues entre más lejos más pobre era el reino, sin duda había una mala administración del dinero.

—Como sabrás estamos en guerra. Por lo que quiero que tengas una actitud perfecta, me importa poco que la perfección es inútil quiero verla en ti — Comienza a regañarla —. Sobre todo, no habrá caballeros masculinos cerca de ti. Se dice que las chicas de Clord son unas fáciles.

—En cambio a los "Hombres de Ublin" dicen que son precoces — Dice Alice al borde del coraje. El príncipe toma entre sus dedos la cara de la princesa que se encuentra asustada, toco mi muslera, para si escalaba atacar.

—Una dama se queda callada. Vuelve hablar y estrellare tu cara contra el espejo del carruaje y culpare a tu criada — La lanza contra mí, mientras ella lloraba en mis brazos, este era un maldito hecho y derecho.

Miraba a la joven con desprecio, y gusto al verla de esa manera.

Todo el camino fuimos en completo silencio no queríamos hablar ni siquiera entre nosotras, bajamos del carruaje, mientras saludamos rápidamente a los reyes para ir a su habitación, mientras escribimos una carta con todas las cosas que pasaron en el camino, aunque parecían pequeñas cosas, eran bastantes, dicho y hecho, salí por un vaso de agua para la princesa y una dama me detiene.

—¿Necesita algo? — Pregunta la mujer. Se miraba bastante mayor y amargada.

—Algo de agua para la princesa, el agua que había estaba caliente — Le indico mientras ella me indica donde ir, caminamos hacia la parte de abajo, era un palacio bellamente decorado, pero no dejaba de tener una aura triste y desolada como si estuviera abandonada. Teníamos que cruzar muchas habitaciones para llegar a la planta baja y poder tomar el agua.

—¿Algo más? — Me dice poniéndome las cosas en una bandeja. Añado algunas frutas picadas para que ella coma algo —. Las criadas tienen toque de queda, si no lo haces caso abra castigo.

—Lo hablare con mi señora — Le hago una reverencia antes de salir con las cosas y dirijo con Alice quien ya se encontraba dormida, solo la cómodo en la cama mientras me quedo en su habitación leyendo un poco para pasar el tiempo.

2 semanas...

En todo ese tiempo no había tenido contacto con Riddle y Alice cada vez era más seria más calmada, no peleaba, era como si su luz se extinguiera poco a poco en ella. Nos encontrábamos en el jardín, se encuentra podando las rosas con una tijera, mientras le tapo la luz con un paraguas el príncipe nos miraba con intriga, esta se corta con una espina, dejo caer el paraguas, para tomar un papel y cubrir la pequeña herida de su dedo. Ella me sonríe, se lo devuelvo pues era la primera reacción que tenía.

—¿Está bien su majestad? — Le digo sonriendo.

—Ahora con su cuidado estoy excelente — La llevo con el príncipe, este me mira desconfiado, no le tomo importancia, veo como unas siluetas corren por enfrente de nosotros —. Su alteza, me gustaría tener una mascota dentro del palacio.

La miro pues era el primer pedido que hacía en sus 2 semanas.

—Interesante... ¿Qué te gustaría? — Me hace señas para que retroceda.

—Un canario. De camino aquí mire varios en un pueblo cercano — Dice en voz alta.

—No pienses que iras sola — Comienza a decirle.

—Claro que no, ira Julieta — Me dice a lo que hago una reverencia.




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