El rey que convertira a la prostituta en emperatriz

CAPITULO 43

P. O. V Riddle

Unas semana antes....

Mi padre me trataba con indiferencia y cada noche entraba una concubina nueva porque ninguna quedar embarazada, mientras tanto yo lidiaba con eso y con que mi madre fuera la que me culpara de todo lo malo. Mis pensamientos no se callaban, no lograba hacer que se callaran, mientras el recuerdo de mi padre gritándome que debería estar muerto, no me dejaba de dormir e incluso si le sumas que las criadas no dejaban de murmurar que era lo peor, había matado a Elise.

La dulce chica que cada vez que me miraba me sonreía, me daba una sonrisa cálida, y me llamaba en sus cartas hermano mayor, le había hecho tanto daño a Vanessa, que no tenía dudas para creer que ella me odiaba. Ebrio comienzo a escribirle una carta expresándole todo lo que sentía, a mi madre, a mi padre, a Serian, a Vanessa, tendría que despedirme.

A mi pueblo. Sin darme cuenta mi madre estaba en la puerta.

—¿Otra vez estas borracho? — Me dice molesta mientras trato de componerme —. Hay una enfermedad azotando Lennox, haz algo productivo y ayúdala.

—Madre ¿Me quieres? — Le pregunta y noto su mirada de disgusto —. Nunca me quisiste ¿verdad?

—Estas borracho... — Ella me dice sin contestarme.

—Desde que el papá de Vanessa murió me odias... — Esta ni siquiera me mira —. Todas las noches piensas que debí de haber sido yo...

Que ella me mirará sorprendida responde mi pregunta, no todos los padres debían de tener hijos, ni menos unos llenos de poder, y sabía que en el fondo muy en el fondo ella me amo, pero ahora solo quedaba los rastros de una mujer que me amo.

—Partiré mañana en la noche — Digo mientras ordeno que se salga. Abro la segunda botella, rezaba poder quedar inconsciente. No quería estar allí, mi cabeza pesaba me dolía todo, me acuesto en la cama mientras lloró que vaya manera de auto destruirse, mis padres me habían convertido en esto, un narcisista que me repetía que me merecía el mundo entero por ser su hijo y una sumisa que me decía que ni merecía el pan que comía, ¿A quién debía de escuchar?

Me toco el hombro, para sentir la cicatriz que me hizo Vanessa, ojalá hubiera muerto por eso, hubiera sido lindo morir en el campo de batalla, sin importarle a nadie, ojalá hubiera muerto ante su merced.

2 días después....

—¿Cómo que no hay manera de que Vanessa suba? — Le pregunto a Serian mientras me explica que Vanessa no subiría pues para esto los plebeyos debían de ordenar que se cambiara el emperador, pero los nobles estaban a favor de ellos, estos tenían 3 votos y en cambio los plebeyos solo uno.

—Tendría que pasar algo lo suficientemente grande para que haya una revolución — Me dice mientras me enseña en base a un libro.

—Serian ¿Soy un obstáculo para que ella ascienda? — Este me mira sin quererme responder, mientras trata de no contestarme, me acerco a su posición para hacer mayor presión para la respuesta.

—Sí señor... Aunque haya habido antes un incidente así, se hizo una reforma y por derecho todo esto es suyo, ella solo podrá aspirar a casarse con un conde, ni usted podría casarse con ella ya que de cierta forma es su hermana adoptiva — Tomo una copa de vino, mientras pienso, pero solo se me ocurría una pregunta...

—¿Y si yo muero? — Pregunto tomando de sorpresa.

—No me permito pensar en ese suceso su alteza — Me dice mientras lo miro esperando una respuesta —. El trono será de ella, pero mi majestad ¿Haría eso por una simple prostituta?

—No es solo una prostituta... Ella es la mujer de la cual me enamoré y le hice una promesa, así que la cumpliré — Este se tira a mis pies, implorándome.

—No lo haga su majestad — Su voz temblaba, mientras llora a mis pies, acaricio su cabeza, mientras el me mira —. No podré vivir con ese cargo en mi conciencia.

—Serian, te encargaré algo, que solo tu podrás hacer, solo confió en ti — Le digo levantando su cara, odiaba que llorará porque era un hermano para mí, este se limpia la cara para escucharme —. Cuando yo muera, tendrás que mover todas las trompas de Ublin para que apoyen a Vanessa, esa misma tarde publicaras en todos los periódicos el diario de mi padre.

—¿Tanto la ama? Tanto que se sacrificara por ella — Me pregunta.

—Tienes que hacerlo tú — Escribo en el papel una nota donde le indico que haga a Serian su mano derecha cuando sea emperatriz, lo doblo bien y se lo guardo entre su ropa —. Esto se lo darás a ella, después. Prométeme que lo harás.

—Será un honor cumplir esta misión — Besa mi ropa para ponerlo en su cabeza.

—Beba una copa conmigo — Le sirvo, pero noto como él ni siquiera podía tomar la copa, ambos sentíamos un nudo en el estómago —. Por la nación.

—Por la nación, su alteza — No me imaginaba que pensamientos estarían navegando en su cabeza, no quería imaginarlo, le sirvo más alcohol hasta que él se queda inconsciente, acaricio su cabeza, mientras salgo de la habitación.

Camino por cada pasillo del hostal, hasta llegar a la calle, estaba en el lugar donde había visto a Vanessa por primera vez, como ella entro al bar de una ciudad donde nadie parecía importarle quien era, ella no me miraba a mí, si no a las personas que festejaban quede hipnotizado de la belleza de su aura, tome el atrevimiento para acercarme y ella correspondió como si fuera lo más normal, el olor a rosas combinado con el olor a tabaco y cerveza del lugar, tome para poder estar con ella más tiempo olvidándome de que un príncipe no debía de tomar, y lo último que mire antes de caer dormido de la borrachera fue su hermosa sonrisa.

Me acuesto en una de las bancas del lugar olvidando que soy un príncipe, mientras comienza a refrescar, quería descansar.... Eternamente.

Después de estar con Vanessa...

Había visto su sonrisa, estaba solo en esa casa, las sábanas olían a ella. Estaba asustado, pero sabía que Vanessa necesitaba un impulso para hacerlo, se lo debía, en verdad sentía lo que mis acciones provocaron en cadena como piezas de domino que se caen unas tras otras, mis piernas tiemblan, y trato de armarme de valor para poderme subir a ese banco, que me llevará a mi muerte. Pero sentía las náuseas al solo al pensar en lograrlo.




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