Mika
Abrí la puerta de la habitación de Pythia. Ella estaba peinando su cabello.
—Se toca la puerta antes de entrar Mika.
—Debemos hablar Pythia— me miró a través del espejo y continuó peinándose.
—Dime — pasé mi mano por mi cabello.
— Pythia, hay un problema en Medrea... —dejó de cepillarse el cabello.
— ¿Los rebeldes? —asentí.
—Y mi tío Kosmos, él desea el trono de Medrea para vender la isla— ella me miró sorprendida —Despalarla y vender la preciosa madera y buscar oro negro.
Pythia se puso de pie.
—Pero no puede tener el trono, tú eres el rey Mika.
—Lo soy, pero en la época de mis ancestros se establecieron leyes por las que se rige Medrea; el rey para asegurar la continuidad del linaje debe dar un heredero.
—Ya tienes uno.
—El heredero debe nacer dentro del matrimonio para poder heredar el trono—Pythia volvió a sentarse.
—Pero Apollo no nació dentro del matrimonio.
—Lo sé, pero eso puede cambiar — Pythia frunció el ceño.
—¿A qué te refieres Mika?
—Podemos casarnos Pythia— se quedó perpleja.
—Estás bromeando Mika— negué.
—Es la única solución para salvar a Medrea y mi pueblo de la ambición de Kosmos.
Me quedé en silencio mientras Pythia procesaba la información.
— Tú me odias Mika—suspiré.
—Será sólo de papel, puedes hacer lo que te apetezca siempre y cuando no sea a la vista de nadie.
— ¿Eso aplica para ti también Mika? —se puso de pie y camino hacia mi —Si lo que deseas es estar casado conmigo y durmiendo con la institutriz estás equivocado.
— ¿Qué propones Pythia?
—Por el momento nada, un matrimonio es algo serio, no es algo a la ligera.
—Pythia... me urge convertirte en mi esposa y en la reina de Medrea, Kosmos esta convenciendo al consejo de ancianos que no soy apto para el trono.
— ¿Quieres que sea tu esposa mientras duermes con la institutriz? —me enfrentó, su mirada se había vuelto oscura de la rabia — ¡Contéstame!
Sentí la furia renacer dentro de mí, la sangre me hervía por dentro.
— ¡No pasará!
— ¡No te creo Mika!
— ¡Te estoy diciendo que no pasará!— apreté fuerte los puños, la ira me estaba gobernando.
— ¿Por qué no pasará? — Sin pensar y con la sangre hirviendo en mi cabeza, solté la verdad.
— ¡Soy impotente maldita sea! —ella agrandó sus ojos y la sorpresa era muy notoria.
— ¿Qué?— respiré profundo, Pythia estaba pálida.
—No lo repetiré dos veces —hundí mis dedos en mi cabello— Puedes estar tranquila por esa parte.
Pythia se quedó sin palabras, agachó su cabeza dejando caer la cortina de cabello que tapó su rostro.
—No mientas Mika.
—¿Crees que jugaría con algo tan delicado?
Ella se quedó en silencio por unos minutos que los sentí como una eternidad.
—No lo hagas por mí, hazlo por mi pueblo, no pueden caer en manos de Kosmos.
Pythia miraba el vacío, pero su mirada conectó nuevamente con la mía.
—Quiero a la institutriz lejos de ti por muy impotente que seas.
Enarque una ceja al darme cuenta que Pythia tenía fijación con Yalena.
—No entiendo por qué deseas eso, me imagino debe ser horrible estar ante el hombre que más odias y sobre todo convertirte en su esposa — frunció el ceño y me miró.
— No te odio— sonreí con ironía.
—Esas no fueron tus palabras al día siguiente.
—Olvidemos ese día.
—No puedo olvidarlo, la culpa no me ha dejado en paz — sin esperar respuesta me di la vuelta, no quería ver su mirada.
— Mika... —hice de cuentas que no escuché su llamado, como diría mi difunto padre ya no sirve llorar sobre la leche derramada.
Editado: 09.02.2019