El Rey Sádico [saga Griegos #3]

Capítulo 24

Pythia

—Suéltala —no respondí y jale más fuerte, "Yalena" gritó como un animal herido.

— ¡Papá ayúdame! —todos en la sala se quedaron en silencio, miré a Ezio con burla y le lancé a Yalena.

—Toma a tu hija, maldito traidor—la empujé hacia él.

— ¡Maldita Ika!— Ezio no la sujetó, su mirada era de odio puro

— Yo, Pythia Costas, reina de Medrea, te condenó al calabozo de Medrea por traicionar al pueblo de Medrea, por intento de asesinato al príncipe de Medrea —Ezio buscó a tirarse encima mío cuando Mika lo sujetó

—Tocas a la reina y tu pena será mayor —los guardias lo sujetaron.

Continúe mi condena a Ezio.

— Y por calumniar al rey, inventando que le había hecho daño a tu hija, cuando ni una hebra de su cabello le tocó mi esposo.

—Eres un imbécil Mika —Ezio nos miraba con furia—Está maldita isla jamás progresará...el venderla será lo mejor, sólo explotándola podrán encontrar el oro negro —el consejo de ancianos se acercó a Ezio.

—Eres una vergüenza para nuestro consejo, nunca imaginamos que está muchacha fuera tu hija — arrancaron el broche que lo distinguía de líder.

—Creció lejos de este maldito lugar, me las pagarás estúpida— me acerqué a él y lo miré a los ojos.

—Cuando quieras y donde quieras, cuando salgas de mis calabozos será en una bolsa negra porque pasarás mucho tiempo encerrado y la estúpida de tu hija te hará compañía.

Mika

Me acerqué a Ezio

—Tú deseabas una reina para Medrea pues está isla tiene la mejor, aunque sospechó que cuando presionabas pensabas en tu hija —miré a la guardia real —Llévenselo a él y su hija —la guardia real obedeció, me acerqué a Kosmos quién seguía de rodillas y atadas las manos.

Él levantó el rostro con la ceja cortada, el pómulo derecho morado e hinchado.

—Debes saber que pasarás el resto de tu vida en los calabozos reales, agradece que no soy un asesino por que es lo que merecías, la muerte, por intentar matar a mi hijo, golpear a mi esposa porque estoy seguro que fuiste tú, un maldito cobarde.

—Está vez no lo logré, pero afuera hay muchos que no te desean como rey, eres un sádico, un viola...— lo golpeé más fuerte.

— Nada de eso soy, no soy ni seré un rey sádico, soy un rey justo que ama a su pueblo y el lugar donde creció, no mereces estar en mi palacio, así que déjame decirte que construiré un calabozo de máxima seguridad en Fesia —Kosmos palideció, Fesia era una parte de la isla que estaba totalmente muerta, era tierra infértil, el calor era sofocante, muchos se habían marchado de ahí por que morían a causa del inclemente calor.

—Somos familia Mika— lo sujeté de la solapa de su camisa.

—El príncipe de Medrea es tu familia y no dudaste en ordenar matarlo, no pidas clemencia por que no la tendrás, unos días estarás aquí mientras se termina el calabozo en Fesia para ti y tus cómplices —miré a la guardia real y con un gesto de cabeza les ordené que se lo llevaran.

Tomé de la mano a Pythia y la atraje a mi pecho.

—Me has sorprendido, no sé como se te ocurrió que Ezio era el padre de Ika —ella levantó el rostro.

—Vi su parecido y cuando la trajeron ante mi presencia, ella sujetó rápidamente su mano— enarque una ceja.

—Eres muy observadora mi querida reina —sonreí, pero recordé a Altaír y ella debió notarlo.

— Dios, debemos subir para saber si Altaír lo logró...—tragué grueso—Él recibió la bala que iba dirigida a mi— acaricié su rostro.

— Por eso lo convertí en mi mano derecha por que puedo confiar en él.

Oímos carraspear y nos dimos cuenta que habíamos ignorado al consejo y al encargado de monitorear las cámaras, llevaba muchos CD que tenía en la mano en una caja y todos etiquetados con fechas.

—Su majestad —Homero se acercó a nosotros—Como el segundo a mando del consejo le anunció que asumo el puesto de líder del consejo —Homero miró a los otros ancianos luego a mi—Estamos satisfechos con el rey y la reina que tiene nuestro pueblo, no necesitamos ver las cintas, sabemos que todo ha sido una trampa — suspiré —Nos retiramos.

Estreche la mano de Homero y del resto de ancianos. Todos se marcharon, Pythia sujetó mi mano y se apresuró a las escaleras, en la puerta donde suponíamos estaba Altaír porqué junto a la puerta estaba la guardia real.

Entramos al cuarto y el médico nos hizo señas de guardar silencio, le aplicó una inyección a la guía que tenía conectada al brazo.

Se acercó a nosotros.

—Majestad —nos hizo una reverencia—Ya está fuera de peligro, la bala no daño ningún órgano, quedo alojada en un depósito de grasa —desvié la mirada y agradecí que Altaír fuera un poco rellenito —Le aplicamos antibióticos, la enfermera lo cuidará.— asentimos —Vendré a echarle un vistazo más tarde— él médico salió de la habitación.

Pythia se acercó a Altaír y tomó su mano, él abrió los ojos y nos miró.

—Su majestad— le hice señas para que callara.

—Descansa mi querido amigo, estoy en deuda contigo por salvar a mi esposa.

—Era mi deber salvar a la mujer que ama y mi reina —sonreí.

—Descansa— tomé de la mano a Pythia y la saqué de la habitación para dirigirnos a la nuestra.

— ¿Todo acabó?— miré a Pythia.

—Por el momento, atrapamos a todos los rebeldes, pero un reino siempre tiene enemigos—suspiré —Espero que pasen muchísimos años en que Medrea pueda descansar — tomé su rostro entre mis manos—Gracias por quedarte conmigo, debió ser difícil para Dymas perderte de nuevo — ella frunció el ceño.

—No entiendo.

—Ese día que lo mandé a llamar le pregunté si te amaba y me dijo que siempre lo haría.

— C9mo amigos Mika— ella se sentó en la cama—Cuando nuestros padres hicieron el contrato de matrimonio, jamás pensaron en nosotros sólo en lo que podían obtener de nuestra unión. Todo el noviazgo si nos vimos cinco veces con Dymas fue mucho, luego te conocí y te quedaste en mi corazón —desvió la mirada—Pero fui cobarde y huí, preferí no decepcionar a mis padres, cuando supe de mi embarazo fui feliz, pero tuve miedo, no era valiente— enarque una ceja porque ella me acababa de demostrar que era muy valiente—A los dos meses de embarazo caminé al altar para ser la esposa de Dymas —sentí esa punzada de celos al pensar él con ella.— Para la noche de bodas decidí decirle la verdad, que no iba virgen al lecho nupcial y que iba a ser madre, cuando le confesé mi secreto, Dymas me dijo que él me confesaría su secreto y él me dijo que a él le gustaban los Willy— miró sorprendido a Pythia.



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En el texto hay: romances, perdon, amor

Editado: 09.02.2019

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