Pythia
El brillo del diamante en mi dedo me hizo volver a la realidad ¿qué había hecho?, el juez me felicitó con mucha alegría por haberme casado con su rey.
Dos días...hace dos días había aceptado ser su esposa y aquí estaba casada con Mika... en un mes seria la ceremonia por la iglesia y mi coronación, Mika si no había perdido el tiempo. Todo lo tenía listo, desvié la mirada hacia el hombre que hoy era mi esposo, ambos unidos por salvar la isla y sus habitantes.
Me había negado a avisarle a mi familia, no quería más mentiras en mi vida y sé que no se lo tomarían muy bien al saber por qué me he casado... aunque sé que Effie me apoyará.
Mika me devolvió la mirada y me saludo con una inclinación de cabeza mientras conversaba con sus ministros.
—Mi reina— Altaír se puso frente a mí —La espera la muchacha que la ayudará a cambiarse.
La reina... ¿se tenía que sentir algún cambio? creo que no, por eso me siento normal.
—Gracias Altaír— caminé para salir de la biblioteca, pero antes de salir me encontré con aquello ojos azules.
—Gracias Pythia por esto, pero sería de gran ayuda si sonrieras y no parezcas que caminas sobre piedras ardiendo _ enarque una ceja.
—Has dado en el blanco —pasé junto a él, pero me detuve al ver a la institutriz que me miraba con una sonrisa irónica.
Pasé a su lado y tomé de la mano a Apollo.
—Felicidades Señora Pythia— la miré a los ojos.
—Gracias... ops lo lamentó olvide tu nombre—apretó fuerte los labios.
—Reina Pythia —miré sobre mi hombro a mi esposo quien paso un brazo por mi hombro —Aunque aún no se ha dado la coronación, pero ya es la reina.
—Si mi señor —Yalena se dio la vuelta contoneando las caderas, fruncí el ceño y miré a Mika para ver si estaba embobado por Yalena, pero él me estaba mirando con una sonrisa de burla.
—No olvides que aquí abajo no pasa nada.
Pasé la lengua por mis labios.
—Cambiate para la cena.
—¿Dónde dormirás?
—En mi cama Pythia, no te preocupes que no te impondre mi presencia.
—Pero... —no pude continuar por que los invitados se acercaron a Mika a felicitarlo.
—Vamos Apollo— seguí mi camino hacia mi habitación.
Me senté a que la peluquera arreglará mi cabello, mi mente estaba centrada en Mika, quizás yo que conocía su secreto pudiera ayudarlo, pero y ¿si él no aceptaba mi ayuda?
—Lista mi reina, Medrea está feliz ya habían pasado muchísimos años sin tener una reina que se preocupara por los niños y el pueblo. Sabemos que usted lo hará bien.
Sonreí porque eso esperaba ser una buena reina para Medrea, sabía que casi no tendría tiempo atendiendo asuntos del palacio y del pueblo, pero buscaría tiempo para mi hijo.
Era increíble para mí que hoy yo era la esposa de Mika Costas, el hombre que me cautivo aquella noche y que no me importó darle mi virginidad. Sólo que yo lo arruine todo al día siguiente con mi cobardía, tenía que hablar con Mika acerca de esa noche y decirle la verdad, no comenzaría mi vida de casada con mentiras.
Editado: 09.02.2019