El rey que convertira a la prostituta en emperatriz

CAPITULO 30

Ya eran alrededor de las 4 de la tarde cuando nos pusimos de pie, el dolor era mínimo nada que algunas hierbas medicinales no aminoraran el dolor, bajo y lo primero que veo era Marcus, se había vuelto más viejo y podía jurar que más pequeño, como niña corro a abrazarlo, lo cual sorprende a todos los espectadores que no esperaban que recibiera a mi mayordomo de esa manera.

—Su alteza, el príncipe heredero, su majestad la reina de Lennox, que la gloria este con ustedes. Felicidades por su triunfo — Nos dice mientras mis sentidos me dan a entender que algo paso —. ¿Podemos hablar?

—Tu maldita traidora — Me dice uno de los caballeros que se aproxima a mí con una espada, otros guardias lo someten para evitar que avancen —. ¿Cómo te atreves a reclamar el trono? ¿Quién demonios te crees maldita zorra?

—¿Quién te crees para hablarle a la reina de esa manera? — Pregunta Riddle, mientras parece que soy la única que nota el desprecio de las personas que me miran con coraje.

—Suéltenlo — Doy la orden y este se incorpora —. Acabo de despertar hace unas horas de estar 4 días dormida, así por favor explícame que no estoy entendiendo.

—Mi esposa, me dijo que usted reclamo el trono de Briedfield por ser la heredera oficial, lo hizo a través de su esposo — Veo a Riddle quien se ve molesto.

—Su majestad, permítame explicarle — Me dice Marcus.

—Te estas tardando — Estaba molesta, este me mira pasando saliva —. Te puedo prometer que no tengo nada que ver en esto... ¿Tu nombre cuál es?

—Dimas — Me dice con orgullo.

—Ven conmigo — Señalo a Marcus quien al estar en la habitación me cuenta todo. Por la capital se había corrido la noticia de la cercanía entre el primer príncipe y yo e incluso algunos periódicos lo nombraban el romance prohibido, todo había sido gracias a las sirvientes que habían visto como nos cuidábamos, por lo que Caleb en lugar de enviarme una carta se aprovechó de la situación y de la ley para emitir un comunicado atacando al príncipe en mi nombre. Él había venido tarde a ponerme en sobre aviso. Pues el plan de pelearse por el trono había empezado.

Veo a Riddle sereno escuchando a Marcus.

—Emitiré una carta en mi propio nombre aclarando la situación... — Digo llevándome una mano a la cabeza, una de las criadas me sirve un plato de comida —. No tengo intención de pelear por el trono.

Ella muestra una pequeña sonrisa antes de salirse.

—Tienes que subir al trono Vanessa, pero Caleb no — Volteo a verlo, y estaba serio —. Peleare por el trono, pero me rendiré cuando encuentres más formas de demostrar la impunidad de tu familia.

—Pero lo que te dije era verdad — Volteo a verlo, su mano estaba hecha puño.

—Eso ya no importa. Volverás en cuanto estes mejor — Me dice mientras otra criada entra para servirle de comer, pero este lo rechaza saliendo de la habitación. Cuando estoy lo suficiente segura lo miro.

—¿Qué paso tan de repente? — Pregunto y el me da una carta. Era de Lady Jane estaba embarazada de mi esposo, ahora entendía la acción más rápida de querer ser emperador. Así aseguraría el estado social de su bastardo —. Christie.

La llamo mientras ella entra con una toalla.

—Sírveme algo más fuerte que el jugo — Hacía bastante tiempo que había dejado de tomar pero con las malas noticias había vuelto mi mal habito de tomar algo que callara lo que mi cerebro no paraba de repetir. Riddle entra nuevamente con un diario, pero no quería ver nada, pido que todos salgan y al escuchar la puerta cerrarse comienzo a llorar y sus brazos cálidos me consuelan.

—No debes de beber Vanessa... — Me susurra al oído.

—No quiero ser emperatriz — Tenía miedo del alcance de mis deseos mayormente. No era que no quisiera si no, era de que tenía miedo de lo que podía hacer —. No puedo, si soy la emperatriz me llenare de la codicia...

—Te llamas Vanessa de Luca Arimendi, fuiste una dama de compañía que salvo a Lennox del peor error de su vida, lucho por Briedfield y ahora llevara la corona de la nación, no digas que no puedes — Me dice con seguridad —. Podrás grandes cosas, porque estas hecha para esto. Así que no digas que no puedes.

Me lo decía con una seguridad que no me atrevía a llevarle la contraria, limpio mi cara de las lágrimas que había derramado por la presión.

—Tienes que volver — Se aleja tomando mi cara — No podemos con más especulaciones, por lo que volveré contigo.

—¿No haremos que hablen de más? — Le pregunto mientras me da el plato de comida para que coma algo más, estaba cansada pero el me mira con tanto amor que dudaba en que algo malo fuera a pasar.

—Sí, pero derribara las malos pensamientos de ambos — Terminamos de comer, y en cuanto retiran mi plato vamos a la biblioteca para encontrar algún libro que nos pueda servir para no ser tomada como traición, pues era lo que sería considerada al estar atentando contra el linaje real.

—Según la ley no hay nada en contra de que no sea parte de la familia ascienda — Le digo leyendo el libro de la constitución de la nación por uno de mis tátara abuelos.

—Pero no eres de la familia real, eres de una familia desterrada. Tu existencia era nula hasta el momento donde Lennox te regreso el apellido. Lo cual también estuvo mal — Me dice mientras abre otro libro.




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