El rey y la plebeya

Capítulo 3: Encuentro y destino

El tiempo paso, y pronto se acercaba la primavera donde los campos volverían a estar repletos de hermosas flores que devolvían vida y color a las praderas. El pueblo entero para estas fechas se preparaba para festejar la entrada de la primavera, y también a su amado rey. El pueblo entero organizaba una gran celebración donde el rey departia con su gente.

El día de la celebración llegó y el pueblo entero festejaba y se regocijaba, el rey contento, departia con su gente, la música era bellísima, la comida deliciosa, sin embargo, algo faltaba, o mejor dicho alguien faltaba.

La celebración termino bien entrada la noche y el rey emprendió retorno hacia su castillo, montando sobre su hermoso caballo pinto, un precioso ejemplar de un purasangre en color negro azabache, mientras cruzaba el pueblo, su caballo sin ninguna razón se echó a galopar en dirección al campo de flores entre las montañas y dónde el cielo parecía tocar la montaña, las pequeñas flores moradas combinaban con las calidas primeras noches de la primavera. No se sentía ni un apisque de frío, si no, todo lo contrario, una reconfortante y calida brisa se podía palpar . A lo lejos se podía apreciar una silueta. El rey, al prestar más atención, vio que era la figura de una mujer, que levantaba flores y las ponía en una canasta a su lado.

El rey comenzó a caminar hacia ella como un magnetismo fue directo a su encuentro, y mientras más se acercaba vio unos hermosos y largos cabellos de color café como el chocolate, la capa color blanco, símbolo de la pureza y la esperanza le daba un toque angelical, casi celestial, la brisa hizo que los cabellos de la joven se esparcieran por su rostro, permitiéndole al apuesto rey apreciar un exquisito aroma a flores de lavanda, el aroma digno de una princesa y un alma pura como la de su ninfa misteriosa.

El corazón del rey bombeaba a un ritmo más de lo normal, se sentía nervioso y ansioso por conocer a la dueña de esa hermosa melena y tan exquisito aroma, se acercó aún más sin que la joven sintiera la presencia de su rey hasta que estuvo justo detrás de ella.

La hermosa joven, por fin reparo en la presencia de alguien más parado a tras de ella, se levantó inmediatamente girando sobre sus pies pudo apreciar la gran e imponente figura del hombre más bello que jamás haya podido contemplar.

Sus ropas eran finas y hermosas, fabricadas con hilos de oro, esos su altura era impresionante, sus cabellos negros como la noche y esas hermosas iris grises, de las cuelas destilab auna gran y profunda tristeza.

El rey por su parte sintió que murió y volvió a la vida, después de ver al ser más hermoso que sus ojos hayan podido contemplar, su piel era blanca como la leche más pura, sus ojos de un extraño pero hermoso color violeta, eran como un par de gemas exóticas en las que el se podía perder durante horas, su boca pequeña y delicada cuyos labios invitaban y pedian ser probados con delicadeza, pasión y amor, era una obra de arte magistral una preciosa ninfa de los bosques.

Y por más extraño que suene, en es preciso instante, ambas almas se encontraron y se conectaron, y desde ahí supeironnque nunca más volverían a estar solos, sus almas se allaron para no volverse a solar nunca más, sus miradas se cautivaron hasta el alma y sin saberlo sus corazones ya se habían reclamado uno al otro para toda la eternidad




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